Poesía de María Inés Zaldivar

LA NIÑA CIEGA

De madrugada de improviso

como fulminada por un

rayo

perdió su inocencia la niña ciega

Se le escapó la sonrisa fácil

trotando ligera y burlona y

la visitaron para siempre

un par de esos ojos que

ven hasta en los rincones más

oscuros

y se le instalaron en la cara

sin permiso de nadie

Dicen que ahora ve

aunque a mí no me consta

pero desde ese día

la acompaña a donde quiera que vaya

un murmullo de

agua

que corre y corre

gotea y gotea

y lo más grave del asunto

está provocando serios daños

en todo el vecindario

Es que con tanta inocencia

tanta oscuridad y

tanta sonrisa

qué otra cosa esperar

 

APLICADAMENTE, CON ESFUERZO

Aplicadamente intento

mantener los ojos cerrados

para diluir en el sueño el

espanto de la vigilia

pero las luces del día me

picotean los ojos

con agujas mortales y

los abro y los cierro y espero

soñar que no he

despertado, que no ha pasado

nada y que aún hay

calor, que aún

tibieza

que respira a mi lado y

dentro de mí

y me abrazo y le abrazo

(en carne viva) y su

cuerpo frío

y sus ojos inmóviles

me miran trasnochados

y van tejiendo con la

luz de la mañana esa

       garra

que no quiere soltarme la

garganta

ALARIDO

Estiré el cuello, más y más y

en el aire atrapé

tu grito

Abrí la boca, grande grande y

me lo

tragué

Ten,

toma,

te regalo mi silencio

 

LA NAVAJA

La navaja cortó una oreja

cortó otra. La lengua, los

pezones… y todas las partes

de su cuerpo (todas esas así

salientes… que daban hacia afuera)

las cortó lentamente, con cuidado

con amor, con ternura

en pedacitos

las dejó a un lado y

volaron se dispersaron

viajaron lejos como hacia

el horizonte

(una bandada de aves parecían…

de esas que buscan un

mejor clima, que buscan calor)

y viajaban, sin dueña

mirándose extrañados, las

aves, los pezones también la

lengua y lo demás y

viajaban contra el cielo

a favor del viento y también

en contra

acá, donde la navaja, lo

otro quedaba abandonado y

allá en el cielo las aves

sin rumbo fijo intentaban

buscar el calor, ésas que

habían sido cortadas lentamente

con cuidado

con amor

con ternura

en pedacitos

unos dicen que parece que llegaron

al calor (no sé)

otros que todavía vuelan y

vuelan

pero lo otro sigue aquí

sin moverse, mutilado y según

dicen bastante sorprendido

(como que no se recuperara del

asombro y

del filo de la navaja, digo yo)