Crónica literaria de Eddie Morales Piña.

La escritura de cuentos es mucho más arriesgada que la de una novela. Siempre se ha tendido a comparar ambos formatos literarios en el transcurso de la historia. Grandes novelistas no han sido indiferentes al ejercicio del cuento. Este género narrativo tiene una cualidad esencial que no es otra que la concisión en la tematización de lo narrado. Por el contrario, la novela se caracteriza por la expansión de los eventos, a pesar de que andando el tiempo surgió la denominación de novela corta o cuento largo. Las formas narrativas se transforman y mutan. Así, el cuento, radicalizó su carácter conciso y dio origen al microrrelato. Los autores/as de cuentos se han dado el lujo de decir que, por ejemplo, el cuento gana en el primer golpe de lectura. Un buen lector de cuentos se dará cuenta en forma inmediata de este aserto. En el caso del escritor Jorge Calvo (Santiago de Chile, 1952) tenemos a la vista a un autor que ha cultivado tanto la novela como el cuento y el microrrelato. Por tanto, estamos en presencia de un creador que maneja bien los códigos narrativos de estas formas literarias.

El volumen que hemos leído recientemente se titula “e4 Batallas de una pasión. Cuentos” (2021) y está conformado por diez relatos cuyo referente es el denominado juego ciencia, esto es, el ajedrez. Debo confesar que nunca aprendí a incursionar en el famoso tablero con sus diversas piezas blancas y negras que hace enfrentarse a dos jugadores buscando el triunfo de una jugada maestra. Cuando leí la contratapa del libro y vi que se mentaba el juego, pensé que podría ser una traba para la comprensión de la escritura. Luego en el prólogo escrito por el propio autor se nos dice que el ajedrez es un pretexto.

Efectivamente, está muy bien dicha la expresión que podemos tomarla como lo que significa, pero, a la vez, como un pre-texto. Es decir, el ajedrez como una verdadera textualidad para ser leída. Tangencialmente -afirma el autor- aparecen las denominaciones propias del juego o de las figuras que se ubican en el tablero. Como una metáfora creo que el libro de Jorge Calvo es -en efecto- el tablero discursivo donde se despliegan las diversas jugadas creativas de los narradores que se nos van mostrando en cada uno de los relatos. El prólogo en sí mismo es casi un relato con una voz que revela el conocimiento de la disciplina que aúna mito, leyenda e historia. En otras palabras, el ajedrez como pretexto o pre-texto que adquiere ribetes del misterio de sus orígenes donde se entrecruzan las realidades recién enunciadas.

Jorge Calvo es un cuentista cabal. La lectura de estos diez relatos así lo atestiguan. La tangencialidad del referente -el ajedrez- es relativa, porque la disciplina está omnipresente. Lo interesante de la escritura de Calvo está en la manera como se articulan las historias y de qué forma se muestran las voces narrativas -no quiero entrar en disquisiciones teóricas al respecto, pero el lector que se adentre en estos cuentos ajedrecísticos podrá percatarse de las diversas modulaciones discursivas. Por tanto, uno de los rasgos significativos de la escritura del autor en estos cuentos está en lo recién afirmado. Otro aspecto que hay que indicar es que al interior de cada uno de los cuentos antes del despliegue de la historia están los epígrafes. Este recurso retórico funciona como verdadero paratexto, es decir, ilumina al lector cuando se ingresa al universo narrativo. Son también verdaderos epígrafes las siluetas de las piezas del ajedrez que anteceden la discursividad, al igual que las diversas fotos insertas entre las páginas. Los epígrafes de Calvo son una sobresaliente apertura tomados de variadas fuentes (Aznavour y Adamo -que han sido destacados intérpretes en la cultura popular como diría Bajtin- junto a Kavafis y a los maestros del ajedrez). Lo sorprendente es que al interior de los relatos las referencias intertextuales no pasarán desapercibidas, lo que le da una textura especial a la tematización de los asuntos. Precisamente, estos son variados. Calvo teje con precisión la trama en tiempos y espacios (los cronotopos bajtinianos) distantes donde la marca ajedrecística permanece incólume. Para quienes fuimos de la época de la Guerra Fría, los relatos enmarcados dentro de jugadores de las dos potencias imperiales -en aquel entonces, la URSS y USA- que no solo se disputaban el prestigio como maestros en el juego ciencia, sino que además debían vencer al enemigo en un simple tablero, o aquellos que osaban desertar aprovechando las coyunturas históricas, son relatos donde el entramado entre historia y ficción se da de forma excepcional. La ficcionalización ocurre, precisamente, por el elemento añadido -el concepto es de Vargas Llosa- que hace que nos sumamos en la maravilla de la creación literaria.

El conjunto de cuentos de Jorge Calvo atrapa al lector desde el principio -un artefacto lúdico, dice en el prólogo. La literatura, en sí misma, tiene este carácter que el autor maneja muy bien entrelazando diversas formas en el decir de los narradores que pasan de la seriedad discursiva a la ironía o al juego con el lector. No vamos a describir las historias que se despliegan en las páginas de esta obra. El potencial lector/a de Calvo deberá descubrir estos matices escriturarios. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar La celada de Odiseo que colocaría en primer lugar. Se trata de un verdadero palimpsesto de la escritura homérica con el famoso episodio del caballo de Troya y Kavafis -un oráculo moderno como conclusión. Un verdadero jaque mate escriturario.

(Jorge Calvo: “e4 Batallas de una pasión. Cuentos”. Santiago: Signo Editorial. 2021. 95 pág.).