Susana Sánchez Bravo

Nació en Valparaíso, realizó estudios universitarios en la Universidad Técnica del Estado. Su área de competencia es la Publicidad y la Comunicación.

Ha sido docente en universidades chilenas y extranjeras, entre ellas, el Politécnico Nacional de México y la U. de Oslo, Noruega, durante un exilio que se extendió por quince años y tres países. Ha publicado en las antologías Cuentos Chilenos, Edt. Kinkulén, Berlín; Viernes con Bach,  Edt. Pegasus, Ámsterdam; y en las publicaciones del Taller de Pía Barros. Su primera novela, Espacios Condenados,  es publicada el 2004  por  Edt. Cuarto Propio. Edt. Asterión publica el 2007, Secretos Menores y non tanto, textos y minificciones.

Están en corrección las novelas El círculo de las bacantes y La profesión de los farsantes.

El  sueño largo

Los muertos en Latinoamérica son insurrectos.  Inquietos en sus tumbas no reconocen  fronteras  y peregrinan día y noche en hordas ingrávidas. Están  los que se perdieron en los chupaderos argentinos o uruguayos, vienen los de Guatemala, Paraguay y Honduras,  las mujeres de Juarez, los chilenos que lanzaron al mar o a los socavones de las minas, los de Perú y Bolivia, los niños brasileros  asesinados por los escuadrones de la muerte, los masacrados de  Colombia. Ni un solo país de nuestro continente esta libre de estos cadáveres  en perpetua caminata, de ida y vuelta, desde México al Cabo de Hornos. Yo los oigo venir todas las noches por las calles de mi ciudad y los imagino a todo color, un solo pueblo de muertos, desfilando con los Libertadores al frente en el año del Bicentenario.

Todo flota

Ese que está ahí con la bufanda a cuadros, alimentando palomas en  la plaza; viejo y frágil, tosiendo de vez en cuando, tuvo una juventud guerrera. Él cree que morirá en su cama, que nadie sabe que abría los vientres de los desgraciados antes de lanzarlos al mar desde los aviones para que no flotaran. Un trabajo sucio pero qué diablos, por lo menos se los entregaban dopados para que no se defendieran. Él no sabe que lo espero con el pié sobre el acelerador  y un día de estos, cuando atraviese a destiempo, arrastrando sus pasos, tendrá un accidente de tránsito que lo hará flotar sobre el cemento.

Vuelta atrás

Deseo que todo vuelva a ser lo que era hace un minuto. El estallido implosiona y la sangre que salpica la ventana se despega en esferas ínfimas para licuarse en el hilo rojo que se escurre en la rotura de mi sien, devolviéndola a su fuente, expulsando el proyectil. Los trozos de cerebro regresan a su lugar, se tapia el orificio del hueso, la bala vuelve a la pistola y ella a la mano que la deja sobre la nota de despedida. Las palabras se diluyen. La hoja en blanco es un espacio terrible que recorta la silueta oscura del arma, transformándola en el pomo de una puerta que se abre hacia el olvido.

Pesadilla continental.

Cuando el hombre despertó, el torturador aún estaba allí.

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 Microcuentos leídos en el III Encuentro Chileno de Minificción “Sea breve, por favor”. Valparaíso, junio del 2011.