Por Ramón Gil Sánchez
Evidencia
1.
Perdón,
encontré mi yo y mi muerte.
2.
Mi ladrido limita mi animal.
Mi cosa tiene prisa.
Mi lenguaje ahora es este injerto,
esta cicatriz.
3.
Mi escondite es el territorio
en el que mi animal me muere.
4.
Mi cuerpo está escrito desde el principio.
Mi ombligo se borra,
mi ceniza no me necesita.
5.
Es el animal que examina mi conciencia
el que sabe que yo desaparezco cuando él respira.
6.
Perdón…
no es mi animal el que envejece.
7.
Mi animal es más fiero cuando duermo,
más venenoso, más gratuito.
Me odia a la altura de mi odio.
8.
Me persigue su origen,
su fatiga.
Un sueño, uno
Este sueño no golpea los tobillos
ni señala ninguna piedra
ni busca con sus gritos.
Este sueño no espera, no empuja,
no ladra.
En este sueño no hay gusanos,
no hay párpados,
no hay secretos.
Este sueño no nace y su vientre no pare.
Este sueño no tiene alas,
no tiene alas.
Este sueño, en la vena de los ojos,
se tumba sin sangre
y alimenta la sangre.
Este sueño no tiene pasado
ni sombras,
no tiene anillos.
No tiene espejos,
no tiene a nadie.
En este sueño no hay desiertos,
no hay niños,
no hay mares.
Este sueño no tiene llaves,
no tiene llaves.
Este sueño está siempre de espaldas
y acuna la piel
y el dolor de la piel,
y besa el hueso húmedo,
y muerde el labio seco
y la boca mortal que deja caer una a una
todas las palabras,
las
palabras una a una.
Donde esté mi rostro
1.
Estoy enfermo.
Veo un pez.
Es bello.
Veo un hombre prisionero de su rostro.
Me sumerjo en el hambre del pez.
2.
No soy un mal enfermo.
Mis huesos húmedos, mi corazón de madera,
mi ombligo de miel,
nada,
es necesario.
El pez me abraza.
3.
Aunque muerda mi conciencia,
y muera humanamente
de tiempo, de codicia,
no soy un mal enfermo.
4.
No hay nada comparable a la belleza del pez
que se entretiene en mi rostro.
5.
Apresuro mi pausa.
No quiero ir tan lejos.
No tengo fe.
No estoy seguro de que el futuro exista.
Oigo el canto de unos niños,
una alegría que traspasa el tiempo.
El uso de los nudos
pregunto
si no vivir es imposible
pregunto
si la fe no se agota en esta pregunta
pregunto a mi máscara
y a la venganza de mi máscara
pregunto a la escalera
elemental que me arrastra
es fácil
sucede en un momento
las escaleras saben
el niño que balbucea sabe
el que mira con los ojos cerrados sabe
el que hereda la mirada
la palabra no pronunciada
no sabe
y en toda vida siempre
ahora
no después
ahora
el nudo se deshace
Autorretrato de Ella
Ella era la detective de mis años.
Yo la lentitud del relámpago que alumbraba su arcilla.
Ella era el pálpito inmóvil de mis huellas.
Yo las palabras de su máscara, el incendio de su ceniza.
Ella era la entraña visible, la deuda, el simulacro.
Yo la sombra, la nada, la oscura saliva.
Ella era la hora ignorada.
Yo su lágrima, su arena, el agua de su arena, su herida.
Ella era blanca, azul, blanca, negra.
Yo el gusano solo nacido de su semilla.
Ella era una cuerda de hielo;
era el hambre, la fiebre, el búho.
Yo la alondra,
el silencio,
la oscura saliva.
***
Ramón Gil S.
Nacido en A Coruña, España, en 1964. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Salamanca. Profesor de Filosofía en el IES Monte Neme (Carballo – A Coruña). Actualmente, asesor de Sistemas Informáticos en la Consellería de Educación, Xunta de Galicia.
Colaborador en prensa escrita, Diario El Ideal Gallego, en la sección de comunicación durante el año 1992. Autor de uno de los textos seleccionados para del catálogo de la exposición “Plantando Libros”. AGPI –Asociación Galega de Profesionais da Ilustración- con motivo del VII Salón del Libro Infantil y Juvenil de Pontevedra (2007).
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…