Por Ramiro Rivas
Francisco Rivas (1943) es un autor que a lo largo de su extensa carrera literaria no ha abandonado su compromiso político, otorgando a sus novelas un fuerte espesor ideológico, al apelar a temas y figuras ligados a la historia política de nuestro país y Latinoamérica. Es un escritor atípico en las letras chilenas, más valorado en el exterior que en su propia tierra.
Hay que recordar que Rivas fue detenido y encarcelado en 1986 por infracción a la Ley de Seguridad Interior del Estado cuando ejercía como Secretario General del Colegio Médico de Chile. Porque nuestro autor es neurocirujano activo y profesor de filosofía. Su prolífica carrera literaria abarca más de 14 novelas y cuatro selecciones de cuentos. Durante el período dictatorial firmó sus primeras novelas con el seudónimo de Francisco Simón.
Once relatos componen la siguiente muestra (De Rivas Cuentos, Editorial Dhiyo, 2021, 145 páginas), con algunos textos tomados de otros libros de cuentos del autor. Por tanto, constituyen un conjunto probado en su uniformidad y calidad literaria. Entre ellos, un relato sobresaliente, titulado “El banquete”, que podría ser incluido en cualquier antología internacional del género.
El tomo exhibe una variedad temática notable, descripciones ambientales, locaciones en regiones remotas en otros continentes, acontecimientos históricos ocurridos en el siglo pasado y aún más lejanos en el tiempo, personajes originales por su extrañeza, capacidad fabuladora, todo lo que permite componer una obra de gran consistencia literaria, poco común en nuestro medio.
Francisco Rivas recurre a elementos propios del realismo mágico. Desarrolla sus tramas partiendo de una realidad concreta, para subrepticiamente sumergirse en el territorio ficcional maravilloso. Para esto emplea, con habilidad, una serie de recursos enciclopédicos que, en cierta medida, en algunos textos resultan ficticios, procedimiento que Borges patentó en sus cuentos más famosos. No obstante este artificio literario, Rivas posee una envidiable cultura universal, que abarca desde la ciencia, la historia y la filosofía, otorgándole a su literatura una connotación muy especial.
También se ha destacado por emplear diversos elementos ficticios que lo vinculan, por sus raíces lúdicas, al llamado realismo mágico. Pero su escritura funciona más en estrecha relación o contrapunto entre la realidad y la ficción, al recurrir a una suerte de tergiversación de la historia, al escenificar hechos imaginarios como reales, pero siempre sustentados en sucesos históricos encubiertos por la fantasía desbordante de este autor que ha sido capaz de tematizar en sus escritos desde la inquisición medieval a hechos anormales ocurridos en siglos pasados. Esta capacidad fabuladora, lo distingue de sus colegas de generación y de la literatura chilena en general.
El cuento “El banquete” que mencionamos más arriba, es un texto de excepción. Narra la preparación de un banquete de lujo en una vieja mansión alejada de la ciudad, evento a cargo de Monsieur Homard y un séquito de ayudantes y cocineros dispuestos para la ocasión, aguardando al selecto grupo de invitados que nunca llega a la cena. La meticulosa descripción de las exquisiteces en preparación, los licores escogidos, la fina platería y cuidada decoración, es desbaratada por una tormenta feroz de nieve, lluvia, vientos huracanados y rayos mortales que destruyen parte de la mansión, devastando todo a su paso. Desenlace dramático que exhibe a un atribulado Monsieur Homard “entre escombros, con el catavino de Baccarat intacto sobre el pecho, esperando aún a los comensales”.
En “Las manos”, cuento ambientado en China en una época indeterminada del pasado, relata la historia de Ma Sung, una joven china que provoca el aborto sin dolor ni intervención invasiva en las jóvenes embarazadas con sólo apoyar sus manos en los hinchados vientres de las adolescentes abusadas. Transformada en una celebridad por su madre, cae en desgracia tras un accidente involuntario.
En “Kasuhiru”, en cambio, la trama se desarrolla en Japón y la India Colonial. Narra la relación de amistad entre un aviador norteamericano y un talentoso copista japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Amistad iniciada en la infancia de los protagonistas y mantenida en el tiempo y sólo destruida después de los bombardeos norteamericanos.
Lo real maravilloso se acentúa en los cuentos “El hombre que hacía llegar el invierno” y “El lugar donde madura el escarabajo de oro”, en donde el autor despliega toda su capacidad imaginativa, basando su relato en lo extraordinario, en lo fantástico, interactuando con el lector para dar credibilidad a hechos inadmisibles.
El último cuento, “Estación de tránsito”, es el texto más apegado a la realidad, en donde se relata el encierro de cientos de mujeres jóvenes que esperan el llamado o la llegada de Godot para abandonar esa especie de cárcel o refugio. Es un relato enigmático -similar o parecido al original de Beckett -en el que suceden muy pocas cosas. Es un texto que se sostiene en lo no contado, en lo oculto, en lo por suceder, en un misterio sin resolver. Esta forma indirecta de narrar, logra una impregnación subjetiva, un distanciamiento de los hechos y los personajes representados. Una característica del estilo de este destacado narrador chileno que merece toda nuestra admiración.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…