Por Jorge Carrasco

Palabras clave: identidad, lucha de clases, coloquialismo.

Resumen: La realidad indígena en América es presentada en el poema como una problemática actual y por tal motivo requiere para el hablante una solución actual. El pasado, aunque grandioso, es irrecuperable; la solución es construir con ese pasado una vida nueva; de ahí que el mensaje del hablante esté dirigido a la descripción de una nueva situación sociohistórica del indio americano, que exige su liberación de clase subordinada, marginal, en un sistema capitalista.  

INTRODUCCIÓN

Raymond Williams apunta que el término cultura pasó en la edad moderna de ser sinónimo de civilización a ser su antónimo, en el sentido de manifestar una voluntad de cambio dentro de la sociedad, sin desligarse completamente de ella.

Buena parte de la obra de Pablo Neruda tiene esta impronta. Es una poesía que critica el funcionamiento de un sistema. Y en ese camino crítico muestra también la fragmentación identitaria del sujeto. El indio es un aborigen, por cierto, pero también un marginado, alguien que vive al borde de la historia. La intención de Neruda es convertirlo, también, en un militante, sacarlo de su pasividad histórica para que asuma un destino colectivo, el de la liberación de su raza.

El poema “El indio” pertenece al libro Navegaciones y regresos, publicado en 1959. Con el libro Estravagario, publicado en 1958, Neruda comenzó una etapa de revisión de su accionar pasado; fue abandonando de a poco el voluntarismo edificante de años anteriores, para entrar en un tiempo de aceptación de un sujeto que ve la realidad y su ser como contradictorios y cambiantes.

En el poema el hablante abandona la posición altisonante de la arenga con la construcción de metáforas contundentes de Alturas de Machu Picchu para adoptar una posición paternal de guía de conducta que se dirige a un interlocutor de menor nivel cultural. Es la causa de que el hablante adopte un lenguaje sencillo, pasible de ser entendido por el interlocutor.

Para realizar el análisis del poema, tomé en cuenta las características propias de la poesía social que menciona Vicente Aleixandre en “Algunos caracteres de la nueva poesía española” (1), y en base a esos conceptos estructuré, de manera híbrida, el contenido de mi trabajo.

VERSOS PARA LA ACCIÓN

Desde los primeros versos advertimos las características ineludibles de una poesía dirigida a las muchedumbres, según Vicente Aleixandre: lenguaje coloquial, técnicas épicas y narrativas y referencias al mundo cotidiano.

En el texto, el indio es una representación colectiva, refleja la situación de todos los indios del continente americano, por lo tanto, da cuenta de una visión americanista y de una crítica social que tiene un claro sesgo ideológico. En la primera estrofa se presenta su situación contrastante: la riqueza de su historia frente a la pobreza de su presente.

Este tipo de poesía se reconoce porque en líneas generales es un llamado a la acción, y para ello desmenuza un método de tres pasos: representa una situación desequilibrada, identifica la causa y exige un desagravio (2).

Pero este planteamiento tiene una realización original y duplicada en el texto analizado. El método de Neruda consta también de tres pasos: presenta el problema, incita a la acción y muestra el nuevo destino que se conquistará por medio de la lucha. En la primera parte del poema este proceso se cumple desde la estrofa uno, que presenta el problema; las estrofas dos y tres, que empujan a la acción; y la estrofa cuatro, que habla del destino tras la lucha.

En la segunda parte del poema, se repite el trayecto: las estrofas seis y siete describen la anomalía de su situación actual; la estrofa ocho es otra vez un llamado al protagonismo de la lucha, en cuyo final refleja un nuevo estado de situación en el cual el indio tendrá acceso, en una sociedad inclusiva e igualitaria, a los derechos que se le niegan.   

EMISOR Y RECEPTOR: UN INTERCAMBIO ASIMÉTRICO

En su llamado a la acción, el hablante-portavoz se dirige al indio con expresiones familiares cargadas de afectividad. Lo ve como un niño crecido, amurrado, caprichoso, amortiguado en el conformismo insano de su pasado perdido. Hazte cargo, le dice, la vida es una lucha y no hay destino fácil.

El didactismo del texto abunda en antítesis. La primera es vida/muerte.

“El mundo fue creciendo desde entonces,

desde que te mataron, y ahora no hay sitio

para que te retrates resurrecto”.

“Vamos! Vive!”

La antítesis tierra/cielo:

“Ándate de una vez a tu agujero

en la tierra, ya sabes

que tú no tienes cielo”.

En este juego de realidades se destaca la antítesis pasado/futuro porque es la que despierta al indio para la acción y lo empuja hacia el futuro a sacarse de encima la mochila de su derrota histórica.

“No hay más destino que el que nos haremos

a pura sangre, a mano,

y no es hacia abajo o hacia atrás la vida,

no hay carreteras en silencio,

no tienes, no tenemos nada que recordar”.

UN LENGUAJE COLOQUIAL QUE NOMBRA COSAS COMUNES

Uno de los rasgos llamativos del poema es su constitución lingüística. En ella, se produce una mezcla de registros: un nivel culto con un nivel propio del habla común.

Tenemos un hablante entero, seguro de lo que dice y expone. De la tercera persona que usa en la primera estrofa, salta con vehemencia a la segunda persona de la segunda estrofa, con verbos en modo potencial: lenántate, ándate, vive, en el tono atenuado de una orden o de un ruego. El sesgo paternalista, didáctico del hablante, se manifiesta en los vocativos familiares que usa para llamar al indio: grandullón, tontón, amigo.

Al mismo tiempo, es un lenguaje que nombra las cosas comunes del hombre común. Es el caso de las palabras: ropita, trigo, zapatos, gallinita, escuela, pan. Destacan aquí los diminutivos ropita, gallinita para dar cuenta de una realidad material mísera y degradante.Y es una muestra también de mostrar una expresión más franca, auténtica y sincera, propia de la oralidad, alejada del formalismo esteticista de la escritura.

Lejos de la abstracción teórica, la estrategia que desarrolla el emisor es relacionar la humillación de la vida cotidiana del indio con la lucha social, dejarle en claro que sus vivencias, aun las más insignificantes y anónimas, cobran un valor de prueba que exige una reparación.

LA MISMA LUCHA CON OTROS ACTORES

El poema nos presenta, de entrada, las contradicciones de un sistema sociopolítico según la mirada marxista-leninista de la historia. Dentro de esta jerarquía estructural de clases dominantes y clases dominadas, presenta la abierta voluntad del hablante-portavoz de convertir al indio en un proletario, víctima de un sistema social injusto.

En el texto “Algo sobre mi vida y mi obra”, el poeta aclara esta postura: “Reflexioné mucho después de mi visita a Cuzco (y a Machu Picchu). Pensé en el antiguo hombre americano. Vi sus antiguas luchas enlazadas con nuestras propias luchas” (3).

Relaciona el presente con el pasado: un hoy harapiento frente a un ayer esplendoroso. Lo incita a buscar su destino, a construir su propio camino y rechazar el destino arqueológico y de museo que le proponen “los otros”.

¿Quiénes son los otros? “Los señores con bigote y bala,/ todos estos señores con cadena, / estos señores con sillón eléctrico,/esta gente tan rica”. Gente que tiene las mismas características de los conquistadores españoles. Alguien que mediante la violencia los despojó de sus pertenencias.

La lucha histórica se entronca sin solución de continuidad en la nueva lucha de clases. La constatación humana del enemigo es la misma que hicieron sus antepasados (un ejemplo: los mapuches en La Araucana, de Ercilla, cuando descubrieron que los conquistadores no eran dioses sino humanos): darse cuenta de que sus opresores comparten las mismas fortalezas y debilidades de un hombre común. Así como para los mapuches ese reconocimiento fue fundamental para los acontecimientos posteriores de su lucha, para el indio colectivo del poema, convertido en proletario, es también el comienzo de su victoria, delante de un enemigo poderoso, pero no inexpugnable, en el plano de una lucha de clases y no en la construcción de una realidad étnica separada de la sociedad (4).

UN SER NUEVO, TERRESTRE

Tras la constatación de los rasgos del género que nos da Aleixandre, en el poema se advierten con claridad también “las convenciones que precisan un hablante cuya configuración presenta valores específicos y un lenguaje ideológico que expresa una visión sociopolítica del mundo para representar un mundo histórico” (1).

En resumen, el indio es un apátrida que espera y ya no tienen derecho a soñar, un derrotado histórico. Ante este escenario, la voz poética ancla el reclamo en una realidad histórica y social definida, cuyos actores sociales, en sus relaciones de poder, distribuyen roles de dominio y subordinación. En su papel de víctima social, el indio sufre pasivamente un destino armado por los otros. Por eso afirma con convicción: “Yo sé de qué se trata, y no hay destino”.

El destino es una lucha, una construcción en la tierra y no en el cielo. No hay lugar para el conformismo y la nostalgia. No hay resurrección; hay un nuevo nacimiento. Apela a que del indio americano no aparezca una versión del hombre antiguo, existente en la memoria y no en la realidad. Pide un hombre nuevo, activo, en igualdad de posición con el resto de los hombres, preparado para exigir un nuevo estado de ciudadanía. 

(…)

y se sabe

que ahora en alguna parte

se sienta el indio

como todo el mundo

y entra y sale y sonríe,

tiene escuela y sonrisa,

tiene pan y figura,

y eso, amigo, no sucede en el cielo,

porque en el cielo no sucede nada.

 

Notas

(4) “Lo que ocurre es algo mucha más amplio y, políticamente, más efectivo. Neruda utiliza un objeto indígena (Machu Picchu) como ‘raíz humana’, pero la humanidad indígena en sí misma está desatendida en su rica variedad y englobada en la categoría de ‘pueblo’ o clases bajas. Para Neruda, en pocas palabras, ‘el indio’ es ‘el pueblo’ antes que ‘el indio’ (…). Recordemos que para muchos de los marxistas latinoamericanos –quizá para todos-, los indios deben ser parte del proletariado. Se trata de un problema panamericano: la revolución no involucra la continuidad de lo indígena cuando adopta, como lo hace, un punto de vista no indígena”.

 

BIBLIOGRAFÍA

(1) Aleixandre, Vicente. Algunos caracteres de la nueva poesía española. Obras completas, volumen 2, Edit. Aguilar, Madrid, 1977.

(2) Wright, Eleanor. Las convenciones literarias de la poesía de protesta. Enlace aquí

(3) Neruda, Pablo. Algo sobre mi vida y mi lucha. Aurora, N°1. Santiago de Chile, julio de 1954, pp. 10-21.

(4) Tarn, Nathaniel. Pablo Neruda y la cultura indígena. Enlace aquí

Neruda, Pablo. Navegaciones y regresos. Editorial DEBOLSILLO, año 2003, Barcelona, España.