(Sobre la nueva novela de Edward Grove)
Por Wilberio Mardones*
De los pocos autores que en Chile han practicado el género de la ciencia-ficción y que son referentes inevitables, está Edward Grove, autor de las novelas El Sobreviviente (1989), Ellos esperan (1990) y El ángel desnudo (1995). Las dos primeras fueron reeditadas en 2018, para regocijo de los fans, y la tercera, asombrosa, espera turno para ampliar su audiencia. Todas ellas han sido celebradas internacionalmente por su aporte a la corriente de la descripción de futuros distópicos, marcados nada de casualmente por temas que Grove conoce y ha desmenuzado en sus libros: la decadencia de la civilización en un planeta como el nuestro, que no recapacita frente su manifiesta tendencia a la autodestrucción; la aparición de nuevas cepas de virus mortíferos que son apenas controlados y nadie dice que siguen multiplicándose y mutando; y también los mundos ocultos que coexisten con el visible y que esperan su momento para invadirnos y terminar para siempre con la especie y su cultura.
Ahora llega a nuestras manos ansiosas de adictos a la CF, Extraños en Iloca que, a partir del terremoto y tsunami de 2010, más la sucesión de golpes que hemos sufrido en el último quinquenio: estallidos sociales no gratificados, desbordes de la delincuencia, pandemia del coronavirus, inmigraciones descontroladas, nos lleva por derroteros insospechados de horror y misterio utilizando los recursos del género. En ese contexto, el autor se instala y desarrolla una historia que involucra a una zona bien específica del territorio, el borde costero y el balneario de Iloca, que él conoce bien.
La trama se desenvuelve a través de un narrador que se involucra personalmente a través de un relato en primera persona y diálogos significativos, donde se visualizan y adivinan más cosas que las acostumbradas por la gente común. Una amenaza externa se perfila sobre la zona, el país y el planeta. Las señales están allí, pocos parecen captarlas. El tema queda abierto y sujeto a grandes interrogantes, en la mejor tradición de la ciencia-ficción especulativa, la con más carga de valor literario y prospección del futuro.
No hay más que decir, Extraños en Iloca, con sus giros, sorpresas y paradojas, es un libro para leer y disfrutar, de un autor como Edward Grove que hoy por hoy se ha convertido en un clásico viviente, una de las figuras prominentes del cultivo del género futurista en nuestro idioma. Una figura que, sin ruido, casi con modestia, no olvida que autores colosales están allí (como modelos a los que hay que tener en mente), para no defraudar a una pléyade de lectores y lectoras que, por lo general, son de paladar fino en materia de la calidad literaria propia de un género que posee su propia estética, digan lo que digan los puristas.
*Cronista y comentarista literario
¡Bravo por el intertexto con Borges! Saludos.