Por Antonio Rojas Gómez
La desaparición de Narciso Mansilla, novela, Juan Villegas Morales
Editorial Ril, 400 páginas.
Juan Villegas Morales es un escritor chileno residente en Estados Unidos, donde tuvo una destacada actividad docente y académica como director del departamento de literatura en español y portugués en la Universidad de California. En esta nueva novela regresa al valle del Puelo, de donde es oriundo, que está presente también en otros textos de su narrativa.
Este nuevo regreso a los orígenes lo realiza a través de Leandro, hijo de un matrimonio chileno que emigró a Cádiz , al sur de España, cuando se instauró la dictadura. Su madre era profesora en Las Gaviotas Blancas, una población equidistante de Puerto Montt y Puerto Varas, en el valle del Puelo, inexistente en la geografía real. Su padre, un actor de poca monta que llegó al sur a fines de la Unidad Popular integrando una compañía de teatro callejero que hacía proselitismo político en favor del gobierno. Leandro, viudo, escribe crónicas culturales para un periódico en Cádiz y tiene su vida hecha en España. La vida de un solitario, ya que sus padres y su esposa han fallecido. Viaja a Chile a cumplir la última voluntad de su madre, que consiste en que esparza sus cenizas en las arenas de Las Gaviotas Blancas, junto al Pacífico, donde transcurrió su infancia y juventud felices, y le entregue una carta a un tal Narciso Mansilla, cuyo contenido Leandro desconoce.
En Puerto Montt conoce a Sara, profesora estadounidense que vino en calidad de turista al sur de Chile, y deciden continuar viaje juntos, como compañeros, pero sin ataduras sentimentales. Vemos, pues, que a los ojos del lector se despliega una variada visión de mundo y de culturas. Y esa es una de las virtudes de la novela.
Otra es el encanto de la trama que se va desplegando de manera lenta y entretenida.
Cuando Leandro y Sara llegan a Las Gaviotas Blancas, Narciso Mansilla ha desaparecido. Se supone que ha muerto ahogado, pero esa suposición popular no la comparte el cabo de Carabineros, Tito Morales, pues no aparece el cuerpo de Narciso, ni tampoco su caballo y su perro.
Así que también hay un misterio policial. Y además, está la historia personal de Narciso, dueño de una fortuna considerable, con un pasado de conquistador que no respetaba viudas, casadas ni solteras.
En los días en que Leandro llega al pueblo, junto con Sara, se celebra una feria popular, organizada por las mujeres, que buscan derribar al machismo ancestral y reivindicar el rol femenino en la sociedad. Piensan quemar al Trauco en el acto final del programa. Sara se incorpora al grupo de mujeres y toca la guitarra, canta y baila con ellas, mientras avanza su relación de amistad con Leandro y llegan a intimar. Mientras, el cabo Tito Morales no descansa en procura de desentrañar la verdad tras la desaparición de Narciso Mansilla y Leandro busca descubrir el sentido de la última voluntad que le encomendó su madre en Toledo, España, donde trabajaba como guía cultural. A medida que las páginas avanzan se torna evidente que ahí está el nudo de la trama y la razón que condujo a Leandro al terruño de sus abuelos.
La acción es rápida, diversa y muy entretenida. Los personajes, variopintos y diferentes unos de otros, están bien dibujados y el lector llega a conocerlos bien y a entender la manera de ser de cada uno. La prosa es clara y se desliza con ligereza. La desaparición de Narciso Mansilla es uno de esos raros libros que se desearía que no terminaran jamás. Pero termina, por supuesto. Y recién entonces se logra comprender el sentido profundo de la historia que ha mantenido cautivo al lector a lo largo de cuatrocientas páginas.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…