Por Jorge Calvo
Arne Dahl, escritor escandinavo y uno de los más destacados exponentes del nordic noir -género negro- de paso por Chile, en el marco del III Festival Internacional Santiago Negro 2014, expresó en su intervención, que a su juicio la mayoría de los países en el mundo actual reunían condiciones para escribir complejas y trepidantes novelas policiales o thriller de primera línea a nivel internacional, y agregó la siguiente frase: “Yo aún estoy esperando leer la novela que me sacuda respecto a lo sucedido en Chile, a los crímenes cometidos en este país”. Recuerdo que en aquel momento su comentario me dejo pensando ¿A qué se refería? Yo consideraba, de acuerdo con mi experiencia, que se habían escrito un buen número de novelas que abordaban en profundidad el tema. Como quiera que se sea, sus palabras me dejaron con la bala pasada, pensando que tal vez había algo que no habíamos visto, algo horrible, algo que aún faltaba por decir.
Sucede que por estos días he tenido ocasión de leer el libro que ahora comento La implacable verdad policial, basado en las memorias de Nelson Jofré, un detective primero y luego prefecto en cuyas páginas revela la apasionante investigación oficial que le permitió descubrir al grupo más secreto y letal de la DINA. Es la reconstrucción cronológica, minuciosa y equilibrada de una serie de abominables crímenes y las maniobras desplegadas por sofisticados organismos y aparatos, a través de agentes del Estado, para encubrir, ocultar y burlar la acción de la justicia. Y si bien es verdad que los casos que aborda este libro estaban en el conocimiento público es la forma, son los detalles, conocer el deliberado y minucioso esfuerzo de poner una gigantesca maquinaria en movimiento para alterar y desfigurar el verdadero motivo de los sucesos. La visión completa de este panorama congela la sangre y quita el aliento. La lectura de estas páginas muestra que existen abismos cuyas profundidades desconocemos.
Este libro que aspira a ser una crónica exacta, libre de cualquier clase de invenciones, comienza al fin de la dictadura, con la llegada de la Concertación, Alwyn prometiendo “justicia en la medida de lo posible” y Pinochet como comandante en Jefe declarando “que no permitiría que se toque a ninguno de sus hombres”. Son los tiempos de la transición, un periodo difícil para Nelson Jofré. joven detective egresado en 1980, oriundo de Quilpué y destinado a una nueva brigada que nace para investigar los crímenes a los derechos humanos. Jofré declara desde el principio que él viene determinado a ejercer una ética insobornable. “No busca ni la verdad tuya o mia, sino la verdad policial”. Junto a otros colegas se incorpora sobre la marcha a la etapa final de la investigación del asesinato de Orlando Letelier y su secretaria en Washington. Viaja a los Estados Unidos a entrevistar a Michael Tonwley, acogido a un programa de protección del gobierno americano que lo condiciona a colaborar como testigo en el homicidio: Jofré cuenta que consigue entenderse en buenos términos con Tonwley, se reúnen en habitaciones de hoteles y restaurantes, y en algún momento Tonwley le cuenta que en el asesinato de Carlos Prat en Buenos Aires fue su mujer, la escritora Mariana Callejas, quien apretó el botón que hizo volar el automóvil. En estas conversaciones conoce entretelones de lo que sucedía en la casa de Lo Curro, las actividades con el gas sarín del químico Berrios, conoce detalles de la muerte de Carmelo Soria, ciudadano español, funcionario de Cepal. Todos casos emblemáticos que han ocupado miles de páginas tanto en la prensa chilena como internacional; crímenes como el de El general Prat y su esposa o el atentado en Roma contra el dirigente demócrata cristiano Bernardo Leigthon y su esposa, delitos que movilizaron a la Interpol y a otras policías del mundo y que llevan a Nelson Jofré y su equipo a viajar a distintas ciudades del mundo; Roma, Montevideo, Miami, Buenos Aires y a países como Suecia, Inglaterra o Bélgica, entre otros. A Nelson Jofré le toca participar en la detención de Manuel Contreras y también forma parte del equipo que investiga el magnicidio de Eduardo Frei Montalva.
Sin duda que la lectura de este libro me hace pensar que algo así era lo que buscaba leer Arne Dahl. Una tensión continua que va hilvanando una serie de hechos descabellados y mantiene al lector en vilo página tras página; las acciones se desarrollan en un amplio escenario que cubre la Patagonia y varios países del continente americano y el Viejo Mundo, a través de un periodo de cuatro décadas. Sucede en las fechas en que arreciaba la actividad criminal, y luego los periodos posteriores, se realizaron variedad de acciones concertadas para encubrir y desinformar respecto de lo sucedido. En los catorce capítulos que componen el libro se despliega todo tipo de actividades ilícitas: arrestos arbitrarios, allanamientos, interrogatorios en recintos oficiales y clandestinos, secuestros, torturas, asesinatos por distintos medios, montajes como en el caso de Carmelo Soria, entrega y uso de documentación ilegal, falsificación de cédulas de identidad y pasaportes, traslados de personas a otros países, colaboradores extranjeros, uso de elementos tóxicos para liquidar opositores en la cárcel, desapariciones y todavía más; drogas, prostitución, narcos y hasta tráfico de armas. Escasas son las novelas policiales o thriller que reúnen tantos elementos como esta crónica.
Lo que lleva a cabo la brigada de Nelson Jofré y sus compañeros es investigar actividades ilícitas o contra derechos humanos efectuadas durante los diecisiete años de dictadura; también sucede lo más temido, se trata de inmiscuirse y escudriñar en las acciones de hombres que al igual que ellos sirven a instituciones armadas, se ve mal, investigan a sus propios colegas. Primero de las fuerzas armadas y en ocasiones de su misma institución, como sucede en el caso del excura Woodward de Valparaíso y en el caso del comisario Bustos, también de la Quinta Región. Entonces surgen las amenazas, anónimas, reiteradas amenazas, seguimientos permanentes, instalación de micrófonos, mensajes inquietantes en medio de la noche, llamadas telefónicas y nuevas amenazas.
Me parece relevante destacar que algunos de los hechos mencionados -y son varios- están ampliamente tratados, como es el caso del químico Berrios, involucrado en una serie de actividades ilícitas, y se le precisa interrogar en relación a varias muertes. Pero viaja al extranjero y desaparece. Años más tarde un misterioso cadáver aparece en una zona costera del Uruguay. Se establece su identidad: es Berrios. Se marchó dejando varias interrogantes pendientes.
En el proceso investigativo emprendido por la brigada de Nelson Jofré y sus colegas, a medida que avanzan, aparecen nombres que se repiten. Un día en un Banco encuentran una sólida pista, la nómina de cómo se financian los viajes de los agentes: estos establecen la existencia de una sección internacional de la DINA, que luego se convierte en la Brigada Mulchén, una brigada especial encargada de cumplir misiones estratégicas y secretas.
Entre las victimas mencionadas en el libro surgen nombres de personas importantes: expresidentes de Estado, ministros, funcionarios diplomáticos, líderes políticos y sindicales eliminados por representar un peligro inminente para la seguridad del régimen: En palabras del periodista Fernando Paulsen: “Este relato y sus detalles faltaban para comprender una parte muy oscura de nuestra historia reciente. Y debía escribirla un protagonista de la investigación de esos hechos.» Y la Periodista Mónica González por su parte señala: “Puede que al leer estas páginas se le ocurra que está ante una novela policial o de terror. No se equivoque. Esta recorriendo páginas inéditas de nuestra historia, escritas por un policía como pocos.”
Jorge Calvo
Escritor
Ficha técnica
La implacable verdad policial
Nelson Jofré
Editorial Catalonia Ltda, 2023
382 páginas
ISBN 978-956-415.033-8
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…