Por Josefina Muñoz Valenzuela
El escritor chino Mai Jia (1964), seudónimo de Jiang Benhu, tiene numerosas publicaciones a su haber y es uno de los novelistas más leído en su país y fuera de él; temáticamente, ha incursionado en el mundo del espionaje en el nivel más alto: la Unidad Especial 701, organismo donde solo trabajan los mejores y más especializados agentes, que no escapan de sus propias angustias vitales. Ha recibido varios premios, entre ellos el Premio Mao Dun de Literatura en 2008, el Premio Bajin por En la oscuridad, novela publicada en 2013. Varias de sus obras han sido llevadas al cine, con guiones de su propia autoría, otro interés y talento que lo destaca.
En una entrevista con La Nación, en Argentina, señaló que el origen e inspiración de esta novela fue su propia estadía de 17 años en el ejército chino, periodo en el que se especializó en espionaje, criptografía y decodificación de mensajes, tema nuclear del libro. Así, su vuelta al mundo civil fue recién en 1997.
En lo fundamental, este libro recoge cuatro historias sobre exespías, vinculados a la conocida, admirada y temida Unidad Especial 701, que se estructuran en categorías cuyos nombres podrían ser títulos de poemas: Preludios (1 a 6); Escuchadores del viento (señales secretas por radio); Observadores del viento (descodifican códigos); y Captadores del viento (agentes de campo). Cada una de estas partes mayores tiene, a su vez, un número variable de capítulos.
Preludio 1 nos lleva a poner atención en aquellos hechos, en apariencia intrascendentes, y que de pronto estallan como una bomba de racimo en nuestras vidas. Preludio 2 nos instala en el origen de “esa experiencia tan interesante”, cuyo desarrollo cruzará más de 450 páginas. Los hechos que narrará sucedieron hace doce años, cuando “aún no tenía treinta”; su jefe había ido a Pekín por trabajo y llama de manera urgente a este personaje – narrador, que se llama Mai Jia, para que vuele a Pekín y allá le haga un nuevo informe, porque los temas han cambiado. Como este es su primer viaje en avión, el jefe lo espera en el aeropuerto; al llegar, dos policías lo detienen y lo llevan para interrogatorio. No entiende lo que pasa, su jefe apoya sus explicaciones; es dejado en libertad previo compromiso “a no decir jamás nada a nadie de lo que había oído, puesto que era secreto de Estado” (p.15). En la parte 6 y última de Preludio, quien narra reitera que se llama Mai Jia y en una especie de ‘desdoblamiento’ y rara verosimilitud literaria señala: “En cuanto a este libro, siento que va a ser de buena calidad. (…) Lamentablemente, la persona que me ha dado mayor apoyo en la redacción de esta obra, el director Quian, ha fallecido y no la podrá leer. (…) Dedico esta obra al director Quian y a todos los miembros de la Unidad 701”. (p.24)
Las preguntas a este detenido, al parecer altamente sospechoso, se enfocan rápidamente en una ‘conversación’ sostenida por él en el avión, con dos personas que hablaban su mismo dialecto y a quienes había saludado “con cordialidad, como si fueran mis padres”, con la emoción de reconocerse. Días después, estos mismos policías le piden que los acompañe a un sitio secreto en las montañas. Ahí se iniciará aquello para lo que fue elegido, y su inmersión en la Unidad Especial 701, algo que no habríamos podido sospechar a partir de las primeras escenas en que vamos conociendo al personaje Mai Jia.
Las cuatro historias refieren al mundo de agentes especiales, contadas por el personaje Mai Jia, desde sus roles de autor, narrador, protagonista, de un mundo que conoce a fondo, y en el que se espera siempre la muerte como algo cotidiano, más presente que la propia vida. A través de los relatos, mantiene un tono de ajenidad de los acontecimientos narrados, a pesar de tener un historial extenso de trabajo destacado y especializado en el ámbito del espionaje, en sus dimensiones del conocimiento, poder y control.
El capítulo 1 de la Primera parte se titula El ciego Abing; su historia le fue contada al narrador por su jefe Quian, figura a la que siempre recuerda y rinde homenaje, y que ahora simplemente transcribe. Refiere, desde luego, a la Unidad Especial 701 y a la búsqueda de personas con extraordinarias capacidades auditiva; ahí aparece el ciego Abing, justo la persona que andaba buscando. En este capítulo queda claro el peso del Partido, la revolución como parte de la vida, los códigos de honor… la relación con la Unión Soviética… la necesidad de reeducar a ciertas personas. El encuentro con Huang Yiyi (o Huang Qian), “Una mujer hermosa, endemoniada, guapa, sentimental, inteligente, libertina (…) Mientras más nos acercábamos a nuestro destino, más preocupado me sentía de que no llevara a la Unidad a una matemática especialista en descifrar códigos militares, sino a una víctima de la ideología capitalista”. (p. 161)
A diferencia de las novelas de espionaje y películas de acción con agentes secretos tipo James Bond, cuyo origen ha sido mayoritariamente estadounidense, y en las cuales se dispara antes de preguntar nada, aquí encontramos conversaciones muy personales, morosas, historias contadas y recontadas, a veces desde diversos y variados participantes y perspectivas. Hay muchísimas palabras, largas conversaciones y análisis repetidos de situaciones que se miran desde diversos personajes que participaron en ellas; explicaciones de los personajes para sí mismos y para otros; partes o momentos de una misma historia que van completándose, rehaciéndose, desde perspectivas y visiones diversas.
En el tema del espionaje y del contraespionaje, se mezclan sucesos y relaciones que creemos ciertos, pero que también son puestos en duda con frecuencia. Se nos ha mostrado también la importancia capital de descifrar y crear códigos y, de paso, informar a los lectores sobre el tema. La matemática es uno de los ámbitos de la ciencia que ha permitido generar nuevos modos de encriptación, nuevas teorías encaminadas a contar con los mejores lenguajes para tener los mejores espías, en un mundo que privilegia la inteligencia más que la violencia. Lo anterior no implica que no haya o no se ejerza violencia, pero sí nos sumerge en un mundo también confuso, en el cual es casi imposible decir con certeza que algo es o fue así. La duda está anclada en este mundo donde prácticamente nada es lo que parece, o tiene un grado de permanencia o veracidad siempre en cuestión, rasgo muy propio del espionaje, cuyo éxito se basa en engañar y desorientar.
Hacia el final, la Tercera Parte (Captadores del viento) inicia con el Capítulo IV, ‘Lo que cuenta el espíritu de Wei Fu’ (p.363), muerto ya, pero que está en un espacio que le permite saber y entender todo lo que pasa a su alrededor. Valora lo que le pasó después de su ´muerte´ como mucho más interesante que su vida e insistirá frecuentemente en que su nombre es Wei Fu, como la posibilidad de recuperar su verdadera identidad, confundida entre todos los roles que ha encarnado y acciones que ha debido llevar a cabo.
En el Capítulo V, ‘Bailar en la punta del cuchillo’, parte 1, aparece un nuevo y sorprendente personaje, muy anciano ya: “Me llamo Jin Shenshui. Vengo de los Estados Unidos. Era compañero de trabajo de tu madre. Me refiero a tu madre biológica, no la que vive en tu pueblo natal. (…) Estoy determinado a decirte la verdad, porque esto constituye no solo mi deseo de siempre, sino el de tu madre, quiero decir, tu madre biológica” (p.399).
Es ahora cuando, posiblemente, se pueda conocer (y contar) la verdad. Difícil tarea, porque representar roles verosímiles crea seres reales de los cuales es muy difícil despojarse y, luego, decidir cuál es, si lo hay, el verdadero, palabra que se desliza como gelatina entre las páginas. “Me odio, por lo menos al yo de aquellos días tan nefastos” (p.407), dice Shenshui.
Resurgen frases y palabras que recorren el libro: Kuomintang, Chiang Kai-shek, Buró de Seguridad, Relaciones chino-soviéticas, KGB, República Popular China, El Partido…
La novela está cruzada por este intento permanente de encontrar la verdad, escarbar hasta conocerla, aunque sea dolorosa. Y darse cuenta de que ese anhelo no sirve de mucho, porque no existe una única verdad y porque si buscarla es lo humano, también es humano saber que no la encontraremos.
La vida se parece peligrosamente al mundo del espionaje, oculta las identidades, las transforma y las convierte en algo que no entrega ninguna certeza, porque el día de mañana podemos tener dificultades para reconocer quiénes somos… de “verdad” … si es que eso existe.
En la oscuridad, de Mai Jia
Joyas de Literatura Contemporánea China
China Intercontinental Press, 453 págs.

¡Bravo por el intertexto con Borges! Saludos.