LA FRAGUA
Para Alexander
En medio del bosque de olivos
veo cruzar lenta la luna llena.
entre el ramaje de copas emergentes.
A lo lejos el mar ruge y se levanta
mientras en la atalaya de la cetrería
el enigmático halcón está anunciando.
Estoy en el socavón de la noche.
El viento consume las velas sobre la roca.
La luna y los olivos me llevan a Palestina.
Voy a entrar al pasado de mi vida.
Peregrino, encuentro de los ancestros
sus huellas,
la luna de concheperla es el espejo oracular
por milenios contemplaron su faz junto al laúd
escuchando leyendas de héroes y genios.
Soy el río, el laberinto, los ojos, la danza,
la atmósfera exhuberante de aromas vegetales
las arenas, los dátiles, los mármoles, la cítara
y sus poetas en la insondable noche de la noche
atizando la memoria de su sangre
en la fragua.
EL SOMBRERO DEL TREN
Un animal antiguo reptil de la paleohistoria
serpenteando los valles centrales de Chile
cruzamos desde sus interiores ferruginosos
desiertos silentes hasta las alturas del cóndor y sus hielos
viajando-viajante-viejetero
la vida y sus minutos que se escurren como espermios salvajes
piedra ululante en medio de la noche
vamos
vamos suspendidos en un largo silbato de lobo nostálgico
oscuros fogoneros alientan las lenguas rojas
en la espesa niebla grisácea
el humo de la locomotora y el de mi pipa son uno mismo
diviso Lautaro entre los durmientes cuando los poemas láricos
inundan en el aire las ventanas del coche comedor
aquella muchacha otoñal es la hermana muerta
la que apenas lo precedió – esperando al final del túnel
mientras los libros desteñidos en la lluvia
mezclan su canto con aromas de café y mistelas
somos nosotros los fantasmas del arcaico tren diluído
al paso de los bosques nativos del éter
óxidos de carros y utensilios
que desconocidas manos tocaron
… fuímos paridos en las calderas solares que mueven al mundo
relámpagos entre los rieles piernas largas del frío
nos quedamos entre los vagones para siempre
surcando en el tren a vapor olvidados ramales de la noche
transformándonos en los únicos habitantes del planeta
sobrevivientes asombrados de la poesía
latiendo en el vaivén inagotable del traka-traka – tuk-tuk
afuera ya no existe nadie
nadie avivará las tulipas
nadie más atravesará en la sordina
la luna espejando sobre los rieles de plata
entonces bebo de un sorbo en las uvas rojas
el movimiento agitado de las bielas
bajo la luz macilenta de las farolas
en cada estación
cuando me saluda
Teillier con su sombrero viejo.
MIRADOR
Cruzan nubarrones:
caballos dantescos,
peces ciclópeos,
aves perdidas.
Todo va pasando
desde aquí
en el desvencijado mirador
con religiosa exactitud.
Los segundos:
una gotera en la cabeza
por donde se escurre el tiempo,
gota a gota.
¿Cómo extender las alas?:
¡Tantos barrotes!
¡La sed del pájaro!
Han edificado nuestra casa
cerca del camino
que lleva hasta la muerte …
PALESTINA
He caminado mil años
buscando ese paraíso.
Al Falastin de los ancestros
cabalgando a la luz declinante
con aladas túnicas.
en sus desiertos
rápidas siluetas dibujando el horizonte.
Eres el oasis que guarda
la reserva de mi espíritu
y del mundo.
Encantada por los sueños del laúd
musicando en los campos, en los hogares,
en las sinuosas calles tranquilas,
y en los templos aromados de incienso.
Al Falastin
espada legendaria de los tiempos
de súbito vistiendo oscuros ropajes de tragedia
destilando sangre por tu honor mancillado.
Palestina!
Palestina!!
Palestina!!!
tu nombre será
multiplicado
retumbando en el cielo
hasta hacerse de peligros
más que balas
para tus verdugos.
Hasta hacerse más dulce que los dátiles
par los que en el corazón
te llevamos.
EL ESPEJO HUMEANTE
AMAZONAS
Acompaño al Chamán
hasta la orilla del precipicio
cada tarde
Abajo el espiral del río Amazonas
con el afluente Manguriary
arriba tiñendo el Sol
un arco rojo
temible
El Oficiante Ritual debía estar presente
para concluir el día
y despedir al Sol
de no hacerlo
no habría crepúsculo
De serpientes fui alimentado
la sangre del yacaré inundó mi boca
el leopardo su carne estaba en la mía
pirañas monos y tapires en cada cédula
miraban con sus ojos desde mis ojos
Todo lo que camina
vuela
o nada
pasó fluyendo por mi corazón asolado
dejando ahí sus huellas
para siempre
Eran cráneos triturados de sus ancestros con yuca macerada
plantas e insectos vivos que fueron siendo una pócima oscura
con los ojos machacados vértebras fulgurantes flotaban
Oí los cuerpos en sus partes
Era otro en el vértigo evanescente
y comencé a ver signos en la tierra
en las piedras
en los árboles
en la piel y en el aire
En su condición de raza-principio
otros animales comenzaron a seguirme
sintiendo donde estoy y lo que soy
fuente del misterio
Escuchando a los muertos
que me habitaban
desobedecí a mi voluntad
y caí socavado en la maleza
De mi sombra vi salir lagartos
arrastrándome
la respiración.
Fragmento del Libro: “El Espejo Humeante – Amazonas”.
Editado por Fundación IberoAmericana, año 2005.
Theodoro Elssaca (Santiago, 1958), escritor y artista visual, donde ha ejercido la pintura y la fotografía antropologista. Estudió Diseño y Licenciatura en Estética en la Universidad Católica de Chile. Ha expuesto desde el ’79 en Iberoamérica, en el Medio Oriente y en Roma, Stuttgart, Berlín, Barcelona, Venecia, Bruselas y París, entre otros lugares. Ha publicado, entre otras obras: “El espejo humeante” (poemas, 2005), Viento sin memoria (1984, poemas), Aprender a morir (poemas, 1983), Aramí (poemas, 1993).
Sorprendido por la obra de este autor poeta y diseñador chileno, casi desconocido por la gran masa popular.