Por María José Quesada

En El Mostrador (www.elmostrador.cl)

Hace ocho años Doris Atkinson, sobrina de Doris Dana, la albacea de Gabriel Mistral cedió más de 40.000 documentos de la Premio Nobel al gobierno chileno. En este material, en su mayoría inédito, aparecen un sinnúmero de publicaciones donde Lucila Godoy manifiesta su opinión política, las que fueron antologadas por Diego del Pozo en el libro «Por la Humanidad Futura». Aquí, se revela la lucidez de una intelectual con una poderosa carga de ideas, que hoy ante la tragedia, cobra inusitada vigencia.

Hace 70 años (1945) Gabriela Mistral recibió el premio Nobel de Literatura, y hoy, pese al tiempo transcurrido, volvemos sobre su figura -quizá con la justificación de esta conmemoración-, a preguntarnos por su legado.

Por la Humanidad Futura, publicado por La Pollera ediciones en octubre 2015, es un rescate de los escritos políticos de Gabriela Mistral, documentos seleccionados por Diego del Pozo, -Magíster en Literatura y Doctor en Historia, el mismo que en el año 2013 estuvo a cargo de la versión extendida de Poema de Chile (1967)-, quien con un enfoque orientado hacia su prosa más que a su poesía, nos devela algunos tesoros literarios de Mistral y nos deja que la propia Gabriela, -la otra Gabriela-, nos hable.

Los artículos seleccionados fueron escritos entre 1920 y 1957, están distribuidos en cuatro capítulos y ordenados cronológicamente. Muchos de ellos inéditos y otros publicados en medios de comunicación de la época, son recuperados en esta antología marcada principalmente por temas situados en una coyuntura política determinada, y cada uno por sí mismo, nos ayuda a conocer, desde su mirada, un pedazo de nuestra historia no tan reciente pero del todo pertinente y extrapolable al escenario actual.

A propósito de los últimos acontecimientos que han desencadenado tanto horror, muerte, temor e incertidumbre en gran parte de Medio Oriente y Europa, que su pensamiento se vuelve aun más pertinente. Hace 61 años (1954), Gabriela Mistral dijo que “el xenófobo ha ganado la batalla: ahí está un hombre muerto diciendo, con las facciones de su rostro y con las rigidez de su cuerpo, que es posible morir en un mundo cristiano, budista o mahometano, sólo porque las facciones de su rostro difieren de las suyas”.

Qué mejor que afrontar sus disquisiciones y preocupaciones leyéndola directamente, -como bien señala del Pozo-, sin intermediarios. Y es a propósito de los últimos acontecimientos que han desencadenado tanto horror, muerte, temor e incertidumbre en gran parte de Medio Oriente y Europa, que su pensamiento se vuelve aún más pertinente. Como sabemos, uno de los efectos más dañinos para la sociedad globalizada y multicultural –problemática siempre latente, pero que hoy se manifiesta con mayor brutalidad- es la xenofobia.

A este respecto, Gabriela señalaba hace 61 años (1954), que “el xenófobo ha ganado la batalla: ahí está un hombre muerto diciendo, con las facciones de su rostro y con las rigidez de su cuerpo, que es posible morir en un mundo cristiano, budista o mahometano, sólo porque las facciones de su rostro difieren de las suyas”.

Este pequeño extracto es parte de uno de los tantos artículos antologados, y que da cuenta lo poco que hemos avanzado en estas materias, solo un ejemplo de la actualidad y fuerza de sus palabras, expresión de pensamiento manifiesta en reflexiones que durante décadas fueron travestidas por una imagen de profesora formal de primaria y poeta infantil de rondas y pececitos. Estereotipo que operó durante años bajo un prisma ideológico, sustentado por la apropiación de una mirada fragmentada, marcada por una política que embaló, silenció y recicló muchas de sus obras, reduciéndola a cánticos infantiles y a una concepción de la mujer chilena más bien conservadora, pasiva y convencional.

 

Gabriela Mistral: “mujer adelantada a su época”, “ciudadana del mundo”, “poeta de rondas infantiles”, es lo poco o nada que escuchamos de ella en Chile, salvo la resonancia nominativa de las instituciones, fundaciones y/o universidades que se adjudicaron su nombre… ¿Para qué volver a su lectura?, ¿cuál es el sentido de este rescate?

A través de sus intervenciones es que podemos descubrirla. Sin intermediarios:

“Yo tuve la intención de desnudar algunas llagas como la de nuestra miseria popular. Pero no me llamó en suerte el llamado “verbo” o “verba” social. Algo creo haber hecho por despertar la piedad hacia el niño. Fue poco y flaco lo que di; otros ya hacen mejor, algunos lo harán después de manera óptima. En esto como en todo, la antorcha apenas prendida se pasa al que sigue, para que la avive con un aliento mejor”. (Entrevista para Revista Novedades, México, 1948).

¿Estaremos preparados para avivar esta antorcha? Del Pozo intenta extrapolar al presente las inquietudes de esta mujer incomprendida en su tiempo, hacerla carne y revivir este material a modo de justeza con su legado. Este rescate editorial pasa a formar parte de nuestra memoria cultural, y permite otorgar nuevos significantes políticos a esta otra Gabriela, que jamás militó en un partido, pero que luchó constantemente por los pueblos oprimidos, por la educación y por una sana democracia.