PRIMER BESO 1
Ángel y Ángela, en su cielo de juegos inocentes, por azar, encontraron sus labios; les gustó esa jugarreta. Se deslizaron envueltos en salivas por un tobogán, en un viaje celestial cuyo destino era una luz incandescente. Toque de timbre. La profesora les enseña la diferencia entre niño-niña, azul y rosa. Ángela comprende todo.
PRIMER BESO 2
Sapo, así le decían. Lo besé y siguió siendo eso, pero algo de él se quedó conmigo: su excesiva saliva.
PRIMER BESO 3
Tú solo querías saber el sabor de mi labial, tus manos buscaban mis uñas perfectamente pintadas, tu nariz quería oler mi perfume, tus ojos miraban mis pestañas onduladas a la fuerza, cedí. Sabor a frutilla me dijiste, no –te respondí-, es guinda, prueba de nuevo.
REGRESIÓN
Declara que fue en el pasado un sacerdote azteca y que una defectuosa regresión dejó un portal abierto. Revela que sueña con rojo, que percibe corazones sacrificados y despierta gritando. Manifiesta, y establece que serán sus últimas palabras, que por favor lo inmolen a él. Que su misión ya está consumada, que se declara inocente.
Treinta años de cárcel por múltiples asesinatos.
Fin del juicio.
ANFITRIÓN
Nos invitó a cenar, — ¡Será un momento agradable! —, dijo convencido, — algo inolvidable—. Se perdió tras la puerta de la cocina. Impacientes y con apetito, entramos a tenderle una mano. En medio del piso de baldosas blancas, un rojo sangre rompía la higiénica blancura. Yacía boca abajo, inerte, con una receta en la mano cuidada de las salpicaduras y una nota que decía: “Si la carne está dura, ruego me disculpen”.
LOLITA NOCTURNA
En el puente, se mueve rápida una sombra, — ¡hey amiguito! un cigarrito, una fumadita, una sola— escucha que le grita. No ve nada, trata de huir, lo sigue, pegado a su costado. Susurra en su oído —una pitiadita… un besito, un abracito… una manoseadita… —, siente un profundo asco, intenta zafarse de sus manos oscuras. Vuelve a escuchar, suavemente —un billetito… una muñequita, un vestidito… una casita…—.
Una profunda lástima lo hace volver, adivina a ese bulto y le lanza un billete. Esa cosa musita tristemente— en la mía, mi mamita me pide platita—.
***
Texto seleccionado y publicado en “Basta! Cien escritores contra el abuso infantil” editado por Pía Barros.
CHACAL
Leía que saltaban como cordero entre el rebaño, se ocultaban como huemul entre la espesa hierba, oteaban como zorro el alimento, trepaban como chinchilla las altas araucarias de la cordillera de Nahuelbuta. Indómitos como un caballo salvaje. Siendo uno con la naturaleza inefable.
Hasta el momento de enseñarle a leer. Fue allí cuando comprendió que todo lo que había hecho estaba malo.
—Pecador— se corrigió.
Era una bestia, dijeron.
NO ME VA A CREER
Frente a él, inclino mis rodillas, lloro, ruego, imploro misericordia. Me quejo y le pido explicaciones, le suplico que no me deje, que ya basta de tanto sufrimiento. ¿Por qué yo? ¡Quítame la vida! Me mira con indolencia; veo la hora. Me voy rápido antes que Jesús llegue a la casa y vea que no estoy. No me va a creer que estaba en la iglesia.
Elisa Morales
Tiene 25 años, estudió Pedagogía en Castellano en la Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación, es candidata a Magister en Literaturas Hispánicas en la Universidad de Concepción. Reside en Concepción, pero su hogar está en Antofagasta.
Este año Pía Barros seleccionó uno de sus microrrelatos para la antología ¡Basta! + de 100 cuentos contra el abuso infantil!.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…