El lugar del otro. Pía Barros

Por Miguel de Loyola

Lo primero que se me viene a la mente después de leer el libro de cuentos de Pía Barros, es una pregunta. ¿Porque la escritora publica sus cuentos en un formato pequeño, tratándose de cuentos grandes? La respuesta, desde luego, la conocemos, y las mujeres tal vez mejor que nadie: porque lo bueno viene siempre en frasco chico, dirán, dicen los expertos en perfumes.

>Pero, bromas aparte, estamos aquí frente a un nuevo libro de Pía Barros, controvertida narradora chilena, quien se ha dado por entero al arte de la literatura, escribiendo, polemizando y enseñando en sus talleres literarios las claves de la escritura, y ahora, en los últimos años, lanzada también al trabajo de publicación mediante un sello propio: Asterión, nombre, imagino, alusivo a la mitología griega, de donde proviene la base de nuestra cultura.

El lugar del otro> reúne un conjunto de relatos donde es posible advertir el grado de perfección alcanzado en el oficio de escribir un cuento. Los relatos están muy bien contados, con ese tono de urgencia impuesto al narrador para gatillar el interés del lector por la lectura. Tejidos, además, mediante el recurso técnico de la yuxtaposición de episodios que vienen a explicar y a rematar el decurso principal de la historia, ilustrando desde un tiempo pasado el presente más inmediato, aclarando así las circunstancias actuales de los personajes, sin que se note el artificio.

El tema que cruza los cuentos, como bien lo anuncia ya el título, es el otro, y más propiamente, el lugar del otro, ese lugar-espacio que invadimos, y, a veces, incluso usurpamos con nuestros propósitos personales, sin pensar en aquellos a quienes nuestros asuntos afectan y aún algunas veces, como ocurre en los cuentos El lugar del otro, Eso que tú sabes, Cupones de descuento, aniquila vidas inocentes.

La causa del problema  tal vez sean esos imperativos que movieron al hombre moderno a hacer la historia, sin importarle, por cierto, el otro. O bien, la carencia de una moral fundada en el amor, por sobre los intereses de la razón. En los cuentos de Pía Barros,  cabe abundar en una inocencia y libertad usurpada, toda vez que los personajes representan a hijos de exiliados que han tenido que cargar la frustración y aún el resentimiento de sus progenitores, la añoranza por el mundo perdido, ese desconsuelo eterno de las almas defraudadas de la realidad. Una realidad que no han vivido en carne propia, por cierto, los renuevos, ni tampoco han sido sus responsables, pero ha invadido sus espacios al punto de confinarlos a vivir una existencia prestada, y dolorosa. En Cupones de descuento, la realidad termina siendo macabra,  y Martín cargará un dolor y una culpa inexorable. En Eso que tu sabes, Lars Montalva descubre su verdadero origen y el instinto maternal de Alina resplandece en medio del infierno como el verdadero sostenedor del mundo. Lo que no ocurre En el lugar del otro, donde Mayra, prefiere ignorar su maternidad en pos de una consecuencia ideologica cercana a la paranoia.

“Solo soy yo y mi circunstancia, no tengo equipaje. Además, no sacamos nada con especular sobre los otros, aquí y ahora es todo lo que tenemos en estos casos.” Sostiene Lucas en el cuento Tomar un café, en medio de la experiencia de un terremoto, de una tragedia que como chileno desconoce todavía, porque ha vivido en Checoslovaquia, Alemania, Europa,  huyendo junto a su padre, cargando su pasado de ex mirista como si fuera también el suyo propio, hasta perder esos lazos sensibles que atan a los hombres con la realidad.

En El lugar del otro, hay un cambio radical, un giro en la perspectiva de los escritores chilenos que narran los horrores de la dictadura. Ahora Pía Barros no enfoca directamente  a las víctimas, ni cuestiona a los victimarios, tampoco los asuntos ideológicos, su mirada avanza hacia espacios olvidados por esa visión teleológica de la historia impuesta por la modernidad, asumiendo en estos relatos una estética posmoderna, toda vez que da cuenta de la fragmentación de la historia, resaltando los pequeños relatos que conforman los hechos que la constituyen, como efectivamente ocurre en los cuentos del libro.

Aunque hay que recordar que si bien los cuentos de Pía Barros avanzan hacia ese lugar del otro, sólo abordan las voces de los vencidos. Todavía falta avanzar hacia el campo contrario, porque el verdadero lugar del otro lo constituye, sin duda, el enemigo. Hasta aquí, la narrativa chilena ha abundado sobre la dictadura desde la perspectiva de los “vencidos”, y no hay cuentos que tomen la perspectiva del bando contrario. Cuando eso ocurra, tal vez conozcamos la dimensión más desconocida del lugar del otro.

 

Miguel de Loyola – Santiago de Chile – Noviembre de 2010