por Eduardo Contreras Villablanca
Han pasado más de treinta años desde que los llamados “sicópatas de Viña” fueron ejecutados. Se han escrito muchos reportajes y algunos libros que investigan y detallan esos hechos que estremecieron a la ciudad. El libro que hoy presentamos es distinto.
En “A veces lejos del rumor de mar” (libro presentado el día 5 de septiembre del presente año), Verónica Silva nos entrega un relato que sumerge al lector en la ciudad, en su historia, y en la vida de los personajes, nos presenta a Soler y Tapia (evidentemente se trata de Sagredo y Topp Collins) con una caracterización sin exageraciones ni clichés, nos los muestra a través de pinceladas de sus vidas, con trazos que los van delineando a medida que avanza la obra, mostrando sus diferencias y matices.
Destaca el personaje que ella ha denominado “el hombre a la deriva”, el colega de Soler y Tapia que primero se debate en las dudas sobre su culpabilidad y que luego sufre por los temores y recelos de hacer una denuncia en un entorno adverso, con autoridades que rechazan inicialmente su acusación, y todo esto en el complejo y amenazador escenario de una institución uniformada en el apogeo de la dictadura.
El estilo de Verónica Silva tiene rasgos que se pueden asociar al microcuento, con capítulos breves, algunos de ellos auto contenidos pero sin pérdida de ilación con el resto. Con saltos en el tiempo bien construidos, de manera que el lector no se confunda. Con este estilo, y teniendo a la ciudad como un protagonista más, va urdiendo una trama que atrapa.
A ratos algunos pasajes alcanzan vuelos poéticos, que se agradecen en la medida de que dan un respiro ante la violencia y la crueldad de los actos de los sicópatas. Ejemplo de ello, es un breve párrafo de la primera página, que le da el título al libro: “Dolor y drama. A veces cerca, a veces lejos del rumor del mar”. Y mucho más adelante en la obra, un reflejo o espejo de esa imagen, ya casi al final del libro: “Lejos del rumor del mar, su llanto quebró el silencio de la madrugada…”.
Dentro de la libertad ficcional de recrear vivencias y emociones de los personajes, la autora es fiel a los hechos reales, y a sus corolarios, incluyendo dentro de estos, las dudas que aún subyacen respecto a si los ejecutados eran los únicos culpables.
En relación a los acontecimientos que inspiraron esta novela, no puedo dejar de mencionar, que la única constancia visual del fusilamiento de Sagredo y Topp Collins, corresponde al dibujo realizado por el gran escritor y dibujante José Gai, en aquella época editor nocturno de Las Últimas Noticias, que presenció la ejecución de la condena. José Gai, lamentablemente falleció este año 2019.
Vale la pena destacar también las reflexiones finales de la autora respecto a la pena de muerte, el cuestionamiento no solo a su utilidad sino también la reflexión más profunda sobre cómo debieran relacionarse entre sí los seres humanos, y cómo se debiesen sancionar los delitos, incluso los más graves, en una sociedad civilizada.
Afortunadamente el bárbaro “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie” del antiguo testamento (Éxodo 21: 24), parece batirse en retirada. En nuestro continente solo un país, Estados Unidos, mantiene a la fecha esta práctica que Amnistía Internacional ha calificado como la forma más extrema de pena cruel, inhumana y degradante.
Invito a leer esta obra de Veronica Silva, a viajar a un pasado que aún estremece, y a recorrer Viña en una época en la que dos hombres hicieron un recorrido de sangre y terror que terminó por devorarlos a ellos mismos, en Quillota, a bastante distancia del rumor del mar.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…