(Sobre Los sueños del cyborg de Diego Muñoz V.)

por Wilberio Mardones

No son frecuentes las sagas de personajes rutilantes en la narrativa de ciencia-ficción (CF) de todos los tiempos. Hay que moverse hacia la serie B o hacia las obras ilustradas (cómics de ayer y de hoy, sobre todo) para encontrarlos, a menudo con una imponente pléyade de seguidores. Pues recuerdo con placer las novelas del robot Kabé de Clark Carrados, que llegaron a una decena de títulos, aunque puede haber otros de este autor español prolífico como el que más. Solo señalo, por mi gusto personal, estos libros protagonizados por el “robot detective”: “Memorias de una máquina”, “El oro de las estrellas”, “El país de los robots”, “Los trabajos de Kabé”, “El planeta de los hombres de oro”. No solo se revela brillante, acudiendo a la ciencia de la época (años 50), sino a un humor no siempre recurrente en los autores de CF, de primera o segunda clase. Y es por cierto respetuoso de las leyes de la robótica, canon de hechuras constitucionales consagrado por Isaac Asimov en un relato de los años 40.

Claro que eso de trabajar sobre héroes o antihéroes con ínfulas protagónicas, viene del género negro, donde Diego también se ha prodigado, con su propio estro creativo. Y, sobre todo, que este autor no se mueve en el mundo de la serie B o de los superhéroes, que plagaron la CF en una época (lo que se llamó la “ópera espacial”), tendencia en general repudiada por los aficionados a la CF analítica o dura. Los superhéroes, infantiles hasta la náusea, vuelven ahora a depredar en estos tiempos de miopía intelectual y pasividad consumista a que nos ha llevado la globalización. Como que el prefijo “super” parece ser el leitmotiv de los productores de esta clase de entretenimientos. No, el autor de la saga del cyborg pertenece a las grandes ligas del género, y sus incursiones no han sido literatura barata.

Lo de Muñoz Valenzuela es algo que no he encontrado en otros autores: el introducirse a concho en la problemática, nada banal, de lo que pasa en la mente del robot o del semi robot (el cyborg). Pues son personajes que, por efecto del paso de lo mecánico a lo sensitivo, de lo normativo a lo pensante, de lo material a lo espiritual, comienzan a desarrollar una “humanidad” que trastorna, que hace pensar; que además nos llama la atención sobre nuestra propia condición como especie en sociedad. Este tema, sin duda trascendental, ha sido tratado en la saga de Diego, sin por ello dejar de lado el respeto por la trama, la aventura, el descoyunte, como corresponde a un género que se pretende popular y no pedagógico ni militante. Incluso, está el tema sexual (¿cómo se las arregla un cyborg?), que aparece en una de las entregas de la saga, que recomiendo con fervor a quienes no las han leído aún.

“Flores para un cyborg” (1997), “Las criaturas del cyborg” (2011, mi preferida) y “Ojos de metal” (2014), sin prisas, con el oficio y la paciencia de verdadero escritor, sin repeticiones ni ánimos mercantiles, no han hecho sino consolidar esta saga que no vacilo en llamar única. Buscando producciones parecidas, me suele salir Isaac Asimov, que sí tiene series de novelas y cuentos, pero son sobre todo temáticas, épicas; y “Duna” de Herbert, por supuesto. Ambas son forma refinadas de la “ópera espacial” y no hay bronca. Ninguna de ellas se sitúa con tanto ahínco en la mente de un personaje, como lo hace Muñoz Valenzuela. Su enfoque parece seguir el viejo dictado de la dialéctica decimonónica, que plantea que el mundo material es el que crea la conciencia, y no al revés. Lo que también vale para las criaturas cibernéticas.

Este último aspecto, arriesgado como interpretación, permea la cuarta y más reciente entrega de la saga, “Los sueños del cyborg”. Entra un tópico que interesa a muchos lectores del género, las llamadas “teorías conspirativas”; y descuella también la cuestión de la sociedad totalitaria, tan común en la CF que cualquier catálogo mostraría que es mayoritaria en las narraciones del género. Desde Orwell y Huxley, a Bradbury y Ballard. Entretanto, “Los sueños del cyborg” de Muñoz Valenzuela trae guiños, bromas, esperanzas y decepciones, momentos inquietantes y otros descabellados, referencias locales y mundiales. Uno de los mejores títulos de la saga, absolutamente a recomendar. A esperar otras apariciones y, ¿por qué no?, un volumen de cuentos con este androide mesiánico que aspira a la eternidad.

Wilberio Mardones
Librero y narrador panameño residente en Chile

LOS SUEÑOS DEL CYBORG, Diego Muñoz Valenzuela, Simplemente Editores, Santiago, 2022