Alejarse del solPor Gonzalo Robles Fantini

Alejarse del sol. Clara Michel Masses. Cuentos. Editorial La Trastienda. Santiago, 2016.

En el prólogo de Alejarse del sol, el escritor Mario Valdovinos cita a Jorge Teillier para explicar la motivación de la escritora boliviano- chilena Clara Michel, y de muchos narradores y poetas, para desarrollar el acto de creación literaria: una lucha contra el universo que se deshace.

Por cierto, concuerdo plenamente: para la autora, y para todos los que nos aventuramos a escribir, está el deseo de plasmar una huella de identidad en este mundo perecedero. Ahora bien, al leer este volumen de cuentos, además de este anhelo de supervivencia del testimonio, creo haber atisbado una semilla que también origina la creación de estos relatos.

En muchas de estas historias noté, encarnada en sus protagonistas, la capacidad de asombro ante los avatares que experimentan, sea por búsqueda personal o porque el destino parece otorgarles esas circunstancias. El mismo sentimiento que originara la filosofía hace más de 25 siglos en la Antigua Grecia, lo reconocí en Daniel y su descubrimiento de la capacidad circunstancial de ser el vidente ante su madre, y el resto de los familiares, de la luctuosa realidad que vivían sus seres queridos por motivos políticos en el cuento El muro; en la inocente niña Martina al conocer a un joven discapacitado en El elegido; en los niños callejeros, y abandonados a la vida por sus padres, al sentir su despertar sexual contemplando la belleza desnuda de la joven colorina, apodada Zanahoria, en el cuento El mapa; o bien en Claudia Richard al romper su burbuja social hermética y conocer tanto el amor, como más tarde, la precariedad económica de la mayoría de los chilenos en El cuarto de la calle Coronel.

Como en todo escritor, también en el caso de Clara Michel hay una mirada subjetiva del mundo, que sigue el curso de observación de la realidad externa, para luego procesarla según sus códigos valóricos y personal visión de mundo, y luego darles vida al plasmarlos en la ficción narrativa. En este sentido, no sólo la capacidad de asombro que experimentan muchos de sus personajes es una constante que identifiqué al leer este libro.

Clara Michel consigue la universalidad en su literatura, un requisito para la adecuada creación literaria. Sus cuentos son escenificados tanto en la ciudad de Santiago como en pueblos del norte de Chile, el valle boliviano de Cochabamba u otras localidades menores del país de origen de la autora, e incluso Barcelona, en la península Ibérica, mas esto no es impedimento para que el lector se sienta identificado con ciertos rasgos psicológicos de sus personajes, más allá del paisaje geográfico que los albergue, gracias a la idónea construcción de los arquetipos humanos en los protagonistas.

Pero la mirada personal de Clara, que afecta a los personajes en las historias, se palpa en ciertas claves, como la recurrencia de la perspectiva infantil de varios cuentos de Alejarse del sol: la mirada ensoñadora y mágica de la pequeña Paula, que investiga el rumor de la capacidad de desdoblamiento de su abuelo, en La casona de Melchor; la confusión y desconcierto de Ponchito al enterarse gradualmente de la condición de su hermano mayor, en el cuento Eduardo; la orfandad y desorientación de los niños que acuden en busca de un tesoro, y se enfrentan a situaciones riesgosas del mundo adulto, en El mapa; o la ya mencionada inocencia de Martina al enterarse de otras formas de vida, cuando conoce a un joven enfermo, en El elegido.

Otra temática que, de modo tangencial, atraviesa algunos de los cuentos es la mirada religiosa presente en los personajes y la sociedad, a veces como un marco axiológico subyacente, otras como una influencia deformadora y hasta traumatizante. El catolicismo es recurrente, no sólo como religión, sino que también como ideología social, como concepción de mundo. Ahora, en el cuento Fama y prestigio, donde se describe el mundo frívolo y plagado de apariencias de los ejecutivos bancarios, Nicolás, el protagonista, siente que su lacerante timidez frente a las mujeres tiene su origen en la formación católica castradora que le inculcó su madre cuando niño. Sin embargo, no sólo es esta religiosidad monoteísta el barniz que presentan los cuentos de este volumen, sino también la visión laica de la orden masónica que tiene influjo en ciertas historias y, en un nivel extremo, la incursión de una secta religiosa fanática en el cuento El mapa, plantean perspectivas respecto a este tópico.

Cabe destacar que en Alejarse del sol existe una recurrencia en describir, a través de la ficción, las consecuencias negativas de una sociedad conservadora en algunos aspectos, con una paternidad rígida y severa, en que la búsqueda del éxito en los bienes materiales y el prestigio social no siempre redunda en la felicidad de quienes persiguen estos valores. Ejemplos de esto son los cuentos Cuánto dura la felicidad, que desde su título lo advierte, donde el arquitecto chileno Nicolás restaura una maravillosa casona de sus abuelos en Barcelona, y cree encontrar el amor duradero con Daniela, pero circunstancias no previstas echan por tierra sus planes; o cómo la intolerancia, el egoísmo y el prejuicio de ciertas familias destruyen la felicidad, pese a una acomodada situación económica, en los protagonistas del ya mencionado cuento El cuarto de la calle Coronel y en Diálogo con mi padre.

En los quince cuentos que conforman este libro, Clara Michel nos despliega su imaginario a través de ficciones plasmadas en diversas historias. Con una pluma fluida y que entretiene al lector, más algunas constantes temáticas, va construyendo una mirada de la actual sociedad y de las pasiones y afectos humanos. Sumado a sus otras obras de cuentos y de poesía, la escritora aporta con su punto de vista al quehacer literario y cultural, lo cual siempre es una empresa que se agradece en el ámbito de las humanidades.