Por Wang Meng
Traducción de Liljana Arsovska
En la capital fulana de la provincia zutana vivía un “jovenaso” viejito conocido dentro y fuera de China. Se llamaba Zhu Shendu, tenía sesenta y tres años, medía casi un metro con sesenta y dos centímetros, de cabello blanco, cara de niño y espíritu vigoroso. Era presidente de la Academia Estatal de Ciencias y director de la Asociación Estatal de Ciencia y Tecnología. Por haber escrito algunas novelas cuando era joven, era además presidente de la Federación china de círculos literarios y artísticos y Presidente de la Asociación Estatal de Escritores. También era responsable a nivel de la ciudad zutana de un partido democrático cuyo eje eran los intelectuales. En 1981 entró en las filas del Partido Comunista de China y en 1982, justo a tiempo, se convirtió en un miembro formal.
Su especialidad era la fisiología. Su prestigio, sin embargo, no se debía a contribuciones realizadas en el ámbito de las células o los aparatos del cuerpo humano y aún menos provenía de sus novelas escritas en la juventud calificadas por él mismo como “cursis”. Su fama se debía a que él era una de las pocas autoridades chinas en “Bañología” o la ciencia de darse un baño.
Eso de darse un baño a primera vista no tiene nada extraordinario sin embargo explica lo científicamente, resumirlo, describirlo, pocos lo habían hecho. La provincia fulana no conocía el hábito de bañarse. Según la vieja tradición un hombre en la vida por mucho se bañaba dos veces, al nacer y al morir. Los ricos, los funcionarios y los sabios se bañaban tres veces, el baño extra tocaba antes de desposar a una mujer. El abuelo de Zhu Shendu en los inicios del siglo XIX, influenciado por los extranjeros que venían a China, declaró la guerra, valiente y sin cuartel, a la vieja tradición; construyó baños y abogó por su uso argumentando descaradamente que el hombre podía bañarse una vez al mes. En aquel entonces ese atrevimiento, contrario a toda moral, sacudió la tierra. Después debido a crímenes tales como “demagogia y engaño” y “daño a las buenas costumbres”, murió en la cárcel. A los cinco años de haber muerto el Gran Emperador de la dinastía Qing lo absolvió de culpa y además le otorgó el título de “Caballero limpio”.
Después de aquello los baños en la ciudad zutana proliferaron. Alguien se puso a investigar el canon confuciano “La gran doctrina” y encontró que, si los baños se acompañan con ayuno y abstinencia, pueden ayudar para purificar el corazón, aclarar la mente, cultivar el cuerpo, ordenar la casa, gobernar el estado y pacificar a todo bajo el cielo. Esa justificación y sabia explicación, ayudó para que los caballeros consideraran el baño como una buena costumbre. Sin embargo, cuando Zhu Yixin, padre de Zhu Shendu, permitió en los baños la entrada de mujeres, nuevamente se suscitó un violento oleaje. Los caballeros y los sabios señalaron que Zhu Yixin en realidad pretendía introducir prostitutas y “abrir su nido”. La naturaleza de la discusión sobrepasó por completo el ámbito de la “bañología”. En sólo un instante Zhu Yixin a los ojos de la burocracia se transformó en una tormenta bestial y demoníaca.
Gritos como “si Yixin no se muere, el caos en inevitable” hicieron retumbar al Templo del Cielo. Se decía además que una mujer de buena familia al ser invitada al baño de Zhu Yixin, impregnada por la energía perversa de esas palabras, tomó tijeras y se cortó la oreja por donde había entrado aquella diabólica y seductora invitación. El registro de esa “mujer virtuosa y casta” aún yace en los anales históricos del distrito zutano. (El distrito fue nombrado ciudad zutana apenas hace treinta años.)
Zhu Shendu desde niño heredó de sus ancestros ese espíritu opositor, rebelde, innovador y vanguardista. A la vez de investigar la fisiología y escribir “cursilerías” inauguró la nueva ciencia de la “Bañología”. Gastó quince años para elaborar sus siete volúmenes de “Argumentos a favor de la Bañología”, que incluían capítulos como “El cuerpo y el baño”, “El sistema circulatorio y el baño”, “El sistema digestivo y el baño”, “El sistema respiratorio y el baño”, “El baño y la piel”, “El baño y el cabello”, “El baño y los huesos”, “El baño y la salud mental”, “El baño en la pubertad”, “El baño en la menopausia”, “El baño y la familia”, “El baño y el estado”, “El baño del minero”, “El baño en tiempos de guerra”, “El baño y el agua”, “El baño y el jabón”, “La tinología”, “La vestimenta para el baño”, “Las técnicas de exfoliación”, “El masaje”, “La metodología del baño”, “La temperatura del agua”, “Las técnicas de secado”, “Los efectos secundarios del baño”, “El baño y la política”, “La historiografía del baño”, “El baño y el contrabaño”. “El baño y el antibaño”, “Las medidas del baño”, “Comprobación de la efectividad del baño” “Suplemento a la Bañología” anexo de I a VII, etc. Todos esos capítulos, novedosos y espectaculares, lo colocaron en la vanguardia mundial.
Su obra, “Argumentos a favor de la Bañología”, fue traducida a más de diez idiomas y debido a su grandiosidad, dos soberanos de monarquías constitucionales le otorgaron títulos reales. Al parecer, por los pasados cinco mil años y en los próximos quinientos, dentro y fuera de su país, Zhu Shendu había acaparado la silla de honor en el ámbito de la “Bañología”.
Todas las noches las visitas asediaban su casa, particularmente sus admiradores jóvenes entraban y salían de su sala de visitas, hi, hi, ha, ha, entre risas y barullos, comentaban una y otra vez los siete volúmenes. Algunos se lo sabían de memoria, se ponían a recitar los textos palabra por palabra atrayendo la atención de los presentes. Otros buenos para la discusión y el análisis, al hablar parecía que se apartaban del meollo y se iban lejos, lejos, pero al final se centraban de nuevo en algún volumen, alguna página particular, algún renglón o de plano algunas palabras (incluyendo los puntos y comas) y así ganaban la simpatía del anfitrión. Otros balbuceaban apenas, pero de alguna manera lograban expresar su sincera veneración ciega por el maestro Zhu. Otros muy elocuentes, por mucho que hablaban jamás se pasaban de la raya. Las estrellas escoltaban la luna, los pájaros cortejaban al ave fénix. ¡Todo un espectáculo!
Entre todos destacaba una joven delgada, tal vez algo mayor, pero de apariencia muy juvenil, con un tono meloso, ora se ponía los anteojos ora se los quitaba, hacía pucheros y se veía muy simpática. Ella con mucha naturalidad tomaba el liderazgo entre los jóvenes reunidos, se llamaba Yu Qiuping.
La vida en la ciudad zutana y de Zhu Shendu, era cada día mejor, cada día más ordenada. Pronto saldría una edición de lujo de sus siete volúmenes. Le tomó cuatro meses completos para revisar la nueva edición, en total corrigió siete palabras y seis comas, y sugirió nuevas ideas acerca del formato de la edición, la tipografía y el tamaño de letra. Además, le pidió a Yu Qiuping escribir un prólogo de 752 palabras para la nueva edición. El profesor estaba extasiado.
Yu Qiuping manifestó que al concluir “el prólogo” comenzaría a trabajar sobre la “Biografía de Zhu Shendu”. Le pidió clasificar sistemáticamente sus fotos desde niño y reunir todos sus manuscritos. Zhu Lao contentísimo por dentro, esbozó una leve sonrisa y dijo: “Olvídalo, a quién le puede interesar eso.”
De no haber ocurrido aquel inesperado “Incidente de Zhao Xiaoqiang”, los días de Zhu Shendu transcurrirían eternamente en perfecto orden como las manecillas de los relojes Europa de paréd, tic, tac, tic, tac.
A las 8 de la noche del 22 de Noviembre de 1983, Yi Qiuping agitada entró a la sala de huéspedes del Doctor Zhu Shendu. En su estado de exaltación, a la hora de quitarse el abrigo, se le cayó un hermoso botón azul, espectacularmente radiante. El saludo hacía el Doctor Zhu tampoco era tan cálido y dulce como de costumbre, más bien se veía acelerada y confundida. Zhu Shendu primero frunció el ceño luego, las cejas y observó cómo Yu comenzaba a hablar incluso antes de sentarse en el sofá: “El joven Zhao públicamente le contradice.”
“¿Quién es el joven Zhao? ¿Qué contradice?” Zhu Shendu no entendía nada.
“Es aquel Zhao Xiaoqiang.”
“¿Cuál Zhao Xiaoqiang?” Zhu, cada vez más descontento, dejó escapar entre los dientes aquellas tres sílabas Zhao, Xiao, Qiang, como si analizara algún microbio, producto de un coprocultivo.
“Es aquél calvo” – Yu Qiuping con cada palabra se ponía más ansiosa – “su madre se divorció, en la escuela solía robarse las peras en los parques públicos. Aquel que se fue a estudiar a Canadá técnicas de criar peces dorados, publicó un artículo donde argumenta que el mejor momento para darse un baño es la mañana.”
Zhu Shendu sintió aquellas palabras retumbar en sus oídos. “¡Cómo que en la mañana!” Comenzó a tartamudear: “Bababababañarse por la mamamamañana es como haaaablar con los pies o pedirles a los gagagagallos poner huehuevos.”
Yu Qiuping abrió su pequeña bolsa de mano, hecha de piel artificial, muy a la moda, sacó un periódico local y lo abrió en la tercera página donde estaba el escrito de Zhao Xiaoqiang “Vivencias en Canadá”. El doctor Zhu se tardó un poco en encontrar sus anteojos, finalmente los halló y miró los párrafos cruciales, ya subrayados con lápiz rojo por Yu Qiuping.
“…. La mayoría de mis paisanos acostumbran bañarse antes de dormir, sin embargo los canadienses, prefieren bañarse por la mañana …..”(Yu Qiuping subrayó el párrafo)
Peinó con la mirada la página del periódico y a pesar de todas las marcas y señas, no encontró otra cosa, más que aquella frase subrayada. Al lado venía “Tips para la vida – Cómo eliminar el mal aliento” así que aquella frase sólo mereció un “Hmmm” por parte de Zhu Shendu.
“Para decir verdad”, — Yu Qiuping a la hora de hablar fruncía sus dulces labios que, como pala en la tierra, iban y venían — “bañarse por la noche o bañarse en la madrugada no es un asunto tan simple. ¿Qué pretende ese Zhao Xiaoqiang? ¡Se cree mucho por haber estado en Canadá? ¿Acaso la luna de Canadá es más redonda que la China? Yo ni que me pagaran iría a Canadá. ¿Por qué la gente sale y se cree superior? ¿Quién puede asegurar que el baño canadiense es correcto? ¿Acaso en nuestra ciudad viven canadienses? “¿Acaso más de noventa por ciento de nuestros obreros, líderes, y campesinos han ido a Canadá? ¡Y si los canadienses no respetan a sus padres nosotros tendremos que seguir su ejemplo? ¡Además Canadá es….!
A Zhu Shendu se le llenaron los oídos de “Canadá”. Con su cabeza hinchada a punto de explotar, movió la mano: “es un joven terco, no le hagas caso…”
Sonó el timbre. Tres discípulos favoritos, que la noche anterior lo habían visitado, vinieron a expresarle su solidaridad por las “estupideces” del irreverente Zhao Xiaoqiang. Enfatizaron, sobre todo, la actitud irrespetuosa de Zhao Xiaoqiang, aseverando que de ese modo la actual “bañología” sería derrocada de raíces.
“Ya, párrenle” – Zhu Lao se enojó, – “un mocoso que apenas salió un rato al extranjero, que repite como papagayo estupideces dichas por otros, no vale la pena ponerle tanta atención”.
Al terminar, bostezó expulsando tal cantidad de aire que sus pobres cuerdas vocales sufrieron una gran sacudida y emitieron algo parecido al canto nocturno del gallo. Aquello otrora era señal de despedida, pero esa noche anunciaba “truenos y relámpagos”.
Esa noche la postura de Zhu Shendu aún era digna, pero a los dos días cuando por todo la ciudad corrían rumores de que “Zhu Shendu estaba enojado”, “Zhu Shendu había dicho que Zhao Xiaoqiang era ignorante”, “El profesor Zhu Shendu había dicho que Zhao era un estúpido y muy condenado”, “que Zhao era un miserable”, “el doctor Zhu había dicho que Zhao era un besa culos de los extranjeros”, “el profesor Zhu dijo que ….”
Los rumores corrían y corrían hasta llegar a los oídos de Zhao Xiaoqiang.
Zhao Xiaoqiang también tenía “hermanos” que lo rodeaban. Entre ellos el más vigoroso era un joven cojo, alto, flaco con barba de chivo y mirada de mujer, se llamaba Li Lili. Enojado y golpeando los puños decía: “Ellos carecen de cultura, carecen de conocimientos, son tontos e insensibles, su “bañología” no es más que una sarta de estupideces, sólo les queda un camino posible – “el crematorio”.
Zhao Xiaoqiang estudió zoología, realmente había hecho algunos experimentos de transformación genética con los peces dorados, tal vez por eso Yu Qiuping había dicho que “salió del país para aprender criar peces dorados”. Jamás imaginó que su pequeño comentario publicado en la cola del periódico suscitaría tal oleaje. Se arrepintió de haber escrito esas pamplinas insignificantes. Con severidad interrumpió las críticas de Li Lili hacia el profesor Zhu: “el honorable maestro Zhu tiene sus méritos, Su familia, generación tras generación, han trabajado a favor del baño, trayendo gran prosperidad a su ciudad. Su contribución histórica no está en duda. El Maestro Zhu habla muy bien, japonés, siempre me ha cuidado, me ha formado, pude ir a Canadá gracias a la recomendación de Zhu, él es mi benefactor, mi conciencia jamás me permitirá olvidar eso. Aquí sólo se trata de un malentendido que hay que aclarar, eso es todo.”
Los labios de Li Lili temblaron de coraje. Apuntando a Zhao decía: “nerd, ratón de biblioteca, entre más estudias menos entiendes, Lin Biao*** lo dijo bien – perdió el cerebro y ni supo dónde.”
Zhao Xiaoqiang sonrió, los huéspedes como Li Lili siempre eran bienvenidos en su casa, hablaban, reían y a veces sacaban algún provecho de las pláticas. Pero él no era como ellos, él no quería ni pretendía convertirse en su “líder espiritual”, no necesitaba ni planeaba ocupar a Li Lili ni a otros como consejeros, o asistentes, o banco de ideas o como séquito.
Ellos hablaban, traían una que otra novedad, él sólo los oía, pero tenía sus asuntos, sus posturas e ideología bien definidos.
El día siguiente marcó a la casa de Zhu Shendu. Toda la mañana no pudo comunicarse, al medio día por fin lo logró, pero Zhu estaba comiendo y al saber que la llamada era de Zhao Xiaoqiang, no la tomó. A los veintidós minutos marcó de nuevo, le dijeron que Zhu dormía la siesta. Marcaba por la tarde, pero la línea siempre sonaba ocupada. A las cinco de la tarde de plano se lanzó a verlo. Zhu Shendu molesto lo recibió. Hablaron del clima, pero la plática no fluía. Sin querer tocaron el tema de Canadá. Zhu Shendu dijo: “Ir una vez a Canadá y creerse mucho por ello no es correcto”. Zhao, sumamente incómodo, balbuceó un sí y luego casi tartamudeando añadió: “En el artículo del periódico nocturno sólo mencioné lo del baño, jamás pensé enfrentarme a alguien…”
Aún no terminaba la frase cuando Zhu Lao comenzó a gritar. Aunque era algo viejo, pero saltó del sofá con gran agilidad: “no me vengas con eso, no te pedí que vengas a darme una cátedra sobre la bañología. ¿Acaso piensas que soy inculto? ¿O de plano tonto? ¿Acaso me quedan más caminos que el crematorio?”
Zhao Xiaoqiang estaba estupefacto. ¿Cómo fue que las palabras dichas por Li Lili sólo apenas hace menos de 24 horas, una tras otra, con puntos y comas, ya habían llegado a los oídos de Zhu? Tal vez Zhu en su casa instaló aparatos para espiarlo. Y si así fuera, qué bueno, porque así Zhu se daría cuenta que aquellas tonterías no fueron dichas por él, él ni siquiera las secundó, al contrario, las paró en seco. Pero le corroía la duda, ya que aquellas tonterías fueron dichas en su casa, él a Li Lili le ofreció el espacio y el tiempo para decir aquellas palabras, fue él quien atendió en su casa al responsable de aquellos comentarios irresponsables e incluso insultantes. La lógica es simple, Li Lili no fue a casa de Zhu para decirle aquello, y tampoco se paró en un semáforo para emitir su declaración, sino lo hizo precisamente en su casa. ¿Acaso no estaba involucrado? ¿Acaso podía hacer una declaración ante Zhu para eximir su responsabilidad y echarle toda la culpa a Li Lili y luego junto con Zhu regañar a Li Lili como se lo merecía?
Por ello sólo pudo balbucear, por más que deseaba las palabras no salían. Al principio al oír aquel comentario, Zhu Lao no los creía del todo, pero en aquel instante todos los comentarios, palabra por palabra en hilera, salieron de su boca. El enojo era real, en cuanto a los comentarios él aún no tenía certeza. Sin embargo, la extraña actitud de Zhao lo convenció que todas las palabras habían sido dichas por él. ¿Si fueran falsas, por qué Zhao no las negaba, por qué no acababa con los rumores de una vez por todas? La mosca muerta de Zhao Xiaoqiang bien que sabía insultarlo. Al pensar eso, Zhu por poco se desmayaba.
Zhao Xiaoqiang, desolado, caminó hacía su casa. En sus oídos retumbaba el coraje de Zhu, ante sus ojos bailaba la sombra del Zhu enfurecido, particularmente su nariz temblorosa y sus labios sumidos como una daga le provocaban a Zhao angustia y temor. Se arrepintió de haber ido a buscar a Zhu, solo se metió a la boca del lobo. Mientras caminaba como perdido un “toyota” por poco y lo atropellaba en un semáforo. Tres carros de diferente dirección frenaron en seco frente a él. El oficial de tránsito y los choferes los reprimieron. Luego el oficial lo llamó y le dio a solas una lección de tránsito. No entendió ni una de las palabras del oficial, sólo siguiendo el ritmo de su vos, asentaba con la cabeza y murmuraba sí, sí. “Muestra Ud. una buena actitud, por ello esta vez no lo infraccionaré. Tenga más cuidado en el futuro.” La última recomendación del oficial era la absolución. Finalmente comprendió y sonrió.
Durante los dos minutos que permaneció en la acera observó el enorme cartel de una película debajo de las luces – “Nuestro Niu Baisui”. Un campesino regordete con palillos y plato en la mano, sentado en la mesa, al parecer trataba de contentar a su esposa enojada para que comiera. Pensó Zhao que la vida era chistosa y algo cansada, y su estado de ánimo mejoró un poco.
De regreso a casa se puso a ver las noticias mientras cenaba con su esposa. Varios líderes de China se entrevistaban con sus homólogos extranjeros. La actitud de los anfitriones y los huéspedes era solemne, su postura, recatada, incluso las alfombras, los sofás, las teteras, las tazas, los candiles y los cuadros de la pared estaban impecablemente ordenados. Zhao se entusiasmó. Luego vino “Los lugares del mundo”. Hablaban de algún país africano. Primero mostraron alguna ciudad bulliciosa y concurrida, luego un desierto interminable, y luego algunas danzas primitivas, luego algún espectáculo lleno de luces y sonidos sin ton ni son y unos cantantes raros, en pocas palabras, ridículo.
Al otro día por la mañana Zhao Xiaoqiang y sus compañeros hablaron sobre “la bañología”. La solemnidad en la sonrisa de Zhao era digna para recibir un dignatario distinguido. “Sobre estas cuestiones vale la pena polemiza, hay que permitir que las cien flores florezcan, cada uno debe opinar, es bueno avivar las discusiones, ¿por qué tener miedo?” “Claro que respeto al maestro Zhu Shendu. Valoro mucho sus contribuciones a la bañología sin embargo no considero que cada una de sus palabras son apologías de la verdad. Además ¿qué hay de malo que yo aporte alguna información fidedigna acerca de Canadá, o simplemente discrepe en algo o añada algo nuevo?
Zhao Xiaoqiang se dio cuenta que, a pesar de su sinceridad, espontaneidad, elegancia, sus palabras no convencían a sus confundidos e intranquilos oyentes.
Aquella noche, después de la pelea con Zhao, Zhu estaba algo arrepentido, sin embargo, su carácter era algo particular, entre más sabía que había metido la pata más se enojaba con el prójimo. Estaba convencido que eran las malas intenciones, los arrebatos y las provocaciones ajenas las que lo hacían cometer errores. Claro que él no debía de bajarse al nivel de aquel jovencito y permitir perder su reputación. Por ello los días siguientes se dedicó a hablar en distintos foros con mucho estilo y altura: “sea bienvenida la polémica, es importante debatir sobre el modo correcto de bañarse.” “Mis escritos no son conclusiones, ningún individuo por sí solo posee la máxima verdad” “Los jóvenes retan la autoridad, se atreven a opinar a ofrecer nuevos puntos de vista.” “En mi familia todos mis ancestros se han enfrentado a la autoridad, todos han luchado en contra de las tradiciones.” “Yo precisamente soy un anti tradicionalista.” Seguido solía añadir, “la verdad entre más se discierne más se aclara. El buen oro no teme al fuego forjador.” “La verdad se desarrolla a partir de combatir las mentiras” y otras frases solemnes y grandilocuentes, desde su postura de vocero de la verdad.
Las palabras de cada uno llegaron a los oídos de cada uno. Hasta los secretos del Buró Político llegan a filtrarse, ¡Y qué decir de esa situación! Después la guerra entró en receso, los dos se calmaron un poco.
Sin embargo, la polémica de la bañología para una buena parte de los círculos intelectuales de la ciudad fulana y la provincia zutana se convirtió en la temática preferida de aquel invierno a punto de iniciar. Había sin embargo otros temas que también acaparaban la atención de la población de allí: las críticas a la novela “El frondoso pasto de la pradera” de Zhang Xiaotian, la exposición de ropa de pluma de ganso, el caso de una niña mimada que envenenó a su madre por no haberle comprado helado y cuyo padre se suicidó después de matar a la criatura y por supuesto el pleito entre los dos bañólogos, el viejo y el joven. El chisme preferido era “la problemática de la relación” entre Zhu Shendu y Zhao Xiaoqiang. ¿Cuáles eran los antecedentes de esa relación? Todos querían penetrar los niveles profundos de aquella polémica.
Distintas personas les preguntaron a ambos las mismas preguntas. Zhao sin ganas narró la historia de su desafortunado artículo, y Zhu comentó sin querer el asunto de bañarse por la noche o por la mañana. Las respuestas de ambos decepcionaron al auditorio que encontraba la supuesta discrepancia, sin argumentos e incluso algo aburrida y nada teatral. Ambos negaron tener “problema de relación”. Sin embargo, la discreción de ambos mostraba que “la problemática en su relación” era muy seria y profunda. “No es común”, “hay algo oculto”, “es un conflicto de intereses muy actual que sin embargo viene desde el pasado”, así pensaron casi todos.
En la ciudad zutana de la provincia fulana tal parecía que el pasatiempo favorito de algunas personas era analizar a profundidad las “relaciones” de los demás. Parecía incluso que existía un “Buró federal de investigación” o un “Comité de investigaciones secretas”. Al poco rato desenterraron un montón de materiales sobre los “antecedentes ocultos” y mucha información de consulta interna. Yu Qiuping y sus amigos determinaron que Zhao Xiaoqiang no estaba contento con el trato recibido en su unidad de trabajo ni con la vivienda que le tocó. Zhao, después del baño de oro en el extranjero, planeaba convertirse en el director del departamento de fisiología de la Academia de Ciencias de la provincia, quería ser promovido dos niveles en el puesto y tres niveles en el salario, quería además mudarse a un departamento de tres recámaras y una sala y recibir el nombramiento de investigador titular y como si eso fuera poco, anhelaba que su única hija, que apenas estaba en primero de secundaria, pudiera asegurar su lugar en alguna preparatoria buena. Como no logró nada de eso, comenzó a sospechar que el profesor Zhu Shendu le ponía trabas, así que desarrolló sentimientos de odio y rechazo y decidió golpear la autoridad de Zhu. Otro ofrecía nuevos materiales complementarios: en una charla de té entre científicos, Zhao Xiaoqiang extendió la mano para saludar a Zhu, pero aquel, ocupado con el presidente del Consejo de Consulta Política, despreció la mano extendida de Zhao. Aquella indiferencia, por cierto, nada intencional, hirió profundamente la autoestima de Zhao. …
Li Lili y sus amigos también analizaban el fenómeno. En la ciudad fulana cualquiera que tuviera el mínimo deseo de destacar en los círculos científicos o culturales, corría a la casa de Zhu. Saltabas el umbral de la puerta del dragón y tu precio subía más de diez veces. Quién visitaba el puerto Zhu lograba una suerte de licencia especial, pues a su paso todos los semáforos se ponían en verde. Y Zhao, ese hombre pulcro, recto y muy estudiado, cuando regresó al país duró más de un mes sin ir a la casa de Zhu. Desde entonces Zhu simplemente ya no tragaba a Zhao. Alguien en voz baja aportó información “ultra secreta” – en la ciudad fulana vivía el profesor agrónomo Shi Kanlü, viejo oponente de Zhu. Zhao al otro día de volver de Canadá corrió a saludar al profesor Shi y además le regaló dos paquetes de café soluble, Coffymate, maquinilla rasuradota automática, un reloj despertador con radio y dos grandes bolsas de complementos alimenticios occidentales. Mes y medio después se dignó en ir a la casa de Zhu y sólo le regaló un paquete de cigarros “555” y un encendedor de la marca “Camel”. Sin poner ni una gota de agua, sembró la semilla de la enemistad.
La indagación desde el aspecto histórico se trasladó al ámbito más profundo de la psicología y la personalidad. Algunos decían que Zhu entre más viejo era más envidioso, pues no permitía que nadie y en ningún aspecto lo superara. “Zhu Shendu es envidioso” – decían burlándose. Otros decían que Zhao era un joven presumido que miraba a todos desde arriba y no permitía que nadie obstaculizara su camino. Luego pasaron al campo político y noticiero. “los jóvenes contra los viejos”, “el nuevo partido contra el viejo partido”, “el occidente versus oriente”. Todos opinaban y la discusión era cada vez más interesante. Un crítico de tiempo libre llevó la polémica incluso al a los terrenos de “la praxis” y “verdad absoluta”.
En resumen, los investigadores y los analistas amateurs de “la problemática de las relaciones humanas” coincidieron que “el conflicto Zhu – Zhao” no era casual, sino todo lo contrario, correspondía a las leyes naturales y era completamente inevitable. Las palabras fluían y la obra teatral tomaba cuerpo. En pocas palabras, esa era la manifestación en la ciudad zutana del profundo conflicto social que existe en todas las partes y en todos los tiempos entre los de arriba y los de abajo.
Siempre habrá algunas personas – entre ellas los jóvenes – que oyen la palabra conflicto y se alegran, oyen la palabra conflicto y se les despierta el morbo y les escurre agua por la boca. Ellos se pueden juntar y con unas copas de Laobaigan y un poco de botana de frituras de camarón, pasar el día entero y la noche entera analizando sin parar el inicio y el probable desenlace de la “guerra Zhu – Zhao”, su significado, los secretos, las últimas noticias, las posibles predicciones…
En una plática pueden repetir treintaitres veces la misma información. Por ejemplo, al hablar sobre la visita de Zhao a Shi y los regalos que le llevó, en cada repetición, había una innovación. Pero al auditorio no le importaban las imprecisiones. Después de escuchar lo mismo 33 veces sentían que era la primera información que les llegaba, la repetición No. 33 era igual de fresca que la primera. Felices y emocionados, guiñaban los ojos, palmeaba, zapateaban como si oirían un gran secreto.
El atractivo de los conflictos humanos no tiene límite. La tradición de intrigas y conspiraciones de la época de Primavera y Otoño y los Reinos Combatientes es larga y antigua y sin embargo siempre se renueva! ¡Es única e incomparable! “Esa manía por la “ciencia de las relaciones humanas” tiene la capacidad de formar a muchas generaciones de “científicos locos”. Mientras en el occidente existe la “revolución sexual”. “la revolución de la informática”, en China florece “la revolución de la ciencia de las relaciones humanas” y “Las listas de Fans”. Los novelistas chinos en lugar de escribir sobre el amor, la vida y la muerte, sobre aventuras, sobre la sabiduría, la personalidad, la conciencia, las costumbres, los sentimientos, el sufrimiento, lo típico, deberían de escribir sobre las relaciones humanas, sobre la lucha y los conflictos entre los hombres y en la mayoría de los casos entre buenos hombres. Sólo con novelas repletas de espíritu nacional, histórico, típico, lleno de subconciencia colectiva, de tradición y modernidad, podrán llegar a las profundidades del alma del lector. Sólo así tendrán aceptación entre los doctos y los legos, los jóvenes y los viejos, los de antes y los de después y serán de utilidad en la vida cotidiana y durante los viajes.
Al terminar el análisis vinieron las acciones. Buscaron por separado a Zhu Shendu y a Zhao Xiaoqiang, otros buscaron a Yu Qiuping y a Li Lili, el propósito era “tomar partido”. “Tomar partido” era una palabra moderna, creada durante la Revolución Cultural. Significaba aliarse a una persona, o a un grupo (en aquel entonces se refería a adoptar una postura revolucionaria). “Tomar partido” es como solía hacerse en el viejo Shanghai o en el actual Hong Kong cuando la gente le apuesta a un caballo en el hipódromo. Algunas personas consideran que tomar partido es un atajo para ganar la batalla de la vida.
Algunos buscaron a Zhao. Primero criticaban e incluso insultaban a Zhu. Los insultos eran variados y tantos que Zhao no comprendía sus intenciones. Otros buscaron a Zhu. Explicaban que la actitud de Zhao era clara muestra de la descomposición social, de la degradación del espíritu académico, y de los malos hábitos entre los jóvenes. Otros buscaron a Yu Qiuping, le llevaban información acerca de las travesuras que Zhao había cometido de niño, incluso, se basaban en las cachetadas que la hija de Zhao le propició a un compañerito del Kinder, para decir que “de tal palo tal astilla” o en ese caso “de tal astilla tal palo”. Por otro lado, cuentos populares corrían de boca en boca y todos se basaban en una información fidedigna que había oído y a su vez transmitido Li Lili, acerca de la esposa de Zhu quien solía maltratar a la sirvienta. Incluso, un hombre 13 años mayor que Zhao y seis niveles por encima de su salario, algo conocido en la ciudad, una vez tomó la mano de Zhao y con mirada fija y aliento caliente le dijo: “el tiempo está por delante, camarada Zhao, tarde o temprano te darás cuenta de que yo estoy contigo, yo te apoyo, te admiro.”
A Zhao se le revolvió el estomago, por poco y vomitaba los ravioles de puerro y carne de puerco que comió la noche anterior.
Uno que practicaba Qi Gong duro, de cabellos largos, que había publicado en el periódico nocturno dos mini novelas, visitó a Zhu y le dijo: “desde cuándo supe que ese Zhao era un canalla. Señor Zhu, Ud, con tan sólo que se fije en mí, el día que me necesite mándeme una señal y allí estaré.”
Quién sabe por qué al escuchar eso Zhu Shendu tuvo taquicardia por más de 24 horas. Verdaderamente sintió miedo con sólo pensar que aquel joven de cabellos largos con su Qigong duro o sus otras técnicas especiales pudiera matar a Zhao.
Otras personas, más inteligentes, no tomaban partido. Ellas buscaron compromiso. Veían a Zhao y le sonreían, veían a Zhu y también le sonreían, veían a Zhao y lo saludaban amablemente, veían a Zhu y lo abordaban con cortesía, veían a Zhu y se llenaba de alegría, veían a Zhao y se colmaban de felicidad. Siempre precavidos, sin mostrar inclinación alguna, a ambos le ponían la misma cara.
El viejo Zhu y el joven Zhao estaban hartos y aburridos con todos los comentarios, pero no se podían esconder y tampoco buscar espacios de réplica. Zhu no podía voltearle la espalda a Yu Qiuping, y tampoco podía correrla. Zhao tampoco podía hacerle eso a Li Lili. Ninguno de los dos podía socavar su pedestal y permitir quedarse sólo.
Poco a poco te acostumbras a lo raro y simplemente dejas de prestarle atención y ya. Zhao así se consolaba. Los hombres grandes no deben fijarse demasiado en los errores de los de abajo. Siempre hay que conservar la frialdad de los médicos y el temple de los doctos. Zhu así se reconfortaba. Sin embargo, ambos ya cayeron en el lodazal de la compasión y las intrigas, ambos eran cabecillas de sus bandos y no podían salir del ruedo.
Poco a poco ese chisme se diluyó. Los fans de ese tema trasladaron su interés en quién sería el sucesor de presidente municipal de la ciudad fulana.
Una pequeña revista de la capital en el primer número del año 1984 publicó el informe “Los estudiantes regresan a casa y despiertan polémicas”. Lo escribió un periodista de la revista quien hacía seis meses había visitado a su colega Zhao Xiaoqiang. Zhao no recordaba el asunto cuando recibió dos ejemplares de la revista.
El artículo era más o menos fidedigno, pero sí venía una que otra exageración. Recordó que los talentos de muchos periodistas justo dependen de esos adornos y exageraciones, algunos incluso han ganado fama sólo por sus adornos y falsas exageraciones, y se calmó.
El artículo reportaba las palabras de Zhao: “a nosotros verdaderamente nos hace falta el espíritu polémico, polemizar sobre los asuntos y no sobre las personas, nos falta la convicción de que debemos de amar la verdad por encima del nuestro maestro. En el extranjero seguido pude ver a colegas que en los congresos debatía fuertemente acerca de algunas cuestiones, y al salir de allí seguían siendo buenos amigos. Aquí tenemos decenas de años hablando sobre la necesidad de aprender a discutir, a polemizar, pero aún no lo logramos. Primero, enemistarse con alguien, nadie se atreve, discrepar un poco sobre algo, es ser considerado como oponente que cuestiona la autoridad e incluso declara la guerra y así te enemistas con uno, con varios y al final con todos. Al final incluso se te olvida el tema de la polémica. Sólo recuerdas que al otro no lo puedes ver ni en pintura, mientras tanto, la polémica sigue sin fin. De esa manera ¿cómo será posible la prosperidad académica?”
El artículo seguía reportando las palabras de Zhao: “frente la verdad, todos somos iguales, es fácil decirlo, pero muy complicado ponerlo en práctica. No hablemos de poder, autoridad, estatus, con tan sólo un rango demás puedes acabar con el oponente. El puesto y la edad frecuentemente se convierten en el estándar de la verdad. Discutir con un mayor, no importa quién tenga la razón, antes que todo es la autoridad. “Prepotencia y arrogancia”, esas dos palabras acaban con todo el debate académico.”
El artículo al final describía al entrevistado: “Zhao Xiaoqiang fue a tierras lejanas para adquirir conocimiento para su patria, ambicioso, de firme voluntad, dice siempre lo que piensa, siempre está lleno de entusiasmo y buen humor, perspicaz, acertado, penetrante, todos sus movimientos reflejan firmeza y decisión. Tal parece que él trajo la primavera a los círculos académicos de su tierra, tal parece que él es la alondra que llegó para anunciar la primavera.”
“¡Qué chingón!”
Zhao leyó el artículo y suspiró, ora se sentaba ora se acostaba. La esposa lo consolaba: “Mira, no te preocupes eso lo dijiste hace medio año, tus críticas no están dirigidas a nadie, si no creen pueden escribir a Beijing y preguntarles, además el artículo no lo escribiste tú, aquel compañero tuyo quien acabó nuestro wisky le añadió flores y mariposas…”
“¿Para qué sirve hablar de eso?, ¿quién iría a investigar si mis palabras son ciertas o no? Cuando Wu Han escribió “La destitución de Hai Rui” la reunión de Lushan aún no se había celebrado, pero todos dijeron que ““La destitución de Hai Rui” se refería a la destitución de Peng Dehuai. ¿Acaso dejaron espacio de réplica?”
“Ahora son otros tiempos.”
“Yo tampoco dije que todo sigue igual.”
Dejando a lado la pelea sin fin de los esposos Zhao, aquel artículo como bomba atómica resonó en los oídos de Zhu. Yu Qiuping esa vez no estaba nerviosa ni tampoco temblorosa. Tampoco había subrayado líneas del texto, simplemente trajo la revista y con pasos livianos llegó frente al maestro, le dio la revista y le puso en las manos sus anteojos.
Ese corto artículo al maestro le tomó 45 minutos leerlo. Saboreaba palabra tras palabra, renglón tras renglón. Primero su cara experimentó cambios, roja, luego verde, luego amarilla y al final, blanca, entre más leía más se tranquilizaba, finalmente su cólera se transformó en calma, la humillación se tornó apatía. Terminó de leer sin decir nada, sólo esbozó una sonrisa insípida mordiéndose los labios.
Esa vez Yu Qiuping tampoco estaba emocionada, al ver la expresión de Zhu, ella sin decir ni una palabra, satisfecha por dentro, se retiró en silencio.
Zhu pasó una noche de insomnio, sonidos y voces extraños llegaban a su oído, sus labios ardían como enchilados. Aquel Zhao Xiaoqiang por todos los frentes extendía su arco, un sin número de cachetadas caían sobre las mejillas del profesor.
Bañarse en la madrugada o por la noche, ¿a quién le importaba? Lo que no se valía era engrandecer a Canadá y ningunear a China. ¿Qué cara pondría él ante sus ancestros? ¿Cómo se lo explicaría a las queridas montañas y ríos de la patria? ¿A los mártires del pasado? ¿A sus maestros? Zhu pensaba en eso cuando de pronto sintió hervir su sangre, sintió lágrimas calientes. Estaba dispuesto a perder la vida antes que permitir las herejías de Zhao. Ni muerto se perdonaría esa culpa. ¡Lo que importa es el carácter, es no ensuciarse las manos! En cuanto al pellejo apestoso, a quién le importa si se lava o no.
Sus siete volúmenes de “Argumentos a favor de la Bañología” eran nada. Tres generaciones, el espíritu de Yu Gong quien movió la montaña, los frutos de mil años de trabajo, todo ello se podía ir al diablo. Pero jamás se puede permitir que los ríos y las montañas desaparezcan, que el sol y la luna se opaquen. El caballero puede ser aniquilado, pero jamás humillado. No importa morir si antes has conocido la verdad. Al intelectual y al sabio que se pasan la vida quemándose las pestañas les importa la reputación y la cara. Si a inútiles como Zhao se les otorga la razón, el país dejaría de ser país, el baño dejaría de ser baño, y Zhao jamás podría descansar en paz.
Un sentimiento solemne y triste invadió al desolado Zhu produciéndole una sensación de profunda justicia y nobleza.
Al otro día Zhu comenzó a recorrer todas las instancias, el partido, el gobierno, el ejército, las organizaciones civiles, campesinas, obreras, mercantiles… Se dedicó a peinarlas todas explicándoles el problema de Zhao. Hablaba con gran seriedad y solemnidad, sin golpear a nadie, sin mostrar sobreexcitación o resentimiento alguno. Al contrario, sólo se refería al asunto, nunca a la persona. Enfatizaba que Zhao era un joven talentoso, con gran futuro. Justo por abrazar grandes esperanzas hacia Zhao, le había dolido sobre manera su desviación del camino. También recalcaba que él sería capaz de renunciar a todos sus cargos y méritos académicos con tal de tener tiempo y paciencia para seguir profundizando en el estudio de “la bañología”, seguir estudiando y discutiendo a fondo.
El invitaba a la gente opinar y criticar su “Estudio de la bañología”, su principio fundamental era “la arrogancia daña, la modestia embellece y la crítica fortalece”. Pero él jamás podría mantener silencio ante problemas tan grandes e importantes. El no podría dejar de expresar su postura, de lo contrario, sería un criminal ante el estado, la historia, la nación y la ciencia.”
Hablando y predicando así a los cuatro vientos, quién sabe si logró convencer al auditorio, pero a sí mismo vaya que se convenció. Era tan concienzudo, tan formal, tan sincero, tan revolucionario, tan dispuesto a morir. Él ya emprendió el camino en defensa a la verdad.
Hacía mucho pero mucho tiempo que no había sentido con tanta fuerza el espíritu de la verdad, de la pasión, del heroísmo, “… en la oscuridad y la penumbra se elevan los pinos, tranquilos y serenos a pesar de la tormenta…”, “sólo remano en contra de la corriente, sobresalen los verdaderos héroes.”
Sin lugar a duda esa era la madre de todas las polémicas sobre la gran verdad y la gran mentira. Se trataba de elegir la bandera, el camino, el paso correcto.
Con sinceridad a flor de piel, sin jamás perder la postura, la desolación crecía al grado de llanto.
Ese espíritu heroico pronto se apoderó de Yu Qiuping y sus colegas. Por todos lados llovían discursos feroces.
Las editoriales famosas y pequeñas también se conmovieron. Aquel editor, responsable de “Anécdotas de Canadá”, se conmovió hasta las lágrimas. Preocupado, consternado y acongojado, por todos los medios intentó a lavar su culpa. En la edición de la noche comenzaron a aparecer artículos que parecían criticar a Zhao pero tampoco lo criticaba tanto. Por un lado, decían que “la luna de Canadá estaba más redonda que la de China”, por otro lado, opinaban que “algunas personas al conquistar la hacienda del terrateniente se quedaban de paso con sus fusiles y sus concubinas”. Grandes discursos iban y venían.
Las cosas de este mundo son algo curiosas. Junto con las palabras desoladas de Zhu, venían críticas a la luna, a la pipa de opio y a las concubinas. Zhao Xiaoqiang de repente era un personaje sospechoso. Cualquier rumor insospechado se desató por la ciudad fulana y cuatrocientos kilómetros a su redonda. “Zhao aboga por eliminar los palillos y adaptar el cuchillo y el tenedor”, “Zhao aboga por clausurar a todos los baños públicos después de la siete de la mañana”, “Zhao a su esposa le puso cuernos.”, “Zhao Xiaoqiang aboga por prohibir los caracteres y adoptar el abecedario canadiense”, “Zhao en Canadá tuvo una amante, planeaba divorciarse de su esposa y emigrar a Canadá, los trámites de nacionalización ya estaban listos”, “La amante le escribía cartas donde ponía Dear Zhao, eso era algo como “querido Zhao”, “la aduana le había capturado a Zhao cuarenta radio grabadoras”, “Zhao Xiaoqiang había traído del extranjero libros y pinturas pornográficas”, “A Zhao en la aduana le encontraron artefactos anticonceptivos hechos en América”. Etc, etc…
Algunos amigos entusiastas sin miedo al cansancio fueron a visitarlos, otros, siempre a tiempo y con oportunidad los mantenían informados, otros mandaron cartas certificadas o cartas sin certificar, otros hablaron por teléfono, todos los días sin parar las noticias acerca del desarrollo de la situación llegaban a los oídos de los esposos Zhao. Algunos reportes eran sumamente vívidos, otros detallados y otros incluso conmovedores. Reflejaban el placer y el interés de sus autores al grado que los esposos Zhao sospecharon que tal vez los contenidos eran obra de los mismos reporteros que venían a jurarles lealtad. Ellos mismos componían los informes, los propagaban e incluso venían a casa de Zhao para reportar. Pero luego los Zhao decidieron que eso no era posible, porque si así fuera, sería difícil distinguir entre lo cierto y lo falso y deberían eliminar todo el contenido provocando placer a los enemigos y dolor a los amigos, se quedarían solos con la cola entre las patas.
Después de una hora Zhao le dijo a su esposa: “¡Qué desgracia! Creo que nuestras sospechas son algo patológicas. En Canadá ante estos problemas las personas buscan ayuda psicológica y se someten al psicoanálisis. A veces se medican un poco. Se dice que el hospital psiquiátrico de nuestra ciudad abrió una clínica de consulta psicológica, pero a los dos meses la clausuró. ¿Por qué sería? Si hubiera estado en Ottawa o en Toronto ……”
Aún no terminaba cuando la esposa se enfureció: “ya cállate, deja de decir tonterías, otra vez Canadá, ya basta con tu maldita Canadá. Te esperé tres años, a veces sin luz y otras sin agua, venían vientos y tormentas y nuestros vidrios rechinaban. ¡Y tú! Claro, en Canadá, tal vez hasta bailando en alguna discoteca…” La mujer azotó un vaso en el piso.
Zhao se paralizó. De pronto su pez dorado pareció tornarse una gigante tortuga marina. Finalmente se dio cuenta que su buena esposa no creyó los rumores que corrían sobre él en Canadá, pero en su honda conciencia quedaba la posibilidad de que algo de aquello fuese cierto – verdaderamente era un canalla que merecía morir.
Un personaje influyente en la ciudad después de oír el informe de Zhu Shendu, emitió algunos puntos de vista. Luego en diferentes reuniones repetía su postura. Sus palabras eran cálidas y conmovedoras. Decía que era necesario abrazar a los camaradas que hayan expresado una que otra opinión equivocada, había que cuidar los límites, ellos seguían siendo buenos camaradas, buenos patriotas. Ellos regresaron, y aunque no hubieran regresado seguirían siendo patriotas. ¿O acaso los chinos de ultramar no son nuestros amigos? Hay que darles tiempo para que cambien. Hay que saber esperar, si un mes no le basta, hay que darles dos meses, si un año no les es suficiente hay que esperarlos dos años. ¿Por qué el proletariado debería de temerles a los capitalistas? ¿Por qué el oriente debería de so bajarse ante el occidente? ¿El socialismo acaso le teme al capitalismo? Yo pienso que no debemos ponernos nerviosos, nuestra fuerza es gigante. El poder político y el militar están en nuestras manos. Aparte de aclarar las ideas hay que unir a los camaradas. Hasta con Jiang Jingguo nos uniremos. Que venga, lo invitamos que venga a pasear por el continente y luego si quiere que regrese a Taiwan. Claro, nada de eso es casual, entre más profundizamos la apertura, más debemos delinear los límites, debemos fortalecer …
Su discurso cálido y sereno llegó a cada célula del partido. En cada mención se enfatizaba que no era necesario ponerse nervioso, no había que inquietarse, de ninguna manera había que acelerarse. Nadie dudaba que ese deseo era sincero y verdadero, pero en la realidad, cada que se decía que no era necesario ponerse nervioso, la gente como que se ponía más nerviosa, nadie supo cuál era la razón de aquello.
Los que más sufrieron eran los negocios de baño. Aquí es necesario aclarar que en los años ochenta del siglo XX, la gran mayoría de los hogares chinos, incluyendo a los de las grandes urbes, carecían de tinas y baños en general. Algunos instalaron en sus casas tinas, pero no había agua caliente, pues sólo servían para decorar.
La gente se bañaba en baños públicos. Conforme el crecimiento de la población y la baja de los precios, los baños públicos no alcanzaban, bañarse cada vez era más complicado. En la ciudad los baños públicos trabajaban de las 7:00a.m. hasta las 10:00p.m., en total quince horas. Desde que se desató la guerra Zhu – Zhao, particularmente después del cálido y sereno discurso, los baños públicos comenzaron a tomar en serio el asunto de “tomar partido”. En aquella ciudad la familia Zhu durante tres generaciones ha sido la autoridad máxima en los asuntos del baño. Su autoridad se podía comparar con la que Lu Ban ejercía sobre los carpinteros, los herreros y los albañiles, y con la que Kafka ostentaba frente los escritores chinos de los años ochenta.
Una vez ocurrido el conflicto, el baño público “Limpieza y rapidez” pegó un anuncio:
“Este baño de acuerdo a las amplias masas y la tradición, durante más de diez años ha promovido la sana costumbre de bañarse por la noche. Para no emprender el camino equivocado de bañarse por la mañana, hoy anunciamos que nuestros nuevos horarios son de las 4:30p.m. hasta las doce de la noche.”
Dejando a un lado los errores ortográficos, el anuncio sorprendió por su rapidez en adecuarse a las circunstancias. El gerente del baño “Limpieza y rapidez” después de colgar el anuncio, se sintió inmensamente feliz, como el tercero que gana cuando dos se pelean, o como si con sus propios ojos hubiera visto a Zhao caerse al hoyo, sin siquiera saber quién era Zhao Xiaoqiang. Otros baños públicos siguieron su ejemplo.
Un amigo de Li Lili trabajaba en el baño “Modernidad” de la periferia. Fuertemente influenciado por Li, pegó un anuncio: “este baño conforme el aumento del nivel de vida del pueblo y con el fin de promover la modernidad en el género, desde la próxima semana laborará desde las tres de la madrugada hasta las once de la mañana. Después de las once pararán todos los servicios del baño y se venderá yogur. Se les informa a todos.”
Ese hecho provocó la furia de todos, particularmente de los usuarios. Pero el gerente de “Modernidad” sentía estar en la vanguardia de la sociedad lo cual le daba una insospechada alegría. Además, recibió algunas cartas de apoyo. Una persona experimentada le habló a Zhao por teléfono diciendo: “La modernidad” no está bien, ten cuidado”. Apenas fueron siete palabras, pero se tardó en decirlos un minuto y luego colgó. Zhao no sabía si reír o llorar, pues ¿qué tenía que ver él con “Modernidad”?
Zhao también tenía un gran dilema. ¿Bañarse o no? ¿Cuándo bañarse? Incluso “personajes influyentes” afirmaron que Zhao era patriota, sin embargo, extrañaba un poco a Canadá cuando se trataba del baño. Pero él confiaba que a la par de las cuatro modernizaciones, el día en el cual todos los chinos se podrían bañar a su gusto ya no estaba tan lejos. Habiendo condiciones en casa, la gente podrá bañarse en la mañana, al medio día, por la noche, entre dos sueños, después de un gran ventaron, después de sudar cada vez en los días de verano, sin discutir ni discrepar, la gente se podrá bañar a su antojo. ¿Cómo es que sin ni siguiera haber instalado el tubo de la ducha, ya estaba inmerso en la polémica de a qué hora era bueno bañarse?
El 14 de Febrero a las siete y cuarenta y cinco de la noche, cuando la polémica estaba en su apogeo, camino, Zhao entró al “Limpieza y Rapidez”. Estaba a reventar. Después de quince minutos un empleado lo llevó a las tinas. Se quitó la ropa y sumergió. La mugre no le teme al agua sucia. Incluso el agua sucia puede limpiar al hombre. Liviano y satisfecho, concluyó con el baño. Sintió haber renacido.
Al salir del baño, compró un bocadillo; caminando, comiendo y respirando aire fresco con ligero sabor a primavera, se sintió renovado.
Al otro día por la mañana, alguien le preguntó si anoche se bañó. Después de reconocerlo, le preguntaron si había modificado sus hábitos de bañarse por la mañana. Dijo que había dicho que era bueno bañarse por la mañana, pero jamás había dicho que sólo por la mañana, además jamás había perjurado que él sólo se bañaría por la mañana, y además jamás se había opuesto a los baños en diferentes horarios del día. El encuestador (preguntón) parpadeando sonrió: “sea como sea, tú decías que el baño matutino era mejor, tú enfatizabas el baño matutino, ¿acaso no reconoces haber dicho eso?”
Zhao percibió la humillación escondida en esas palabras y se sonrojó. Pero siguió insistiendo: “claro que también por las mañanas te puedes bañar, ¿qué hay de malo en eso?”
Pero entre más decía más sentía caer en la trampa.
Luego recibió una llamada de Yu Qiuping: “Soy Yu” – con voz dulce y cálida añadió: “El maestro Zhu se puso muy contento al saber que Usted con acciones concretas mostró su decisión de apartarse de los errores. Todos saludamos su rectificación. Cuando tenga tiempo, venga a la casa de maestro, dijo que le iba a atender con un licor especial hecho de azufaifa.”
Zhao se congeló.
El quince de Febrero por la noche Li Lili, con lágrimas en los ojos, llegó a verlo: “todos dicen que salió del camino. Yo no les creí. Casi llegamos a los golpes. Les dije que Ud. no era así, Ud. me lo diría. ¿Ud. anoche fue o no a “Limpieza y rapidez”?
Zhao Xiaoqiang pensó que para responder a esa pregunta uno tendría que ser por lo menos enfermo del cerebro. Se dio cuenta que el dogma no se cura con la dialéctica, se necesitan medicamentos antipsicóticos como la cloropromazína (neuroléptico) para resolver el problema. Agachó la cabeza sin decir nada.
Li Lili malentendió su postura y gimiendo dijo: “así que era verdad, ¿cómo pudo ser tan tonto?
Aunque vaya mil veces más a aquel estúpido baño, jamás lo reconocerán, jamás lo aceptarán. ¿Por qué tiene miedo a ser diferente a los demás? El valor del ser humano reside en sus particularidades. ¿Por qué insiste en alisar lo arrugado?”
“Tú …… últimamente… te has bañado?”
Zhao al terminar la pregunta se dio cuenta de lo estúpido de la misma. Aunque Li Lili vestía una camisa nueva, floreada de poliéster, y un abrigo amarillo de plumas, los diferentes olores que desprendía su cuerpo, atestiguaban que había pasado mucho tiempo desde su último baño.
Li Lili con dolor en el corazón, se fue. Las noticias no pararon. Una revista provincial, de carácter orientador, decía que la diversidad nacional le daba sabor al mundo, los zapatos de tela ya habían conquistado a América del Norte, pero algunos chinos insisten en vestir zapatos de piel. Los zapatos de piel vienen del occidente, pero allá ya pasaron de moda, ahora en el occidente lo más moderno son los zapatos de tela abiertos que llevan un cordoncito y tienen la suela rellena. Nosotros no podemos seguir los pasos de los extranjeros.
El artículo además señalando un ejemplo decía que los de Hollywood llegaron a China para comprar una película. Vieron un sinnúmero de películas llamadas “vanguardistas” y ninguna les gustó. Pues dijeron que lo que en China andaba de moda, en el occidente hacía tiempo que pasó. Finalmente les gustó “El funcionaríllo” por la que pagaron mucho dinero.
Zhao entre más leía más confusión sentía. ¿El artículo criticaba o alababa el occidente? ¿Pretendía que los chinos repudien al occidente o que sigan fielmente sus pasos?
Además, él dudaba de la veracidad del contenido. Pues él había estado tres años en Canadá, además viajó a Miami y otros lugares de EUA por más de un mes. Los americanos vestían zapatos chinos de tela porque allí hay todo tipo de zapatos y todo tipo de personas que usan cualquier tipo de calzado. De la misma manera en EUA hay gente que práctica Taijiquan, Yoga, que se rasura la cabeza para parecer monje, hasta hay gente con las fotos de Kang Sheng y Zhang Chunqiao en la mano vendiendo el libro rojo de Mao. Proclamar que los zapatos de tela son la última moda en EUA, quién sabe si es una noticia o de plano se trata de alguna anormalidad en cierta parte del cerebro.
Pero el periodista remataba diciendo que el artículo finalmente era una crítica velada a la “bañología” de Zhao Xiaoqiang. Al oír crítica velada, Zhao se asustó, ¿lo criticaban o no? No pudo saberlo con claridad. Aquellos que según más lo apoyaban eran los que más lo criticaban. Pero él nunca habló de los zapatos de tela o de la ópera de Henan. Ojalá y fueran críticas abiertas. O que lo critiquen o que lo dejen en paz.
A los pocos días una revista de salud de circulación nacional publicó un artículo diciendo que el modo de vida chino debía compaginarse con la tradición. Nadie le mostró el artículo, él sólo lo encontró. Lo leyó y se angustió. ¿Acaso era otra crítica velada? Eran ya demasiadas críticas, una tras otra. ¿Qué ocurría?
Su primo de provincia le mandó una carta:
“Hermano Qiang, los últimos años no te ha ido mal, estoy orgulloso por ti, pero seguir así no está bien, aunque las pequeñas desviaciones son entendibles. Cuídate.”
Zhao sentía estar en una licuadora de velocidades, entre más vueltas daba, la velocidad subía, y él no podía controlar nada. ¿Por qué la discusión sobre asuntos importantes y triviales siempre recae en las relaciones humanas y se convierte en pelea sucia entre perros callejeros?
¿Por qué esas discusiones te obligan a ser dogmático y absolutista? ¿Por qué al caer en ellas sientes estar pegado sin remedio para despegarse o simplemente apartarse?
Le preguntó a su mujer, pero ella no tenía la respuesta. De pronto alguien comentó que bañarse por la mañana tampoco era algo malo. Li Lili, muy contento, con dos cervezas Qingdao y una libra de orejas de puerco, llegó a verlo. Otros le hablaron para felicitarlo, pero él no salía del aturdimiento. Incluso por las noches después del placer de la intimidad, la joven pareja se ponía a hablar sobre el inexplicable conflicto con Zhu Shendu. No más de mencionar ese tema, a él le empezaba a faltar el aire, le venía taquicardia, se le entrecortaba la voz y le costaba trabajo hablar. Aquello eran síntomas de… ¡O cielo!
Tal vez mañana será mejor. Como después de una borrachera, el día es claro, el agua es pura, todo está bajo control, los pleitos e incluso las peleas se alivianan y poco a poco se desvanecen. Tal vez, así será mañana.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…