¿Qué cabe dentro de un maletín?
Por Diego Muñoz Valenzuela
Caben muchos conceptos dentro de un maletín: improvisación, demagogia, intereses exacerbados, negocio, imagen, codicia, descoordinación, apresuramiento. Nos referimos a la iniciativa del Ministerio de Educación de entregar un maletín literario a 400.000 familias de escasos recursos, postergada por acción de los gremios de editores que reclamaron respecto de la confusa y acelerada convocatoria a licitación.
¡Once millones de dólares en libros para ediciones sobre 100.000 ejemplares! Un auténtico sueño, libros para todos. Creo que esta cifra es más del doble de lo que maneja el Fondo del Libro en un año. Si tenemos en cuenta la materialidad de este maletín repleto de billetes, debiéramos concluir –más allá de quienes se beneficien directamente, ya sea por razones de negocio o imagen- que es posible encontrar muchas otras alternativas de aplicación. No es claro que los “maletines literarios” vayan a producir un cambio instantáneo y profundo en los hábitos lectores de los sectores sociales más postergados. Como si la mera presencia de una pequeña biblioteca, un suerte de artilugio cultural sacrosanto y mágico, fuera a generar una influencia benéfica sobre las personas.
El Consejo del Libro está elaborando un Plan Nacional de Lectura cuyo objetivo es abordar sistémicamente nuestras dramáticas carencias en el ámbito de la lectura, a través de múltiples acciones y programas concebidos con representantes de diversos sectores ligados al libro. Este Plan aún no cuenta con un sustrato financiero y –espero equivocarme de manera rotunda- me cuesta imaginar que vaya a contar en sus inicios con una cifra tan impactante como estos once millones de dólares.
Ideas hay muchas. Por ejemplo, invertir en mejorar las colecciones de las bibliotecas públicas existentes, sobre todo la presencia de la literatura chilena y latinoamericana actual. En el sistema de bibliotecas públicas hay algo así como medio libro per capita, la décima parte de lo que debiéramos tener.
Hay muchas otras ideas y no quiero hacer un inventario de ellas ahora. Pero lo que advierto como dominante en la escena son palos de ciego, confusión, improvisación, aislamiento. Cualquier esfuerzo aislado, por cuantioso y enorme que sea, no surtirá efecto si no forma parte de una iniciativa sistémica, global, concatenada, alimentada por una visión clara del tipo de país que deseamos construir y el lugar que la lectura ocupa tanto en el itinerario como en el destino.
Es tiempo de focalizar esfuerzos, materializar un plan central bien pensado, de carácter nacional, con objetivos claros, para que no se dilapiden recursos en acciones aisladas, con sabor a efectismo e improvisación. Lo pero que puede ocurrir es que el fomento de la lectura –una iniciativa tan diáfana y fundamental para el destino de Chile- se infecte de apetencias, demagogia, sospechas y después de frustración, renuncia y por último de abandono.
Diego Muñoz Valenzuela
Presidente de la Corporación Letras de Chile
Cualquier parecido con la realidad sólo coincidencia.