Las siguientes traducciones son del libro de poemas De un portazo (Slamming Open The Door, 2009) de la poeta norteamericana Kathleen Sheeder Bonanno. El libro es una secuencia caleidoscópica de poemas que gira en torno a la muerte de la hija adoptiva de la poeta. La traducción de este conjunto de poemas la debemos a nuestro querido amigo Oscar Sarmiento, poeta y profesor chileno radicado en Estados Unidos.
Este libro recibió el premio Beatrice Hawley en el 2008 y fue uno de los libros de poesía más vendidos del 2009 en Estados Unidos. «Bonanno nació en Reading, Pensilvania, y estudió inglés y luego una maestria en educación en Temple University. Se ha desempeñado por años como profesora de enseñanza media».
Kathleen Sheeder Bonanno, poems from Slamming Open the Door. Copyright 2009 by Kathleen Sheeder Bonanno. Reprinted with the permission of The Permissions Company, Inc. On behalf of Alice James Books, www.alicejamesbooks.org.
El señor muerte
Irrumpió en su abrigo ruso,
de golpe abrió la puerta
con un imperdonable portazo
y desde entonces
aquí ha estado.
Lo cambia todo,
la posición de los muebles,
su mano se cierne
sobre el teléfono.
Él responderá ahora, dice,
él será la respuesta.
Esta noche se sienta a comer
a la cabecera de la mesa
mientras, mudos, comemos;
más tarde, se sube a la cama
entre nosotros.
Incluso aquí sentada
se para detrás mío
enquistando dos manos colosales
sobre mis hombros
y se agacha
y me susurra al oído:
Desde ahora
escribes sobre mí.
Conociéndote a los cuatro años
Ya nos dijiste adiós,
ya lo dijimos:
lo dijiste de nuevo
así que no queda más
que retirarse con dignidad.
Retrocedemos por el estacionamiento
de un solo, largo tirón,
como si una mano gigante
nos hubiera agarrado por detrás.
Levantas un mentoncito sobrio;
todo tu pequeño rostro sobre nosotros
mientras nos marchamos.
El sonido singular
que deberemos arreglar empieza
bajo la inescrutable capota
del viejo Maverick.
Una pequeña bolita
viaja por la rueda de una ruleta
esperando seleccionar un número.
No necesito mirar a David.
No necesita mirarme.
Manejamos derecho a casa.
Miramos para adelante.
La bolita zumba:
te queremos, te queremos, te queremos.
Palos y piedras
Para ti, que mataste a mi hija:
Corre. Corre. Escóndete.
Dile a tu madre
que hile la aguja
hecha de hueso.
Ahora es su hora
de coser la mortaja.
Vienen hombres
con palos y piedras
y lanzas afiladas
a realizar lo necesario.
Confesiones
No me compadezcas:
fui demasiado floja
para irme escalera arriba
a arroparla de noche.
Cuando la cepillaba
le tiraba fuerte el pelo,
a propósito.
Y siempre
el filudo,
quejumbroso matiz,
al borde
de mi cuchara
de generosidad.
Poema de cumpleaños
Es el cumpleaños de nuestra hija muerta.
Su nombre era Leidy.
La adoptamos de Chile.
Cuando chica su sobrenombre era
Chinita.
Me siento en una silla del comedor
y lloro con todo
mientras mi cuello se dobla
paulatinamente
hasta que mi frente toca la mesa.
Gente nos espera
en el restaurante favorito de Leidy
y mi esposo dice finalmente:
Kathy, hora de irse
mientras hurga en el bolsillo
por las llaves del auto
y cuando las saca sale
posada en su mano
una chinita viva.
Poema sobre la luz
Puede usted tratar de estrangular la luz:
usar las manos y pensar
que le ha hallado la garganta
pero no, señor.
Puede usar una soga o un garrote
o un cordón de teléfono
pero la luz, amorfa, implacable,
se le subirá a la cabeza.
Puede usted convertir en su misión
clausurarla para siempre,
acuclillarla en la oscuridad,
las persianas bajadas con todo—
aún así, de mañana,
un haz de luz lo dejará al descubierto,
sacando
su dedo optimista
por una esquina de la persiana
y luego más luz
astuta, corajuda, imposible
derramándose por las grietas
entibiando la sombra.
Este es el sol testarudo
eligiendo salir
como lo hizo ayer
como lo hará mañana.
Usted no tiene nada que ver con él.
El sol hace su propia historia:
la luz su camino.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…