Por Diego Muñoz Valenzuela / Letras de Chile

La lectura de este diario, testimonio de los horrores sin límites que causó la barbarie del nazismo, siempre arroja luces sobre las complejidades del ser humano, sus infinitas capacidades para moverse en el amplio margen que cabe entre el heroísmo y la solidaridad, y la crueldad y el crimen. Este diario, escrito por una adolescente judía, de sus 13 a sus 15 años, nos comparte una experiencia de vida extrema. Ana Frank es dueña de una profundidad sorprendente para una muchacha de su edad, y eso la convierte en testigo privilegiado de uno de los momentos más complejos de la historia del siglo XX.

Este diario de una joven que aspira a ser escritora -y evidentemente lo es- cuenta la vida un grupo de judíos que se esconde en una sección secreta en las oficinas del padre de Ana Frank. Esto ocurre en la Holanda ocupada entre los años 1942 y 1944. El motivo de su auto relegación a ese enclaustramiento voluntario en un reducido espacio es eludir la persecución y salvar la vida. Es sabido que las deportaciones acaban en horrendos campos de concentración donde el destino más probable es la muerte tras terribles padecimientos y privaciones.

El diario nos sumerge en la vida cotidiana de los rebeldes que se ocultan en la llamada “Casa de Atrás”, cuya existencia es celosamente preservada por sus cómplices y protectores, que arriesgan su vida para proteger al grupo de judíos desprovistos de todos sus derechos. La precariedad, la escasez, el tedio, el desánimo, los conflictos derivados del encierro y el aislamiento son los protagonistas del Diario.

Desde la voz de nuestra joven y aguda narradora, vamos conociendo este ambiente impregnado de miedo, esperanza, ansias de amor, sentimientos de pérdida, expectativas. En el acápite correspondiente al 13 de enero de 1943, Ana le escribe a su diario, a quien trata como una amiga hipotética denominada Kitty: “Podría estar horas contándote sobre las desgracias que trae la guerra, pero eso haría que me entristeciera aún más. No nos queda más remedio que esperar, con la mayor tranquilidad posible, el final de toda esta desgracia. Tanto los judíos como los cristianos están esperando. Todo el planeta está esperando. Y muchos están esperando la muerte”.

El Diario posee un valor testimonial intrínseco, pero al mismo tiempo relata la evolución personal de una adolescente inquieta e inteligente sometida a condiciones extremas de presión y encierro. ¿De dónde extrae fuerzas para soportar esas duras condiciones, igual que sus otros seis acompañantes? ¿Cómo logran mantener la razón en una situación tan obscura y brutal?

También constituye una reflexión sobre la naturaleza odiosa e injusta de la guerra y esa, como sabemos, es una tragedia de la cual -a pesar de todo lo acontecido en la historia de la humanidad- no hemos sido capaces de eliminar de la faz de la tierra. Al parecer estamos condenados a convivir con ella, mientras existan mercaderes de armas, intereses coloniales y una maquinaria de codicia carente de límites materiales y morales.

Debido a estas razones el Diario de Ana Frank ha sido traducido a más de sesenta lenguas, publicado urbi et orbi, Sin duda ha sido un poderoso instrumente en la difusión de la importancia de los derechos humanos, el rechazo al belicismo y el abuso de poder, la promoción de la solidaridad y la resiliencia. Es también, por cierto, una reflexión sobre la condición humana y la preservación de la memoria histórica de la espantosa y cruel obra del régimen nazista de Adolf Hitler.

La prosa de Ana Frank es clarísima, sencilla, directa y de ese modo logra comprometernos emocionalmente y empatizar con su situación. Constituye un legado sensible de empatía por el sufrimiento de los demás y un canto a la compasión y la esperanza.

Algún día, quiero suponer, desterraremos el odio, la crueldad y la ambición del campo de la humanidad y seremos capaces de construir una sociedad armoniosa, fraterna, justa, libre de guerras fratricidas. Hasta que alcancemos ese anhelado momento, el Diario de Ana Frank continuará siendo un testimonio literario de valor universal.

Diario, por Ana Frank, Ed. Planeta, Perú , 2024, 398 pp

Diego Muñoz Valenzuela