Dina GrijalvaPor Dina Grijalva Monteverde

Amar al acampar

Alán habla a Marta, a Ana, a Blanca: vayan a la playa, a Málaga, a La Habana, al mar. Ana aclara: ama la cabaña, las amapas malvas, las jacarandas anaranjadas, la lavanda.

Para acampar, la amada Ana –falda blanca, arracadas amanzanadas- nada avara, arma cajas, canastas. Halla pan, caña, calamar, pasas, pasta, garbanzas, habas, alcaparras, algas, fabada, papayas, calabazas, manzanas, naranjas, granadas, nata, mazapán; para la salsa para la lasaña: albahaca, azafrán.  Al alcanzar la cabaña, la casa amada, la grata Blanca arma: camas, hamacas. Al alba, Marta martaja la masa para la tarta. Cada mañana, Alba asa a las brasas garnachas, patatas, castañas caras al paladar; gambas a la plancha, al acabar, apaga la llama. Ablanda al flan. Garrafas, jarras, naranjada, champán, grapa, cachaza. Crack.

Blanca y Adán aman la danza. Van al palmar, allá cantan, danzan: cancán, chachachá, samba, lambada. Arman la pachanga, la bachata, la jarana, la parranda. La dálmata llamada Alma ladra.

Alán y Ana van a la sala clara, Ana abraza a Alán, pasan a la cama, tras la mampara, tapan la pantalla a la lámpara, apartan las mantas, aplanan las sábanas. Ana saca la falda, la faja, las bragas; Alán, la chamarra, la casaca, la tanga. Ana palpa a Alán. Para acá, para allá, para atrás, hasta alargarla, hasta agrandarla. Alán aclama a la agasajada Ana, palpa, apalanca, afana. Para acá, para allá. Llamarada.  Al acabar: catarata, cascada, alabanza a Alá.

Crianza

Cuando siente que lleva dentro de sí una minificción, la conserva en su interior el tiempo necesario. Al sentir que ya tiene la madurez suficiente, la deja salir poco a poco por las yemas de sus dedos. Siempre siente ternura al verla tan pequeñita y desvalida. Antes de dejarla reposar en la pantalla de su ordenador, le limpia alguna palabra o coma que puedan dañarla y se va a atender a otras de sus crías o a otros quehaceres.

Después se dedica días y días a limpiarla, borra una a una las palabras sobrantes, la suaviza, la acicala; algunas veces agrega algún discreto adorno, siempre evitando recargarla.

En ese tiempo, si la invitan a salir, dice: ahora no puedo, estoy criando.

 

TWITERITIANDO                                             

Twiteriliada

Aquiles se encolerizó y los troyanos casi ganan la guerra.

Twiterodisea

Ulises prefiere enfrentar tormentas, viajes al hades y cíclopes a cumplir sus deberes de esposo y padre.

Twiterquijote

Leyó hasta convertirse en personaje del mejor libro que han visto los tiempos pasados y verán los venideros.

Twiterrayuela

Oliveira busca, sin buscar, a la Maga por París.

Twiter griego

Mi mamá me mima y mimo a mi mamá.

Edipo

Susto
Primero fue la sorpresa incrédula, luego la desesperación, ¿cómo podría vivir así? Me sentí condenada a la soledad.
Anhelé una señal. Regresó. Recobré la fe: ¡el Feis no puede abandonarme!
Twitter
Tiene las palabras contadas.

Falta esa foto en el feis

Flora y Fermín felices en Florencia fascinados por el feis fabrican con fervor fabulosas fotos. Fernando, Florencio y Fabiola los felicitan y facilitan un fogoso fin.

El fantástico fénix flamígero los fulmina con su fuego.

Nuevo espejo
Espejito, espejito, ¿quién es la más bella del mundo?
Yo no sé, busca en google.
 
Oficios
El novelista cuenta y recuenta; el minicuentista cuenta y recorta.
La cena

–Laura, te invito el viernes a mi casa.

— Muy bien, quiero contarte algo, amiga, conocí a un chico que está como para comérselo.

–Tengo un par de botellas de un rioja sensacional.

–Perfecto. Llevaré algo para acompañarlas.

…………

–Disculpa el retraso, querida, preparar el platillo me llevó más tiempo del que esperaba. Podemos cenar mientras conversamos.

–Sí, huele riquísimo, mmmm exquisito, la carne está muy suave y jugosa, después me pasas la receta. Y ahora sí platícame de ese chico.

–¿No te dije que estaba como para comérselo?, te daré la receta y algo de carne, guardé buena parte en el congelador.

Imaginando el futuro

Desde hace meses, vive cada momento pensando en el siguiente. Apenas despierta, en lugar de desperezarse con lentitud, como solía hacer, se ve desayunado; mientras desayuna se ve lavándose los dientes; mientras se los lava, se imagina saliendo al trabajo.

Ya ni el trabajo disfruta, antes gozaba cada momento; ahora en el instante climático de jalar el gatillo, piensa en limpiar el arma y guardarla. Mientras la limpia piensa en recibir el nombre del siguiente.

Empieza a cansarle esa manía de vivir imaginando el futuro.

El fantasma frágil y el fantasma feroz

Se fundió el foco y Filiberto con ferocidad fractura con un fierro la frente y el fémur de Fabricio.  El femoral facilita la fiebre y la férula fatiga. La fractura es fatal, funesta: Fabricio fenece. Filiberto no es fraternal, es fraticida.

Dina Grijalva Monteverde es una escritora mexicana. En la primavera de 2008 visitó Buenos Aires y nació como minificcionista. Desde entonces es hacedora y promotora de ese maravilloso género. Ha publicado dos libros de minificción: Goza la gula y Las dos caras de la luna. Ama a los Cronopios, cultiva un bonsái y sueña con habitar en Liliput. Dicta clases de literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Recién ha publicado una Antología de minificciones eróticas, bajo el título de Eros y Afrodita en la Minificción.