Por Alejandro Lavquén
Última entrega de Efraín Barquero, poeta radicado en Francia desde su exilio tras el golpe de Estado de 1973. Barquero es una de las voces más representativas de nuestra diáspora poética, con un lenguaje cercano a la tierra y sus frutos.
Cercano, sobre todo, al trabajo del hombre y sus herramientas, como podemos constatar en su extensa obra. En El pan y el vino, vuelve sobre sus temas de siempre, aunque quizá con un sentido más místico, más cercano a la muerte que se avizora, a ciertos fantasmas que regresan: «Qué mira sin ver/ a quién aguarda sin decirlo/ mientras la luz al entrar/ el viento al soplar por todas partes/ hacen aun más desnudo este armado inconcluso». (…) «Al decirme eso parece alejarse a través de los años./ Cuántos años le quedan por vivir/ contarlos/ sería como perderse en la edad de la tierra». El libro está marcado por la ausencia, por la búsqueda de una especie de otro yo, un yo espectral, por decirlo de algún modo. El paso del tiempo es inevitable, pero siempre se busca la manera de retener ese tiempo, tal vez como un intento de prolongar la vida: «Es viejo el mensajero/ mucho más viejo/ que esperar durante años y años la misma noticia./ Y cuando aparece se oye/ como el gemido de un niño en el seno de su madre».
Llama la atención, como Barquero introduce una especie de diálogo entre los poemas titulados y un largo poema que se va entregando de manera fragmentada frente a cada uno de los poemas centrales, aunque el poema central bien podría ser el texto fragmentado. En él, el autor nos lleva a la evocación de los espacios íntimos, a la liturgia de la mesa servida: «lo atrajo esa luz/ esa mesa puesta ahí desde el comienzo del mundo/ donde los alimentos tienen la frescura de los pocos instantes/ en que el hombre es feliz a pesar de sí mismo». Estos versos marcan el sentido de la vida en torno a la vida, pues alrededor de una mesa, además de los alimentos, esenciales en la rutina diaria del ser humano, también encontramos la amistad, el entorno familiar, los sueños compartidos. Por otro lado, Barquero nos despierta a un mundo que pareciera desaparecido, pero que está más latente que nunca, el mundo de la poesía del pan y del vino, no como gula ni borrachera, sino como un llamado a la sobrevivencia desde nuestras raíces.
El pan y el vino, de Efraín Barquero.
(LOM Ediciones, 2008).
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…