Por Rolando Rojo
Memorias Neoyorquinas, el primer libro de memorias de Poli Délano, editado por Seix Barral, Biblioteca Breve, consta de doscientas páginas escritas en estilo directo, limpio, puro, sin circunloquios ni eufemismos, herencia, sin duda, de la narrativa norteamericana, en especial de Hemingway, y que hace de su lectura un acto de agrado permanente de principio a fin.
Como todos sabemos, Poli Délano es autor de una extensa y exitosa obra literaria, compuesta, fundamentalmente por narrativa de ficción: novela y cuento. También ha realizado un interesante trabajo antológico. Hoy, con sus “Memorias Neoyorquinas”, incursiona en un nuevo terreno: la autobiografía. Según él, a petición de amigos y editores. A propósito de su último libro, cuenta una anécdota de la que fue testigo: En 1972 coincidió con García Márquez en la casa de Pablo Neruda en París. El colombiano que frisaba los 45 años contó que empezaría a redactar sus memorias y ante la sorpresa del poeta que lo estimaba demasiado joven para tal proyecto, García Márquez replicó: “Por eso mismo, porque la mayoría de los escritores las escriben cuando ya no se acuerdan de nada”.
Pese a la cáustica respuesta del autor de Cien Años de Soledad, creo que Neruda tenía razón. Las memorias, las biografías, los relatos vivenciales, las autobiografías, suelen aparecer entre los proyectos autorales, cuando al hombre le empieza a crecer el tercer ojo de la nuca y esto ocurre pasada la cincuentena. Ese tercer ojo que se empecina en quitarle preeminencia a los del rostro y contempla con nostalgia, con cariño, con sosegada pasión los hechos, circunstancias y personajes que rodearon etapas pretéritas de la vida. Es, precisamente, ese sereno madurar en el lagar de los recuerdos lo que le da peso, sabor y consistencia a las vivencias.
Poli ha dicho con certeza que él disfruta escribiendo cuentos y novelas y, por eso, sentía cierta reticencia en involucrarse en un trabajo que “le demandaría demasiado esfuerzo”. Nos preguntamos: ¿Puede demandar más trabajo escribir algo que realmente ocurrió a algo que sólo es parte de la imaginación? A primera vista diríamos que no, pero no nos engañemos. Escribir hechos del mundo real requiere transmitir imágenes de un mundo que tiene autonomía plena, hechos que ocurrieron, por así decirlo, fuera del autor, al margen de su voluntad y, a veces, contra sus deseos. Hay una diferencia radical entre escribir ficciones y escribir hechos reales y esa diferencia radica entre las frases de ficción y las frases del discurso real. Las frases de un cuento o novela son actos plenos, completos y serios de lenguaje, efectivos, pero son meramente imaginarios y, en consecuencia, no son actos del “autor” de la novela, sino de un personaje también imaginario llamado narrador. En ese mundo ficticio, creado, imaginado, ordenado, estructurado por el autor, es posible que el escritor se sienta más a gusto, disfrute más de su labor.
Ahora bien, ¿el texto biográfico compite con desventaja frente al texto ficticio? En algunos casos así sucede. Pero cuando los simples hechos ocurridos son sólo materia prima que experimentan una transfiguración por la palabra, por el tono, por la voz, por la estructura, el texto triunfa como literatura, es el lenguaje narrativo el que rescata a una retahíla de anécdotas y vivencias, y las eleva a esa categoría artística que suele ostentar la buena ficción. Esto es, precisamente, lo que ocurre con “Memorias Neoyorquinas” de Poli Délano. Se leen con agrado, sin esfuerzo, gratamente por la calidad, gracia y limpieza de su prosa. Uno recuerda las palabras de Proust que afirmaba. ”la realidad de suyo es opaca, mixta, confusa, en tanto que la imagen es más real, porque es la realidad purificada, destilada, quintaesenciada, transparente, liberada de aquella opacidad turbia”.
Y lo que encontramos en este último libro de Poli es eso: imágenes. Imágenes de una infancia, niñez y adolescencia donde se entremezcla algo así como el Paraíso Perdido con la violencia territorial, con riñas callejeras, matones de barrio, pero también con témpanos que navegaban por el Hudson y que Poli y sus amigos cabalgaban. ¿Quién, aunque no conozca Nueva York no imagina, a través de la prosa de Poli Délano, sus calle, avenidas, edificios, negocios, parques, museos y su gente?
Memorias Neoyorquinas, el primer libro de memorias de Poli Délano, editado por Seix Barral, Biblioteca Breve, consta de doscientas páginas escritas en estilo directo, limpio, puro, sin circunloquios ni eufemismos, herencia, sin duda, de la narrativa norteamericana, en especial de Hemingway, y que hace de su lectura un acto de agrado permanente de principio a fin. En sus páginas nos enteramos de los datos biográficos del autor, de sus amistades en Nueva Cork, en México, en Santiago de Chile. De sus primeros amores, del Central Park y los primeros besos con Renee Bacall, prima de Laurell y, por lo tanto de Bogart, ¡No podía ser de otra manera! De aquella inusual libertad de “hijo único”. Nos cuenta de sus primeros viajes, de sus navegaciones, de Europa a América; de México a Chile, etc. Algunas azarosas como la que su padre, Luis Enrique, relata por carta a Pablo Neruda, pero que estampan en el alma del niño Délano el estigma del viajero impenitente. Luego, el viaje a Chile con su madre. Se radican en Ñuñoa cuando “Santiago era como una provincia remota y modesta. Una aldea de un piso, surcada por tranvías y con acequias de riego corriendo al borde de las veredas. Aquí, completa la enseñanza media entre nuevos amores, nuevas amistades, conoce, entre otros, a “Mumo”, a su profesor Rubén Azocar, a Coloane, a Tomás Lago, Ernesto Eslava . Y vienen los años del Pedagógico (1954) Poli opta por la carrera de pedagogía en inglés. Sabía elección, porque habla, lee y escribe en ese idioma “mejor que algunos profesores”. Esta base idiomática y cultural le permite robarle tiempo a los estudios para dedicarlos a la lectura y escritura. Allí, en los amplios prados del Pedagógico, nace la amistad con Tellier, Armando Cassigoli, Rolando Cárdenas. Aparecen sus primeros cuentos y ya no parará en la creación literaria hasta el día de hoy. ¡Ha decidido ser escritor!”. No arquitecto como pensaba al término de las humanidades, ni abogado, ni científico, ni médico, sino ¡escritor! Con todos los riegos que ello implica. Después vendrá la China de Mao. Su matrimonio, sus hijas y hasta allí llegan estas primeras memorias del narrador chileno Poli Délano.
Julio Cortázar, con respecto al cuento, dice que: “Un buen tema atrae todo un sistema de relaciones conexas, coagula una inmensa cantidad de nociones, entrevisiones, sentimientos…” “… un buen tema tiene algo de sistema atómico, un núcleo en torno al cual giran los electrones” Yo creo que, guardando las proporciones, hay seres humanos que tienen algo de esto. Por alguna razón, (origen, relaciones sociales, esfuerzo personal) no miran pasar la historia desde la vereda del frente, sino que la hacen o participan activamente en ella..
Traigo esto a colación por lo que me sugieren las “Memorias Neoyorquinas” con respecto al autor.
Poli nace en un hogar de artistas, Luis Enrique Délano, periodista y escritor, y Lola Falcón fotógrafa. Su padre, además, es diplomático. Estos hechos van a coagular en torno a Poli Délano una atmósfera especial: la del arte y los artistas. Nace en España, el año en que se inicia la Guerra Civil española. Luego vendrá la Segunda Guerra Mundial con indudables repercusiones para el hogar de un diplomático. Es testigo del ascenso de las clases populares al poder con el Gobierno de Pedro Aguirre Cerda. La mayor parte de la intelectualidad y de los escritores que visitan su hogar y son amigos de sus padres adscriben a este movimiento. Cuando tiene diez u once años, Gabriel González Videla traiciona el apoyo de los comunistas que lo llevó a la Presidencia de la República y los declara fuera de la ley con la llamada Ley Maldita. Esto repercute directamente en el hogar de los Délano. Muchos intelectuales van a parar a los campos de concentración, otros pierden sus trabajos. Se dicta orden de captura para el senador Pablo Neruda y, uno de los hogares que le brinda protección en la clandestinidad es el de Poli Délano. Allí, en la intimidad del hogar, se inician, pese a la tensa situación social y política, diálogos sabrosos entre el vate y el futuro escritor, recuerdan anécdotas de otros momentos y lugares. La aventura del tejón que, mirada desde la distancia, ya no parece tan dramática Ya profesional, vive también los cambios culturales, sociales y políticos de la China de Mao Tse Tung. Años más tarde, participa activamente el Gobierno de Salvador Allende y luego el exilio en México.
Todas estas circunstancias y otras personales son las que han conformado a un ser humano ideológico, solidario, escritor, fraternal y amigable. Poli Délano es un cultor de la amistad. En torno a ese núcleo que hablaba Cortazar se aglutinan amigos (no sabría decir cuántos) en todos los lugares y circunstancias que lo ha llevado la vida.
Esperamos la segunda parte de estas Memorias.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…