Por Željka Lovrenčić

Manuel Vargas (Huasacañada, Santa Cruz, 1952.) es uno de los más destacados autores bolivianos contemporáneos y ganador de algunos premios nacionales. Sus cuentos han sido publicados en antologías y traducidos a diferentes idiomas: alemán, sueco, inglés y croata. En Croacia hace poco fue publicada su colección de cuentos Cuentos tristes  (Euroknjiga, 2005, traducción de Željka Lovrenčić). Es el redactor en jefe de la revista de cuento Correveidile, y fue editor en la revista para los niños Chaski.

El libro Retratos de familia, junto a los libros Cuentos tristes e Historias de gente sola, forma la trilogía. En él también nos encontramos con el reconocible estilo de Vargas. En el epílogo del libro Cuentos tristes destaqué que este escritor éxitosamente sigue los pasos y estilo de aquellos prosaicos latinoamericanos que conoce todo el mundo porque llegaron a ser los símbolos de América Latina y significativamente marcaron esta literatura situándola en el mismo tope de la literatura mundial. Su mundo literario se encuentra entre la fantasía y la realidad, y entrando en él nos parece que nos encontramos con Macondo o Comala, lugares que ya hemos conocido en las obras de García Márquez o Juan Rulfo. En el libro Retratos de familia que consiste de 17 cuentos, Vargas de la manera poética describe la nostalgia por la niñez. A veces nos parece que él es un poeta adulto, pero desprotegido, quien busca el niño que todavía vive en él, en el recuerdo de su infancia. En este libro se habla sobre la desaparición de la familia y el pueblo, sobre la huida de la realidad, sobre la búsqueda del tiempo pérdido, sobre las imposibilidades de que el hombre regrese a su deseado mundo de la infancia. Pero, la búsqueda del tiempo perdido de alguna manera es útil porque posibilita la fusión de la realidad y el deseo. Y en esta colección de cuentos Manuel Vargas sigue el impulso poético en el cual de una manera hábil se mezclan la realidad y la fantasía, nostalgia y presente, vida y muerte. Los personajes y acontecimientos relacionados con ellos están determinados con el paisaje y el atmósfera que él impone. Ellos son fieles reflejos del lugar de donde proceden. El hombre se identifica en total con todo lo que le rodea: con los animales, el cambio de día y de noche, los árboles, las cosas más cercanas a él, la lluvia y el idioma. A la autenticidad y la poética de las obras de Manuel Vargas contribuye y su fidelidad a la realidad de la provincia boliviana. A menudo describe la situación social caótica en ella, la que descubre en toda su miseria e injusticia. Al mismo tiempo trata de renovar el sencillo e idílico mundo de la provincia y lo añora. El estilo afinado de este autor quien usa el habla típico de su provincia natal Vallegrande, frases caractéristicas y creencias de la gente que vive allá porque quiere renovar algunos valores tradicionales de su país, fácilmente atrae a los lectores y los introduce al mundo exótico del cual salen más ricos por una experiencia literaria más.