Hace algunos meses atrás, a propósito de su primer libro de cuentos (Expediciones domésticas), afirmábamos que su autor Cristóbal Acevedo Ferrer era un narrador consumado. Esta aseveración podemos corroborarla con la lectura de su segunda obra con un título que no deja indiferente. Como lo hemos sostenido en más de una crónica, las denominaciones de los textos literarios -y de los no literarios también- no son azarosos. Son una verdadera clave de lectura como paratextos que son. Lo mismo ocurre con las portadas y demás signos que uno como lector puede hallar.
En esta segunda obra, Acevedo Ferrer, juega al titular su obra como DeMentes -sic, así-, pues podemos transitar por relatos que tienen que ver con la mente en cuanto las facultades que tenemos como personas, o bien como las alteraciones de esta. En este sentido, los narradores nos muestran situaciones inusitadas de mentes alteradas o que no pueden explicarse los eventos en que se ven envueltos, o simplemente son mentes trastornadas. La portada de algún modo explicita gráficamente lo que acabamos de decir. Entramos como lectores/as en un mundo narrativo inexplicable donde la lógica y la razón parecieran haberse esfumados en dichos espacios y tiempos. De alguna forma, la narrativa de Acevedo Ferrer, creo, que comienza a desplegarse por los senderos de la literatura fantástica en un sentido amplio de la expresión. Lo anterior es saludable, por cuanto confirma que este formato narrativo goza de buena salud, pues tiene una larga prosapia en la literatura hispanoamericana y chilena -y sin duda, en la universal.
Las diversas tematizaciones de las historias que se desarrollan en los relatos nos indican que estamos en planos diversos a la realidad concreta donde lo inusitado y lo inesperado nos hacen ingresar a otra realidad en que la incerteza y la locura -en definitiva- nos descolocan y nos ponen en un mundo distinto donde no hay seguridades en las experiencias narradas dentro de los parámetros de lo que consideramos como normalidad. El tema de lo fantástico en la literatura universal nos ha mostrado a lo largo del tiempo cómo se puede concretar este imaginario en el texto literario. En el origen de la literatura hispanoamericana -como escribió Carlos Fuentes- está la famosa metáfora de la nave de los locos, entre los que venía El elogio de la locura. La escritura colombina será como el pivote sobre el cual se construirá la imagen de América: una escritura plagada del imaginario medievalista y renacentista en las crónicas de Indias y cartas de relación. Andando el tiempo, todo aquello desembocará en el realismo mágico de García Márquez y en lo real maravilloso de Carpentier -y en lo fantástico, como en la escritura de cuentos inolvidables de Jorge Luis Borges o de Julio Cortázar, por ejemplo. Dentro de este contexto y tradición escrituraria es que ubicamos a Cristóbal Acevedo Ferrer.
Los cuentos de este libro transitan por lo fantástico -aunque también hay rasgos y caracteres de las otras dos modalidades mencionadas. Tzvetan Todorov en un ahora clásico libro (Introducción a la literatura fantástica, 1972) sostenía que lo fantástico se caracteriza porque los acontecimientos se tiñen de ambigüedad interpretativa no sólo al interior del texto, sino que esta se traspasa al lector en su experiencia de lectura. La dubitación interpretativa puede derivarnos hacia el género maravilloso o al género extraño dependiendo de si optamos o no por una explicación racional de los eventos. Lo fantástico puro sería mantenernos en la incertidumbre. Esta última sensación como lector es la que nos han provocado los diversos cuentos que componen la primera parte de la obra (doce relatos, incluido un microcuento) que son agrupados bajo el título de Dementes. El microrrelato se denomina Repercusión y tematiza un motivo recurrente en estas formas escriturarias: los sueños y las pesadillas. Ambas formas nos muestran el otro mundo paralelo a la no vigilia donde todo es posible y en que se funden elementos de la cotidianeidad con otros ajenos a ella. En el microrrelato -cinco párrafos y dieciséis líneas- Acevedo Ferrer relata como una bala se dirige hacia un personaje llamado Fernando y hace impacto en su cráneo. El sujeto despierta y piensa que ha sido una pesadilla, pero la realidad de la vigilia le mostrará lo contrario.
El segundo segmento está constituido por un cuento largo -o una nouvelle, pues el autor divide el texto en capítulos con subtítulos. Ubica el segmento escriturario en una sección que denomina Historias imposibles, lo que ya es indicio que nos situará el narrador en la incertidumbre interpretativa. Pero, no hay que olvidar que en los formatos a que hemos hecho mención poseen dicha cualidad. La nouvelle se denomina La joya de Bolívar y nos da la razón de que Acevedo Ferrer debiera incursionar en la novela derechamente. Este relato formado por cinco capítulos está muy bien construido sobre la base de la historia del coleccionista Héctor Furniture, quien se sumerge en la selva americana en busca de la joya de Bolívar para encontrarse con quien la posee: el mismísimo Mariscal Sucre, sobreviviente en el paso de los siglos. El texto narrativo se despliega ante el lector hasta llegar a un desenlace sorprendente.
En definitiva, en esta segunda obra, Cristóbal Acevedo Ferrer, nos muestra solvencia narrativa y una imaginación creativa que no defraudará al potencial lector.
(Cristóbal Acevedo Ferrer: DeMentes. Santiago: Simplemente Editores. 2022. 97 pág.)
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…