Por Artemio Echegoyen

La extrema sordidez de la escena explica la fuga delirante y permanente del protagonista de «Fear», novela de pura acción y maniática percepción del entorno que transcurre entre México, Brasil y Chile, como el itinerario exasperado de un adicto, alguien cuya afectividad ha sido dañada, quién sabe si por aquel filorte abusivo. Pasa en las mejores parroquias.

Hay fugitivos de vocación. ¿Por qué huir? «De pronto el hombre se levantó», rememora, ya crecidito, el narrador de esta novela extenuante y paranoica llamada «Fear», o sea «miedo». Está recordando un suceso de cuando él era niño y fue abordado por un adulto que lo conminaba a una complicidad atroz. Lo que sigue es para lectores con criterio formado y reformado (pueden parar de leer aquí): «Me dio vuelta y empezó a frotar mi rostro contra su pantalón. Seguía hablando. Yo estaba petrificado y, la verdad, no le entendía nada. Era una marioneta que hacía todo lo que le dijeran. Si te portas bien no te pasará nada, era lo único que podía entender. (…) se bajó los pantalones y me mostró el pene más grande que había visto. Lo restregó por mi cara pasándolo cerca de mi boca».

La extrema sordidez de la escena explica la fuga delirante y permanente del protagonista de «Fear», novela de pura acción y maniática percepción del entorno que transcurre entre México, Brasil y Chile, como el itinerario exasperado de un adicto, alguien cuya afectividad ha sido dañada, quién sabe si por aquel filorte abusivo. Pasa en las mejores parroquias.

Al autor, Aníbal Ricci, le interesa indagar en las vidas dobles, las que rozan la marginalidad, a veces paradójicamente: todo marginal anhela ser aceptado, y eso es algo que el vertiginoso personaje de «Fear» da a entender en medio de sus incansables reflexiones. «En todo caso», ha dicho el autor, «con marginalidad no me refiero necesariamente a las personas con carencias económicas, sino, por ejemplo, a las prostitutas: mujeres que son jóvenes, conciben un hijo, no poseen recursos, tienen pocas o nulas oportunidades y se ven obligadas a prostituirse no precisamente por placer». También se refiere, dice, a «las personas con ansias de poder que están dispuestas a hacer cualquier cosa y pasar a llevar a quien sea por llegar cada vez más alto». Bueno, el protagonista de «Fear» es un marginalero, porque observa a menudo a las prostitutas y quisiera llegar alto, aunque ni él mismo sepa muy bien qué significa eso. Ni de qué huye. ¿O lo sabe? Dice también Ricci que la gracia es sacar la poesía de ciertas «maldades»: «Pablo Escobar era un traficante que perjudicaba a mucha gente, pero igual ayudaba a su pueblo». Como sea, el narrador corre como un demonio por una prosa crispada, sin descanso, como si más que a la muerte que le pisa -él cree- los talones le temiera a la vida. Por algo será. Para la próxima novela, que matice un poco: ganará el relato.

FEAR
Novela
Aníbal Ricci
Mosquito, 2007
178 páginas

En: La Nación