EN LA QUE SE CAVILA SOBRE UNA TRAGEDIA HABITUAL QUE FRECUENTEMENTE QUEDA EN NADA.

Por Jorge Lillo

Una tragedia se abate
en las alturas del mar:
es la pesca artesanal
que ha sufrido un nuevo embate.
Nadie cree que se trate
de un desgraciado accidente:
hay detalles suficientes
que demuestran la intención
de volcar la embarcación
con su carga y con su gente.

Salieron de Constitución
en busca del bacalao,
contentos y esperanzados
en la nueva expedición.
Fondeó la tripulación
en esa noche fatal,
con sus luces y señal
como manda el reglamento,
pero un golpe muy violento
los partió por la mitad.

La Cobra dio su mordida
venenosa y traicionera
a la lancha de madera
que estaba desprevenida.
La desastrosa embestida
fracturó a la BRUMA en dos,
aunque “nadie lo escuchó”,
tampoco “nadie vio nada
porque era noche cerrada”,
ya es claro que se mintió.

Silencian a tripulantes,
marineros y vigías;
no dice “esta boca es mía”
el capitán-comandante.
Solo habla un arrogante
que no estaba navegando,
sino en su casa, contando
las divisas de aquel día.
Mientras el BRUMA se hundía
él bien dormía, lucrando.

¿Quién bautiza como “Cobra”
a un buque que no es de guerra?
¿Para qué un nombre que aterra
y que produce zozobra?
No es la primera maniobra
de aquella empresa pesquera
que ha embestido mar afuera
otras naves similares
con muertos y familiares
que la mar no devolviera.

Nadie sabe qué pasó
con el pobre Juan Sanhueza:
qué sucedió en su cabeza
y menos, cuándo murió.
¿Hubo quien lo silenció
o lo presionó hasta el punto
que no soportó el asunto
de la tragedia nocturna,
mientras su alma taciturna
lloraba por los difuntos?

Detrás de esto hay intereses:
las pesqueras industriales,
no quieren artesanales
ni que les toquen “sus” peces.
Demoran tanto los jueces,
que se enreda la justicia
tras un acto de sevicia
que la BRUMA no merece;
la verdad desaparece
y el sistema se desquicia.

Quién sabe qué pasará,
como en tantos otros casos;
hay un viento de fracaso
que acaso no amainará.
La historia perdurará
si la verdad no se esfuma
o se diluye en la espuma
con los siete marineros
que hallaron su derrotero
disipándose en la BRUMA.

JORGE LILLO / 26 DE ABRIL DE 2025