Comienzo esta crónica con un recuerdo que está en la memoria remota. Durante mis inicios como estudiante universitario frecuenté un instituto chileno chino en Valparaíso. En este espacio conocí varias formas de expresión de la cultura del país asiático que se veía tan lejano. Aún en el horizonte no se avizoraba en que se iba a convertir en un gigante, tal como ahora se le denomina a China, una potencia mundial en todo orden. En ese mismo instituto tuve la oportunidad de obtener una suscripción gratuita a una revista que nos informaba acerca del acontecer en China, entre ellas la cultura. En más de una oportunidad aquellos ejemplares venían acompañados de un disco en que uno podía escuchar canciones y operas con una melodía atrayente a los oídos de una persona que no tenía idea -ni tiene- de la lengua china. Posteriormente, por la década de los noventa en la Universidad de Playa Ancha siendo ya un académico tuve la ocasión de conocer al profesor Liu Xiaopei, quien era un experto en la literatura hispanoamericana, incluida la chilena, y que hablaba perfectamente el español. Con él sostuve varios diálogos en torno a una de las mesas del antiguo casino de la universidad a la que había sido invitado a enseñar acerca de la cultura de China. Desde aquellos tiempos, nunca me ha dejado de interesar todo lo que ha acontecido en el gigante asiático por usar la expresión en uso. Si mal no recuerdo a principios de los setenta, la editorial Quimantú publicó una selección de cuentos de escritores chinos que formaba parte de una de las colecciones del proyecto editorial. Es por esto, que haber recibido una antología sobre la Poesía china contemporánea ha sido realmente gratificante para encontrarse con una producción escrituraria extraordinaria.
Sin duda que la poesía como un quehacer estético del estar en el mundo cruza la historia de la humanidad. La poesía es -sencillamente- una forma de aprehensión de la realidad que la teoría literaria con el devenir del tiempo ha desplegado con múltiples sentidos y significaciones. La apropiación estética del mundo corresponde a todas las artes, pero en el caso de la literatura donde esta se encuentra más acogida es en la poesía lírica. Generalmente, se usa el concepto de lo lírico para identificar esta forma de expresión lingüístico-literario, aunque toda la literatura es creación -poiesis- como lo enseñó el filósofo. La poesía -en consecuencia, siguiendo el sentido platónico- se ha connotado en el transcurso de las épocas históricas de múltiples formas de expresión, así como en la función que esta debiera tener. Pero todo lo anterior, es parte de la historiografía literaria. En este contexto es que China ha tenido una raigambre más que milenaria en el quehacer poético. En estos tiempos de globalización, la producción poética china también puede ser apreciada más allá de sus fronteras gracias a las traducciones que se hacen de ella, en este caso al castellano. En este sentido, Liu Xiaopei es uno de los epónimos en la escuela de traductores chinos. Ahora en este siglo XXI, Sun Xintang y Zhou Sese nos traen una compilación de poetas contemporáneos chinos que es una obra significativa en un amplio sentido, y cuyo aporte a la cultura y al conocimiento de la poesía del país lejano -pero cercano, a la vez- no dejará a nadie indiferente. Mi lectura de este libro publicado en Chile por Simplemente editores en 2019 ha sido realmente deslumbrante. Me pregunto cómo sonarán a nuestros oídos los versos de estos cuarenta y tres poetas chinos en su propia lengua -incluido el Premio Nobel de Literatura 2012, Mo Yan-, siendo que en las traducciones logramos apreciar la aprehensión de la realidad más allá de la musicalidad o del tono lírico. Lo más probable que nos sintamos identificados por el temple de ánimo traspuesto en lo escriturario porque lo tematizado forma parte de la humanidad toda. Más de uno de estos poetas vivieron momentos cruciales en la historia de China como la denominada Revolución Cultural (1966-1976).
De la lectura de la obra compilatoria de Sun Xintang y Zhou Sese nos queda claro que la poesía china contemporánea con representantes del pasado siglo y otros del XXI, es multiforme, lo que obviamente es un signo saludable. La estructuración versal es una buena muestra de lo que afirmo, pues nos encontramos con poemas que se despliegan como una prosa poético-lírica, mientras otros están al borde del epigrama. El coloquialismo del lenguaje en varios de ellos es un detalle que no puede soslayarse -y Nicanor Parra estaría feliz. Desde el punto de vista de los tópicos o motivos literarios, quien se enfrente a la obra podrá visualizar diversas tematizaciones del amor, de vida, de la solidaridad, de la muerte, de las tradiciones pasadas, de la historia reciente o relativamente lejana, de los pequeños detalles de lo cotidiano. En otras palabras, la compilación tiene la gracia de aportarnos a los/as lectores/as una especie de friso de la producción escrituraria de China en su poesía lírica. Los compiladores -que también actúan de traductores varias veces- nos indican en el prólogo algunas distinciones sobre dicha producción distinguiendo entre “poesía oscura”, escritura intelectual, poesía coloquial. En cada una de estas formas de aprehensión estética queda en evidencia lo que dijimos más arriba: la multiforme expresividad poética china que no hace el quite a los experimentos lingüísticos o al vanguardismo, sin olvidar las cosas simples de la vida o la recurrencia histórica.
Es imposible referirse a cada uno de estos/as poetas en particular. Lo que hemos tratado en estas líneas es entregar una especie de hoja de ruta para ingresar en la antología. Sin embargo, no puedo dejar de señalar a algunos/as de ellas por la sintonía que hemos tenido al leer sus versos. Por ejemplo, “Encender la luz en la oscuridad” de la escritora Li Cheng-En (1981), es un texto que condensa en sus versos casi minimalistas una experiencia vital ineludible que en el mundo actual se ha radicalizado: “Cuánta oscuridad hay en el mundo/ cuánta luz quiero encender. // Cuántos templos hay en la altiplanicie/ cuántas veces me voy a arrodillar y a tocar el suelo con la frente. // El hombre/ aprenderá/ a arrodillarse ante la altiplanicie/ y a sacar el corazón/ empapado en aceite/ para encender la luz”. Otra poeta, Liu Chang (1973), escribe casi un microcuento en “Ave y hombre” donde lo refractario es lo esencial en la imagen poética: “Un ave vuela en el cielo/ La ve un hombre en la tierra/ Un ave vuela en el cielo/ El ave no ve que está volando en el cielo/ El hombre en la tierra señala el ave en el cielo/ Quiere volar igual que el ave/ Quiere que -igual que el ave- mientras vuela en el cielo/ sea visto por los hombres”. Hu Xiang (1966) en los cuatro primeros versos de “El jardín” entrega sintéticamente la sabiduría ancestral: “Sabes han pasado muchos años/ desde que me siento en este banco. // Muchos acontecimientos han sido olvidados/ y otros aún se recuerdan en los libros”. Por último, en esta breve muestra para despertar el interés del lector/a algunos versos de un poema extenso de Yu Jian (1954) que tematiza la historia trágica de Luo Jiasheng, un obrero de una fábrica: “Todos los días, montado en una vieja bicicleta,/ en el momento en que la chimenea comenzaba a echar humo/ llegaba a trabajar// (…) Durante la Revolución Cultural/ fue expulsado de la fábrica/ se decía que era un espía/ porque dentro de su maletín/ habían encontrado una corbata (…)”.
(Poesía China Contemporánea. Antología. Sun Xintang & Zhou Sese, compiladores. Santiago: Simplemente Editores. 2019. 184 pág.).
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…