Por Miguel de Loyola
El filósofo alemán Friedrich Nietzsche, escribió hacia el final de su vida Así habló Zarathustra. Se trata de un compendio de ideas y aforismos que vienen a condensar sus más profundas reflexiones y convicciones, expuestas aquí de manera alegórica, a través de un personaje nominado Zarathustra.
Zarathustra es un hombre que a los treinta años, cansado del mundanal ruido, se retira a las montañas a fin de meditar acerca de la vida. Allí en la soledad y el silencio de la montaña, dedicado a la reflexión y al ayuno, se transformará en una especie de eremita.
Sin embargo, transcurrido un tiempo, sentirá la necesidad de volver a bajar al mundo a pregonar el resultado de sus reflexiones, como un viejo profeta bíblico. La más radical de ellas será la idea de la muerte de Dios, que voceará por las calles, sin que nadie le preste mucha atención, y más bien lo pasen por un viejo vagabundo y loco, a quien terminan ahuyentando de su camino. Zarathustra regresará a las montañas desencantado y deprimido por la apatía de los hombres, tal y como le sucediera en su propia vida al filósofo. “No me entienden. No soy la boca para sus oídos (…) en vez de pescar un hombre, he pescado un cadáver (…) he encontrado más peligro entre los hombres que entre los animales.” Pero aún así, tiempo después volverá a bajar al mundo con nuevas noticias, las que por cierto, tendrán el mismo eco de las anteriores. No obstante, persistirá en ellas, convencido en la necesidad de pregonarlas y en la idea obsesiva de que el hombre como tal, como hasta entonces conocido, debe ser superado, para dar nacimiento al superhombre, a un ser superior al hombre, capaz de renacer de los escombros (de esos escombros en que ha quedado su vida tras la muerte de dios), gracias a la fortaleza de su espíritu renovado por una nueva conciencia de la vida y de sí mismo.
Nietzsche, como se ha dicho, es el filósofo de la vida, y todas sus ideas giran en torno a ella, buscando rescatar lo más importante del hombre, que es justamente esa posesión de la vida, y la cual debe e intenta –el hombre- preservar a toda costa. Ese es el camino recorrido por Zarathustra en su peregrinar hacia las montañas. Las montañas son aquí, por cierto, metáforas del esfuerzo que debe hacer el hombre para escalar hasta la cumbre de sí mismo, pasando por abismos y quebradas insondables. Sólo así es posible hallar el verdadero camino, sostiene Zarathustra, porque en el esfuerzo se hallará la fortaleza. “Amigo mío, huye a tu soledad, allí donde sopla un viento áspero, recio. Tu destino no es el de espanta moscas”. Sus reflexiones son una invitación a cambiar de actitud, a transformarse en otro, en un ser superior, liberado de las cadenas que atan la vida de los hombres, y advirtiendo que: “el peor enemigo con quien puedes topar eres tú mismo: a ti mismo te acechas tú, en las cavernas y en los bosques”.
Las reflexiones de Zarathustra son radicales, y proponen una nueva forma de mirar y valorar la vida, que es lo medular en la filosofía de Nietzsche, los viejos paradigmas son cuestionados y rebasados por nuevos postulados que invitan al hombre a cambiar sus hábitos de pensamientos: “Dormir no es cosa fácil. Para dormir se precisa haber pasado bien despierto el día entero. Diez veces al día deberás vencerte a ti mismo: eso te hará llegar a la noche fatigado, y esa buena fatiga será el mejor opio para el alma. Diez veces deberás reconciliarte contigo mismo; pues la superación es amarga, y quien no se haya reconciliado dormirá mal.”
Las propuestas de Zarathustra son verdaderos remezones de conciencia que buscan otorgar la confianza en sí mismo, la que todo hombre necesita en su camino a la superación, al encuentro con el superhombre: “No os aconsejo el trabajo, sino la lucha. No os aconsejo la paz, sino la victoria. ¡sea vuestro trabajo una lucha, sea vuestra paz una victoria!
Valerosos, despreocupados, irónicos y violentos, así nos quiere la sabiduría. Es mujer, y ama siempre sólo al guerrero.
El sabio Zarathustra pregonará sus verdades a los cuatro vientos, sin importarle ser o no ser escuchado por la muchedumbre: ¡Todos quieren llegar al trono! Su locura consiste en creer que la felicidad radica en el trono. –y, con frecuencia, el fango se asienta en el trono, y también el trono se asienta en el fango.
Una de las preguntas que invitan a pensar en el sentido de la vida es esta: ¿libre de qué? ( se pregunta el sabio, haciendo referencia a la supuestas cadenas que atan las vidas de los hombres, transformándolos en esclavos) ¡que importa eso a Zarathustra! Tus ojos deben decirme claramente: libre ¿para que? Es decir, para qué ansía el hombre su libertad cuando no tiene las ideas claras respecto a sí mismo.
Las reflexiones del sabio de las montañas abarcan todos los ámbitos, y preanuncian los giros que tomará el pensamiento contemporáneo. “El placer de ser rebaño es más antiguo que el placer de ser un yo: y mientras la buena conciencia se llame rebaño, la mala conciencia es la que dice : yo”. “¡Oh, predicadores de la igualdad, el tiránico delirio de vuestra impotencia es lo que en vosotros reclama a gritos la <igualdad>. Con palabras de virtud se disfraza vuestra oculta concupiscencia tiránica”.
Esta reflexión todavía pondría en alerta a las feministas, y podría servir de entrada a un intenso diálogo: “Todo en la mujer es un enigma, con una solución única: se llama embarazo. El hombre es un simple medio para la mujer; el fin es siempre el hijo. Pero ¿qué es la mujer para el hombre? (…) Dos cosas quiere el hombre auténtico: peligro y juego. Por ello quiere a la mujer: el más peligroso de los juegos”.
Zarathustra, a pesar de sus exhortaciones, terminará cansado y desencantado de los hombres. Más riesgos hallé entre los hombres que entre los animales. El hombre es, empero, la única carga pesada para sí mismo. Y eso, porque lleva encima de sus hombros demasiadas cargas ajenas. Semejante al camello, se arrodilla para que le carguen bien.
En verdad, aprender a amarse a sí mismo no es un mandamiento para hoy ni para mañana. Por el contrario, es la más sutil, la más sagaz, la última y la más paciente de todas las artes.
Los pensamientos de Zarathustra buscan remover los paradigmas anquilosados: No hacia atrás, hermanos míos, debe mirar vuestra nobleza, sino adelante!Debéis ser como proscritos de todos los países de los padres y de los antepasados. El país de vuestros hijos es el que debéis amar: sea ese amor vuestra nobleza. El país no descubierto, el mar , más remoto: a vuestras velas mando una y otra vez en su búsqueda.
En vuestros hijos debéis reparar el ser hijos de vuestros padres. Así debéis redimir todo lo pasado!
Miguel de Loyola – El Quisco – verano del 1999
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…