de Eduardo Contreras Villablanca

Comentario de Aníbal Ricci

Los cuentos de este volumen son de lo más variado y dan cuenta de este territorio aislado por la cordillera, ubicado al sur del mundo, un viaje a ratos por la historia de siglos pretéritos, otras veces enraizado a lo sucedido en la décadas de los setenta y ochenta, la dictadura como origen de lo que somos, corrupción de por medio, donde asoman voces improbables como en “Libre para volar” o silencios de seres mudos de la naturaleza (“Los visitantes”) que irrumpen entre nosotros para reclamar propiedad. Otra perspectiva al cambio climático, que proclama la llegada de cataclismos, cuando sólo al fin del mundo una llegada de ratas lo convulsiona todo. Esos “Cataclismos” que parecen definir ciertas vidas, cuando en realidad la vida suele ser más fiera que esos desmadres del planeta.

Ocurre algo particular con esta colección de relatos, “cuentos con mayúsculas” al decir de Poli Délano, el maestro del taller al que asistió el autor. Algunos cuentos son de estructura perfecta, reí mucho con “El cumpleaños de la ministra”, un giro que sorprende y me hizo reír a carcajadas.

Lo particular del libro es la profundidad de estas historias, de nítida anécdota, pero que define la idiosincrasia del chileno. Por lo general nos vemos desnudos ante este narrador eficiente que se aparta de su ego y sabe contar historias. Hay relatos que transcurren al interior de un bar, testimonios surgidos tras la ingesta de alcohol, un interesantísimo “El baile de las enanas” donde el narrador nunca delata su identidad y muestra la pulsión de una casa de remolienda, describe ese mundo que ya no existe.

Vuelvo a la carga, lo particular del libro es que uno lee unos cuentos y se queda degustándolos, tres o cuatro y el lector relee los títulos en el índice y las historias han calado hondo, con leer esos encabezados uno vuelve a disfrutar, pero se recomienda suspender la lectura para reanudar al otro día. Vuelvo a repasar en la mente y avanzo por nuevas rutas de este viaje a lo largo del territorio y a lo largo del tiempo.

“Sírvase otro, amigazo”, una historia de bar, amigos que ahogan penas pasadas, parece jocoso, pero el alcohol permite olvidar y revivir el pasado, fue horrible experimentar la tortura, examigos que se ubicaron en distintos lados de la vereda, no pueden olvidar el pasado, pero la experiencia fue crítica, requieren enfrentarse una y otra vez porque la justicia no se hizo cargo y el alcohol será el detonante. Ya no son amigos, pero se necesitan. Síndrome de Estocolmo mal entendido y no sé si sea cierta la anécdota, pero encierra tanta verdad, esa violencia no quedó atrás, vidas destruidas donde se reúnen los adversarios y en esta ficción acaso se perdonan. “El mate soñado” es otro juego de ajedrez donde se enfrentan y son personas, aunque la verdad aflora y la partida perfecta los coloca a cada lado de la violencia de esos años.

Lo particular del libro, disculpen lo majadero, es que estas historias construyen una tela de araña que atrapa, permiten capturar el instante y transportan a otra realidad, un viaje a las profundidades de la mente del escritor, su particular visión de mundo, Eduardo Contreras despliega su oficio y uno avanza a través de sus páginas y si antes uno dosificaba, ahora nos dejamos llevar por “La temporada de las quilas”, historia sin tiempo de un hombre centenario, las autoridades nunca entienden la realidad, ni internet puede presagiar esa plaga y el remedio es peor que la enfermedad.

Las historias tienen distinta densidad y el viaje no es cronológico, el transcurso del tiempo es diferente tras cada arremetida y como lector voy llegando al final, pero ahora no deseo desarmar esta máquina del tiempo y lugar, esa sensación de que el libro se quema entre mis dedos, mientras leo de madrugada y el silencio me hace un cómplice de ruta.

Hay cuentos bien chilenos: “Como hermanos”, “Aguas negras”, “Número equivocado”, se dejan leer con picardía, pero al final la muerte nos muestra sus garras. “Buscando a la dama de negro”, un secreto que ya no tiene importancia, otra vez la muerte, un relato de amor.

La muerte nos mira desde un palco privilegiado: “Un paseo por la Alameda de las Delicias”, narra el occiso y en otra historia de montaña (“Ramas de fuego”) el narrador es rescatado a tiempo.

Son muchas historias y en particular “La novela premiada” da cuenta de eso que todo escritor ha experimentado: alguien, en algún lugar, nos está contando una historia que no nos pertenece. Declaración potente de este escritor avezado, para Nietzsche el ego es importante, pero cuando un escritor lo deja de lado, la prosa cala hondo como ocurre en este libro.

Un detalle curioso al final de cada cuento es la rúbrica del año de su escritura, el momento en que el escritor utiliza el obturador de su máquina fotográfica. La vuelta de tuerca que deja perplejo al lector, ese relato que hace pensar, lo que vendrá será una historia llena de sabiduría y otra que nos muestra una realidad distópica.

“La importancia de lo embotellado” se disfraza de burocracia y cuoteo político, para de inmediato sorprender y mostrarnos la importancia de lo humano, esa idea primigenia de que muchas veces en la vida lo importante es reconocer a tus maestros, qué importante esa relación de maestro-discípulo, quizás el mejor homenaje a Poli Délano es este cuento asombroso, una crítica al funcionamiento de la política y las instituciones públicas desde una perspectiva inusual.

Por último, “El Octavo Quinquenio”, escrito en 2010 y supongo reactualizado, captura ese sexto sentido del buen escritor, esa facultad de anticipar el futuro, los inmigrantes, los narcos, la llegada de la cultura del morbo, la muerte no como aquello que nos hace trascender, sino como un mecanismo de esclavitud.

Eduardo Contreras Villablanca

CUENTOS URGENTES PARA NUEVA EXTREMADURA
Autor: Eduardo Contreras Villablanca
Espora Ediciones (2016)
227 páginas