José Miguel Varas en Feria del Libro de Ovalle

Por Gabriel Canihuante

“El chiflón del diablo” y “Cañuela y Petaca”, de Baldomero Lillo, y “El padre” de Olegario Lazo, entre los chilenos, y “La pata de mono” de William W. Jacobs y “Bola de sebo” de Guy de Maupassant, entre los extranjeros, son los cuentos que el escritor José Miguel Varas, Premio Nacional de Literatura (2006) recomienda no dejar de leer.

Lo dijo en Ovalle, ciudad 412 kilómetros al norte de Santiago de Chile, durante la realización de la XX Feria del Libro (16 al 26 de febrero), y porque se lo preguntó Mario Banic, uno de los escritores locales que acompañó a Varas en la presentación de su última novela, “Milico”.

Eran pasadas las 21 horas del miércoles 20 de febrero y en la Plaza de Armas de la capital provincial del Limarí corría una brisa fresca que sugería abrigarse para oír con atención a este gran escritor que habló no sólo de “Milico” y sus cuentos favoritos.

Habló también, porque se lo pidieron, de Volodia Teitelboim y sobre él contó una anécdota. En 1950, durante la Feria del Libro de Santiago, tuvo el honor de presentar la novela “Hijo del Salitre” del dirigente comunista que en esos años estaba en la clandestinidad porque el Presidente Gabriel González Videla lo había ordenado así con su llamada Ley de defensa de la democracia.

Arriba de un palco que se movía, situado sobre la Alameda Bernardo O’Higgins, Varas hizo su presentación, sabiendo que entre el público estaba de incógnito el autor de la primera novela que habló de la matanza de la Escuela Santa María de Iquique.  De repente, Volodia subió al bamboleante escenario y comenzó su intervención diciendo: “Soy un agitador profesional”.  Por suerte, narró Varas, no lo detuvieron.

Así lo recordó el premio nacional (o al menos así lo entendí) quien reconoció que desde escolar sintió que iba a ser escritor.  Este “hijo de militar que tenía pasión por el teatro” y de una “madre lectora de poesía”, contó que en sus años de infancia tenía muy buena memoria y podía aprenderse largos poemas que luego recitaba en público.

Consultado por Víctor Arenas, el otro presentador, sobre el Premio Nacional y si veía esto como un pronto retiro de las letras, Varas contestó que está “lleno de proyectos” y añadió que como la pensión que da el premio es vitalicia hará lo posible por alargar su vida “lo más que pueda”.

“Nunca he visto de cerca mi ADN, de los genes uno sabe muy poco”, señaló ante otra consulta pero reconoció una “manía obsesiva por escribir”.  La respuesta buscaba explicar cómo hacía para escribir tanto y tan bien. En todo caso, fue esa manía y la ayuda de su oficio de periodista, que ejerció en diarios, radio y TV durante décadas, los que le permitieron que durante dos años y medio, mientras trabajaba para el desaparecido diario La Época, pudiese publicar 90 cuentos: “escribía un cuento por semana”, acotó para sorpresa de quienes lo escuchaban.

Para publicar “Milico”, una novela sobre acontecimientos originados por el golpe de Estado de 1973, entre tanto, Varas demoró diez años.

En la XX Feria de Ovalle Varas estuvo dos días. Antes se presentó Hernán Rivera Letelier y también los argentinos Carlos Levy y Víctor Nobre y en el plano local, Ramón Rubina, Edith Tapia e Iván Ramírez, entre otros.

Yanny Morales, coordinadora de la Feria y presidenta del Círculo de escritores de Ovalle, se veía algo nerviosa pero se confesaba satisfecha de la versión 2008 de esta feria del libro del Limarí. “Estamos, como siempre en febrero, con un libro en la mano y un poema en la boca, como si lo guardáramos durante el año en nuestro corazón para leerlo en la Feria”, señaló la autora del poemario “A veces, cuando muero”.

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P.D. Si usted quisiera leer los cuentos recomendados, no se quede con las ganas; están todos disponibles en Internet.