Signo Editorial, 216 páginas

Por Antonio Rojas Gómez

Cualquier cama sería ancha para un sujeto que se empine apenas sobre el metro treinta y seis de estatura, como el protagonista de esta novela. El que escribe, denominación que se da el autor en el relato, lo trata de Enano, con mayúscula, como si fuera su nombre. Lo trata mal: Enano Feroz, Pigmeo Voraz, Pigmeo Asesino, Pigmeo Beodo, Enano Contumaz, no le faltan adjetivos denigrantes para endosarle. Pero advierte que no se trata precisamente de un enano, sino de un tipo muy bajo, que por lo mismo lo ha pasado bastante mal, desde que su propio padre, que era un gigantón fortacho de la pampa salitrera, lo descalificó de peor manera aún que El que escribe. Y sin embargo el Enano no es mal tipo, es un hábil futbolista, inteligente y se las arregla lo más bien para sobrevivir de la mejor manera que le resulta posible y para conseguir trago en abundancia y sexo, aunque sea con viejas o prostitutas, pero rubias y de ojos azules. Porque la historia transcurre en Suecia.

La novela plantea una visión de la vida que llevaron en aquel país los escritores latinoamericanos, especialmente chilenos, que se exiliaron huyendo de las dictaduras militares en los años setenta del siglo pasado. Entre aquellos exiliados hubo poetas, narradores e intelectuales de alta excelencia. Pero hubo también otros de escaso mérito que se aprovecharon de la situación para buscar mejores condiciones de vida. Y ese fue el caso de nuestro personaje, que ni siquiera fue perseguido político, y se amparó en que alguna vez participó tibiamente en cierto grupo juvenil rebelde para ir en pos de una nueva vida en Europa. Cambió hasta su nombre; se llamaba Danilo Vildósola Andersen, pero desechó el Vildósola paterno y se convirtió en Danilo Andersen, aunque se hacía llamar Drago. Y se las daba de poeta, sin haber publicado jamás un verso.

El Enano es un personaje atractivo, que se gana un lugar en la colonia de exiliados, y organiza una actividad artística que durará tres días en la ciudad de Malmo, para “poner en escena un selecto y variado ramillete de actos artísticos enraizados en la cultura latinoamericana… La abrumadora respuesta sobrepasa todas las expectativas, aparecen magos, cantantes de tango y, desde la vecina Copenhague, anuncia su venida un numeroso grupo de bailarinas de samba. Se confecciona un programa nutrido y plural. Al fin, en medio de frenéticas carreras para todos lados, la bola de nieve empieza a rodar”. (Pág. 134).

Y cuando ya está todo listo, el Enano desaparece.

Los miembros de la colonia se vuelven locos buscándolo; le telefonean, le escriben, recorren los tugurios que solía visitar. Y nada. Danilo Andersen se esfumó, se lo tragó la tierra. De modo que deben improvisar. Eligen una directiva presidida por un prestigioso poeta ecuatoriano; la tesorería recae en un ex alcalde de La Pintana.

La primera pregunta es si lograrán salir del paso. Pero la incógnita real es qué ocurrió con Danilo.

La historia está narrada en ocho capítulos bien estructurados, a través de los cuales el autor va dando a conocer a un grupo heterogéneo de personajes a quienes el exilio afecta de manera diferente. Están los que sueñan con el regreso para reconstruir el país que tuvieron que dejar, mientras otros piensan que aquel país que soñaron ya no existe ni podrá existir jamás.

Drago, o Danilo, o el Enano, es el núcleo del átomo en torno al cual giran los electrones que son los demás personajes. Cada uno de ellos, distinto, y aunque la nieve cae sobre todos, enfría a unos más que a otros. Y a pesar de que se reúnen a beber y a charlar, cada cual vive su propia soledad.

Jorge Calvo es un escritor que tiene oficio y lo demuestra en esta nueva novela, en la que está tan presente Chile y el alma nacional, a pesar de que la historia transcurre en una geografía lejana, distante y distinta.