Por Alberto Cecereu

 

De la plaquette “Los Ermitaños”

ascensión

chang tzú nunca soñó ser mariposa
sino que fueron dibujos en el agua
algunos de un vuelo rápido sobre el ojo la pupila
otro acaso una exploración de un trueno que nadie vio
una pregunta eterna: una imagen: la luz en éxtasis
un boceto de los ríos en el cielo: la confusión
y ahí estaba chang tzú
con sus alas de madera envueltas por la imaginación
del otoño: la opera de las hojas

chang tzú nunca soñó ser mariposa
sino que su espíritu de nuevo como arrebol
palideció entre los cimbreantes árboles de una caleta
y la armonía cantaba el orgasmo del paisaje
acaso la pintura imaginada en una noche
una pregunta eterna: una imagen: la sombra que atraviesa
la tempestad musical: la muerte de todos los pájaros
todo eso cuando chang tzú
se recostaba esperando la aclamación de una tarde
el ocaso del maestro celeste

 

madrugada

la flor que mira al levantarse en la madrugada
es verde como el tallo de las drogas
por eso
corren contentos los monos de pelo dorado
y en esas carreras contemplan
el aire que revienta el olor del té de la casa

 

meditación

lao tzú estaba en lo alto de la colina
dibujando árboles
para sus cuentos y leyendas
componiendo la partitura del canto
de un gallo el ladrido de un perro

el vino corría por los helechos
y la nieve trepaba hasta las nubes
mientras el bostezo de lao
se extendía por toda la pradera amarilla
y de un verso como si fuera las cosas
todo se concentró en la mirada fugaz
en la sonrisa sutil
de un hombre logrando el silencio
de los sabios azules

 

Del libro inédito “El Delirio”

13

gorda morena mujer metálica monstruosa de la cocina
experta en crear marraquetas con manjar
para endulzar los viajes transdimensionales
de las fantasías planetarias

el baile extraño de las comisarías de tus abrazos en clave secreta
casi sin medida
con tal de llevarme por los aires como un cometa en medio de la pradera
para sentir el calor del sol quemando mi cuerpo vendido

y ver el mundo desde lejos con la musiquita de Yuri la mexicana
que me cantabas al oído para adelantarme la muerte lenta
con tal de disecarme el corazón y devorártelo sin piedad
como si yo fuera un postre y el postre de tu boca

por los confines de la lavadora y la logia amarillenta
la armonía de las plantas
el silbido de la tetera hirviendo
hacías que existías haciendo nacer el verbo y el verbo se hizo carne

y las tazas de vidrio verde que se quebraban y se quebraban
como se quiebran las supernovas en el firmamento de los planetas
como el amor del mundo entero
y el amor de todos los pretéritos de las miradas y de tu mirada

el manjar era tu murmullo
el manjar era el manjar de tu vagina como tu murmullo
tus palabritas muertas en mi oído
prometiendo el mejor de los paraísos si yo moría como se mueren los animales

16

soñé con todos los desaparecidos naciendo desde los terremotos
de Chile
al igual que un remolino de rebeliones
dibujando los edificios
esos altos bien altos
como crucifijos postmodernos que hablan solos

al igual que una maratón de incrédulos
una y otra vez nacían los desaparecidos
y formaban una aliteración de versos
que retumbaban en los barrios de las ciudades
como señales de radio extraterrestres que provienen de las galaxias enanas
definidas alguna vez por las manos de los dioses
los mismos que decidieron abandonarnos
a cambio de un banquete de sexo

soñé que todo el país jugaba al borde de los volcanes
y nos tirábamos a volar hacia el centro de la tierra
para buscar la definición de la belleza
veíamos el festival de los inventados duendes de colores
o los pudúes infrarrojos
o los pájaros del wallmapu
que dibujaban grafitis en las paredes de esos volcanes
y esos volcanes proclamaban discursos de opresión
que eran aplaudidos por la maratón de los incrédulos

pero volábamos
volábamos hacia dentro
hacia el fin del centro de la tierra
hacia el inicio de los sueños
ahí donde nace el rumor de tu existencia
para crear algo un atisbo que sea
un dibujo en la arena del desierto florido
a partir de la aliteración de los insectos:
el amor de los necrófilos: el manjar de los desaparecidores

 

Alberto Cecereu (Valparaíso, 1986)

Poeta y profesor. Es Licenciado en Historia y Licenciado en Educación.

En sus inicios fue becario del Taller de Poesía de La Sebastiana, Fundación Pablo Neruda y miembro del Seminario de Reflexión Poética de la misma institución. En 2005 publica su primer libro de poesía, «Noticias sobre la Inmanencia» (Ediciones Altazor), y en 2016 “Los Exaltados” (Ediciones Altazor). En este 2018, publicará su plaquette “Los Ermitaños” en Trizadura Ediciones y prepara su próximo libro, “El Delirio” en Ediciones Filacteria para 2019. En 2006 se le otorga la Beca a la Creación Literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes para escribir «Los Viajes del Druida» (que aún permanece inédito). Ese mismo año gana el Premio Enrique Lihn de la Universidad de Valparaíso.

Su poesía aparece en la Antología El mapa no es el territorio (Editorial Fuga, 2007), además de diversos medios de Chile y el extranjero. Es traducido al inglés y publicado en California Quaterly (Volume 2, Number 2) de Estados Unidos.

Es colaborador y columnista habitual de SITIOCERO (www.sitiocero.net), un espacio de expresión y comunicación de una comunidad diversa y plural, donde publica escritos concentrados en la crítica social y la reflexión de la realidad.