Los LambtonPor Antonio Rojas Gómez

Los Lambton, novela, José Gai.

Tajamar Editores, 381 páginas.

Tenía rezagado este libro, entre tantos que se acumulan a la espera de una atenta lectura. Debí haberlo abierto antes, porque es una de las mejores novelas, si no derechamente la mejor, escrita en Chile en lo que va del siglo. Los Lambton nos traslada a un mundo distinto de aquel en que nos movemos cotidianamente. Es nuestro país, es la idiosincrasia de sus gentes, es el escenario de una ciudad muy nuestra y muy tradicional, La Serena, pero es otro tiempo, digamos ciento y más años atrás. Las circunstancias históricas nos son más o menos conocidas, pero aquí las vivimos, nos sumergimos en una realidad diferente, y sentimos y palpitamos con los personajes, y nos trasladamos a sus conflictos, tan similares y al mismo tiempo tan alejados de los nuestros. Es la magia de la literatura de buena ley. La creación de mundos posibles a los que el lector accede para conocer personas, situaciones, experiencias que le permitan entender mejor el misterio del ser humano, en definitiva, mejor entenderse a sí mismo.

Los Lambton son una familia inglesa que se instala en La Serena y se enriquece gracias a la minería del cobre, mediante el tratamiento del mineral que aportan pequeños pirquineros, en una fundición que cuenta con tecnología de punta. Son ricos y poderosos. Generan trabajo para la gente de la ciudad, ignorante, pobre, con escasas expectativas. Carlos, el joven heredero de la dinastía, se pone de novio con Amparo, hermosa aristócrata serenense. Pero seduce paralelamente a Erminda, una belleza rústica que nunca ha usado zapatos. De esa relación nace un hijo débil mental, que por cierto no es reconocido por Carlos Lambton. Antes de su matrimonio, el joven realiza un viaje a Hawaii y muere en un accidente.

¿Qué ocurre luego? ¿Cómo se desenvuelven las vidas de Amparo, de Erminda, del hijo de Carlos Lambton, del resto de la gente que de una u otra forma tiene relación, cercana o distante, con los Lambton? ¿Y quién no la tiene en La Serena, si Lambton es quien genera riqueza y trabajo? Pero el viejo Lambton se va, regresa a Inglaterra tras la tragedia que le arrebató a su único hijo. La vida, sin embargo, continúa.

En el norte sobreviene la crisis del salitre, se cierran las salitreras y un ejército de cesantes se traslada al sur, llega a La Serena, donde ahora el trabajo escasea. Surgen los movimientos obreros, las demandas sociales, la represión policiaca. La vida palpita vigorosa al transcurrir las páginas, cautiva y sorprende al lector.

La novela está organizada en cuatro partes, cada una de las cuales responde a uno de los personajes centrales. Estos son: Amparo, la novia viuda de Carlos Lambton; Erminda, la amante y madre de Carlitos, llamado el Loco Lambton; Remijio, hermano de Erminda, que deviene en dirigente sindical y activista político; y finalmente Carlos, el hijo tonto.

 El narrador cuenta en tercera persona, pero desde el punto de vista de cada personaje. Es una suerte de narrador testigo de los hechos, no el narrador omnisciente que todo lo sabe, sino uno que va presenciando y enterándose de los sucesos a medida que ocurren. Sin embargo, las cuatro partes están surcadas por breves acápites en primera persona que no corresponden a la voz del narrador, sino a la de Carlos, el pequeño diferente.

Es notable como José Gai consigue ubicarse en el lugar de las mujeres, tan diferentes ambas, por origen social, por cultura, por sentimientos, y retratarlas con un verismo que convence de la realidad de su existencia. Lo mismo ocurre con Remijio, quien ha recibido una primera educación en un convento de religiosos, del que escapa, y se cultiva más tarde en el anarquismo que floreció en las primeras décadas del siglo pasado. Y con el niño, de sufrida existencia, que termina viviendo en la calle junto a los vagabundos infaltables en las ciudades chilenas de entonces y de ahora. 

Vale la pena, también, mencionar el tratamiento del tiempo, y los cambios que genera su transcurrir en las personas. Un acierto más del autor que ha conseguido, insisto, crear una novela inolvidable, entre las mejores de lo que va del siglo.

Publicado en Revista Occidente

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