Por Eduardo Contreras Villablanca

Poli Délano, escritor chileno de profunda huella, habría cumplido años el pasado 22 de abril, fecha que invita a recordar su invaluable aporte a la literatura y a la formación de escritores. Su obra, que supera las cincuenta publicaciones, se complementa con una labor pedagógica excepcional, desarrollada a través de talleres literarios que dirigió tanto en México, durante su exilio, como en Chile tras su regreso en 1984.

Nacido el 22 de abril de 1936 en Madrid, fue un escritor cuya vida y obra reflejan una profunda conexión con la historia, la cultura y la literatura de Chile y del mundo. Hijo del escritor Luis Enrique Délano y la fotógrafa Lola Falcón, su infancia transcurrió en varios países, principalmente México y Estados Unidos, donde su padre ejerció como cónsul chileno. El apodo “Poli” se lo puso Pablo Neruda, un gesto que ya anuncia la cercanía con grandes figuras literarias.

Su obra literaria es vasta y diversa, incluyendo novelas, cuentos, ensayos y antologías, con un estilo que combina humor, realismo social y una mirada crítica a la realidad chilena. Su primer libro, Gente solitaria, fue publicado en 1960, y al año siguiente recibió el Premio Municipal de Santiago, un reconocimiento temprano a su talento.

Poli fue también un destacado formador de escritores. Desde su exilio en México (1974-1984) y luego en Chile, dirigió talleres que se convirtieron en espacios de creación intensos y rigurosos, donde la escritura se vivía como un acto colectivo y comprometido. En estos espacios, la consigna era clara: no se trataba de clases teóricas, sino de escribir, leer y analizar textos con profundidad y respeto, fomentando la crítica constructiva y el crecimiento literario. Muchos de sus discípulos han publicado obras reconocidas y han continuado su legado, manteniendo viva la pasión por la escritura que Poli impulsaba con constante entusiasmo.

Sus talleres fueron espacios donde la literatura se vivía como un acto colectivo y vital, un lugar para “soltar la pluma” y explorar la escritura con libertad y rigor. Cabe señalar que el taller de Poli, continúa sesionando y produciendo textos hasta la fecha. De hecho, sus “talleristas” se reunieron el pasado día 22 a homenajear al maestro. Posterior a la partida del maestro, se han publicado tres libros de cuentos de ese taller.

El cariño que tuvo por México, país donde vivió parte de su infancia y un exilio de diez años, quedó reflejado en varias de sus obras. Su vida estuvo marcada por momentos difíciles, como ese exilio tras el golpe militar de 1973, y sobre todo, la trágica muerte de su hija Bárbara en un accidente aéreo en 1996, hecho que lo afectó profundamente. A pesar de las adversidades, Poli Délano nunca dejó de escribir ni de apoyar a los nuevos escritores.

Poli falleció en agosto de 2017, pero su legado literario y humano sigue vigente. Su vida fue, como se señala en su sitio web (que vale la pena visitar), la de un «pescador de tiempo completo», esto a propósito de la novela de Hemingway, El Viejo y el mar, en el caso del escritor chileno, luchando por arrebatarle a la vida sus historias más espléndidas. Su obra continúa inspirando a escritores y lectores en Chile y otros países.

En resumen, Poli Délano es un referente fundamental de la literatura chilena contemporánea, no solo por su prolífica producción literaria, sino también por su compromiso con la formación de nuevas generaciones de escritores, su mirada crítica sobre la sociedad y su capacidad para transformar la experiencia personal y colectiva en literatura viva y profunda. Celebrar su cumpleaños es honrar a un maestro de la palabra y un constructor incansable de comunidad literaria.

Invito a homenajearlo de la manera que a mi juicio es el mejor reconocimiento a su legado: leyendo y releyendo sus excelentes obras.