Por Josefina Muñoz Valenzuela
Seguramente, la mayoría de los lectores conoce a Stephen Hawking (1942-2018), físico teórico inglés al que se considera uno de los grandes genios de las últimas décadas, dedicado a desentrañar un tema tan profundamente humano y, a la vez, tan insondable, el universo en que vivimos, con sus dimensiones familiares y aquellas lejanas, nunca vistas ni conocidas, que es imposible no pensar en ellas, pero que se escabullen porque escapan a los sentidos y a lo que creemos posible. Desde la ciencia se plantea que puede haber tiempos y espacios distintos a los que conocemos, que quizás desaparecieron, que quizás están comenzando a ser, que quizás conviven, como un magma siempre en movimiento.
El libro tiene 12 capítulos, y un apartado con las biografías de Einstein, Galilei y Newton, cuyos aportes permitieron dar saltos gigantescos en el conocimiento de nuestro planeta y el universo; finalmente, un útil glosario, especialmente para lectores no científicos. Algunos de los capítulos son 1. Hablando del universo; 2. Nuestra imagen cambiante del universo; 8. Big bang, agujeros negros y la evolución del universo; 10. Agujeros de gusano y viajes en el tiempo; 12. Conclusión.
Ya el título nos presenta un primer reto: la palabra “brevísima” aplicada a algo que imaginamos sin fin, sin límites, que está siendo permanentemente. Las antiguas civilizaciones se preguntaron por el tiempo y el espacio, develando algunas de sus posibles características y comportamientos, pero con pocas respuestas para sus desconocidas potencialidades, aquellas que continúan siendo un gran misterio que, tal vez, tampoco deseemos develar, al menos, no del todo.
Desde un ámbito diferente, la literatura de ciencia ficción ha incursionado creando fantasías deslumbrantes en torno a tiempos y espacios que transforman la realidad que conocemos en mundos fantásticos, apoyada con los grandes descubrimientos científicos, como las incursiones a espacios lejanos, el alunizaje y la carrera espacial, el concepto de años luz y la teoría de la relatividad, los hoyos negros, los universos paralelos…
Se dice que la versión de este libro del año 1988 se ha simplificado aún más en esta edición que, de acuerdo a su venta, ha sido un bestseller. La historia del universo ejerce un enorme atractivo sobre la curiosidad humana y el anhelo de aprehender el mundo en que vivimos, incluso en estos aspectos cuya complejidad los vuelve indescriptibles desde nuestra ‘brevísima’ experiencia vital, que anhela ejercer un dominio sobre aquello que puede reducir a categorías clasificatorias. Y, en esencia, debemos reconocer que nuestras vidas se desarrollan en un tiempo y un espacio que parecen tener de manera creciente nuevas dimensiones.
Tiempo y espacio son temas/categorías presentes desde la existencia humana en el planeta. Han centrado la atención de investigadores pioneros, científicos de variados ámbitos, humanistas, filósofos, historiadores, artistas, jóvenes, mayores, religiosos… Las preguntas que puede hacer cualquier ser humano son, sin duda, infinitas, ya que, si bien existimos en el tiempo, es un espacio acotado a nuestros años de vida.
¿Qué pasó antes de nosotros? ¿Qué pasará después? Ese espacio tiempo vital, que condiciona nuestro existir, la autoconciencia y la percepción de otros, quizás muy diferente a la nuestra. Nos inquieta saber que el pasado contiene miles, millones de años en los que no estuvimos, no estaremos, ¿habrá habido otros?, ¿coexisten pasado y futuro?, ¿dónde estamos en ese transcurso invisible y, al parecer, inasible?
Hawking nos cuenta esa historia desconocida, cercana a una invención literaria, pero por eso mismo, con un grado de realidad que nos hace creer que efectivamente así pudo haberse creado el universo, que existió un Big bang, que la teoría de la relatividad requiere también una teoría acerca de la existencia de los agujeros (hoyos) negros, que emiten radiaciones, que tal vez la ciencia y la literatura unidas podrán entregarnos una imagen real y también imaginaria de ese universo en el que vivimos durante breves momentos.
Los llamados hoyos negros o agujeros de gusano han nutrido la producción científica y la literatura de ciencia ficción. Seguramente, cada persona tendrá su propio imaginario personal sobre esos hoyos negros que quisiera “conocer” de algún modo y fantaseará sobre transitar a otros espacios y tiempos pasados o futuros.
Aristóteles, Ptolomeo, Galileo, Newton, Einstein, son algunos de los nombres que han tenido roles importantes en el conocimiento del universo. Así hemos llegado a saber que no hay solo una galaxia, la nuestra, sino muchas más, que la Tierra no era el centro del universo y que hablar de este requiere manejar dimensiones de millones de años.
Podemos imaginar un universo en expansión y pensar si tiene o no límites, si podría contraerse en algún momento y qué consecuencias tendría. El capítulo 10 se refiere a la importancia del descubrimiento de la velocidad de la luz; al ser igual para todos los observadores, independiente de la velocidad de estos, llevó a la teoría de la relatividad, que deja de lado la idea de un tiempo absoluto y único. Así, el tiempo tiene algo personal, ya que “cada observador tendría su propia medida del tiempo, indicado por un reloj que viajaría consigo”. De esa manera, los relojes de cada persona no tendrían por qué coincidir. De estas observaciones y conclusiones teóricas nace la idea de la posibilidad de viajar en el tiempo, hacia el pasado o hacia el futuro.
Saltando a las Conclusiones -que nos despiertan más preguntas sin respuesta- nos encontramos de manera sorprendente con la presencia de Dios. Señala una pregunta que se hizo Einstein: “¿qué posibilidades de elección tuvo Dios al construir el universo?”. Los invito a leer con atención esta parte, ya que despierta nuevas interrogantes e introduce una pregunta que no refiere a describir cómo es el universo, sino “por qué es el universo”. Claro, es posible imaginar que podría no haber sido así.
Y concluye de manera sorprendente para un libro que se centra en los descubrimientos clave sobre el universo en que vivimos y en la pregunta fundamental y recurrente para todas las generaciones, aún sin respuesta concluyente porque quizás no la tenga, de por qué existimos nosotros y el universo. “Si halláramos la respuesta a esto, sería el triunfo último de la razón humana, ya que entonces comprenderíamos la mente de Dios”.
Los invito a leer este libro como si fuera una novela, porque ofrece respuestas al igual que aquellas que puede darnos la literatura: comprensibles e incomprensibles según nuestras propias experiencias o intereses, pero siempre invitadoras a continuar buscando aquello que nutre la vida desde lo cotidiano, lo mágico, lo inexplicable, lo irreductible, las convicciones y las inquietudes que nos desvelan, lo que nos gustaría que fuera de una determinada manera y aunque no sea, esperamos que alguna vez suceda.
Brevísima historia del tiempo: Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, Drakontos Bolsillo, 2022, 214 p.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…