Por Josefina Muñoz Valenzuela

Estamos frente a la última novela de Almudena Grandes (Madrid 1960 – 2021), novelista y columnista habitual del diario El País, Premio Nacional de Narrativa 2018 y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. En 1989 publicó su primera novela, “Las edades de Lulú”, llevada al cine por el gran Bigas Luna en 1990.

Su obra literaria está impregnada de manera fundamental por grandes y permanentes temas de la historia de España: la República, la guerra civil, la posguerra, el franquismo, la transición… Autodeclarada como una persona de izquierda, son los temas desde los cuales nacen sus interpretaciones y reinterpretaciones, nacidas siempre con el sello de un agudo espíritu crítico que busca ahondar más allá de definir buenos y malos, esperando hacer visibles los lazos que reúnen fenómenos, sucesos, ideas, personas, acciones aparentemente sin relación entre ellos, pero que tienen más elementos en común que lo que pareciera a simple vista.

Esta novela no solo es póstuma, sino que el último capítulo debió ser escrito por su marido, Luis García Montero, desde las conversaciones que habían tenido sobre las ideas centrales que deberían estar presentes allí. Todo ello debido a su muerte antes de terminarla. Así, hay una nota final escrita por él, que se apoya en el cuaderno que recogía las ideas de Grandes para sus escritos. El periodo coincide con el encierro que produjo la pandemia por COVID y luego su cáncer, el que enfrentó escribiendo.

Por la novela circulan más de sesenta personajes que transitan por un mundo de ficción política, en el que uno de los personajes principales es empresario y apodado “Gran capitán”, es decir, empresa y militares reunidos para controlar el poder, siempre por el bien de la patria, uno de los grandes rasgos de nuestros tiempos planetarios. Sin duda, la pandemia fue una ocasión especial para poner en primerísimo lugar la seguridad, no una que suponemos normal, sino una muy ligada al encierro, al control, a la necesidad de tener a determinadas personas a cargo, lo que, habitualmente, rápidamente se transforma en abusos de poder y abandono de los derechos humanos, todo en pro de una muy discutible seguridad.

La sociedad descrita está dominada y manejada por un líder que se mantiene en las sombras, y que maneja los hilos del país como si fuera una empresa -no hay ciudadanos sino empleados- y es un espacio en que solo la iniciativa privada está llamada al éxito. La democracia, el Estado, la ciudadanía, la libertad… son escollos al progreso. Hay un partido político único, MOVIMIENTO CIUDADANO ¡SOLUCIONES YA! Los grandes y reconocidos colaboradores son los llamados VIGILANTES, cuya creación convoca a numerosos talentos y, desde luego, sus propuestas -y el propio partido- se sitúan explícitamente “al margen de la política”.

Sin duda, realidades como las nuestras, países de un continente de gigantescas desigualdades y sanguinarias dictaduras, se espejean en este libro en tanto hemos visto y vivido gran parte de lo que esta novela muestra en términos de realidades y procesos sociales, de poder y dominio absoluto, de despolitización y aparente neutralidad en un medio en que quienes verdaderamente gobiernan son empresarios que han desmenuzado el país en diversas empresas en las que hay empleados, no ciudadanos, y administradores-gerentes que velan por una supuesta seguridad, que implica poder sin control, y grandes limitaciones a la vida personal y social.

Cito el inicio, que nos presenta al personaje principal: “El Gran Capitán comprendió antes que nadie que el coronavirus iba a cambiarlo todo. Juan Francisco Martínez Sarmiento acababa de estrenar apodo. A los cuarenta y siete años recién cumplidos, había culminado una carrera profesional meteórica con dos nombramientos casi simultáneos. En la tercera semana de 2020 se había convertido en el director ejecutivo de una gran empresa energética, líder nacional en renovables, y en el vicepresidente mejor valorado para suceder al presidente de la CEOE. (…) había tenido que luchar como una fiera por cada beca, por cada puesto, por cada ascenso. (…) Porque precisamente ahora, cuando ya no tenía la necesidad de apostar, de jugarse la vida en cada movimiento, todo se estaba yendo al carajo”. (p. 11) Y algo más adelante, “Durante las últimas décadas, con la connivencia de partidos grandes y pequeños, más o menos corruptos, los pares del Gran Capitán habían logrado convencer a los españoles de que la iniciativa privada era la única receta capaz de crear riqueza y prosperidad”. (p. 13)

La pandemia inicial y las sucesivas que vendrán, reales o provocadas, más las “caídas” de internet, el control de acceso a las comunicaciones y servicios antes disponibles, son un marco importante que facilita el control de la sociedad, una nueva forma de dictadura que se basa en razones creíbles para limitar la libre circulación y uso, mantener encierros y confinamientos prácticamente totales, como respuesta a la anhelada seguridad que exigen los habitantes, algo que observamos que ocupa un lugar central en nuestro país.

Si bien hay un tema central y estructurante, hay muchas historias que dan vida a estas decenas de personajes que tienen sus propias relaciones de variado tipo. Todo ello puede entenderse, a veces con alguna dificultad, porque muchos hilos se entrecruzan desde diversos orígenes y dan cuerpo a historias también disímiles. Hay profesores y estudiantes, enamorados y desenamorados, grupos de hackers antisistema que tienen un importante rol en la creación y destrucción, en un marco de triunfo aplastante del Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya! “Le recordó que el MCSY había ganado las elecciones generales con la mayoría absoluta más apabullante de la historia de la democracia”. (p.69) Además, con inéditos atractivos como un gobierno que se preocupa del bienestar y felicidad de sus gobernados, para lo cual ha instalado la Gran Terapia, -‘universal y forzosa’ que hará real el anhelo de que “todo va a mejorar”.

En todo este decurso, asistimos a la formación lenta y subterránea de un naciente y heterogéneo grupo que se rebela contra este orden impuesto y crea un nombre, eslóganes e imagen identificatoria, fáciles de reproducir con spray en los muros y hacer visible la oposición al MCSY (p. 351).

La descripción del Estado es escalofriante: (…) “ha creado sus propias instituciones, de naturaleza muy distinta a las vigentes en la etapa democrática. El Parlamento se había convertido en un simulacro, un teatrillo al que nadie prestaba atención porque apenas se mencionaba en las radios y las televisiones. La misma suerte había corrido el Tribunal Supremo, mientras que el Constitucional se había autodisuelto cuando más de dos tercios del Congreso, los doscientos treinta y cuatro diputados del MCSY y treinta y tres más comprados para la ocasión, derogaron la Constitución de 1978 para promulgar unas nuevas leyes esenciales del Estado español que no contemplaban la existencia de ningún tribunal destinado a velar por su cumplimiento”. (p.166)

Sin duda, la historia y la literatura son los grandes espacios que nunca agotan su interés en escarbar en el pasado, especialmente aquellos pasados que han vivido experiencias de dictaduras, guerras de todo tipo, esclavitud y tantas otras situaciones de violencia. Saben que las marcas son imborrables y persisten por generaciones, transmitidas por quienes las vivieron de manera directa y las contaron y las compartieron con sus familias y amistades.

Es una novela que reconoce el marco político de toda sociedad y cómo dan cuenta de él las familias, según el lugar en el cual se encontraban. Por otra parte, reconocemos en esas historias mucho de lo que hemos vivido como países “conquistados”, colonizados, con periodos de dictadura que fueron un sello en gran parte del continente americano de manera simultánea.

Hemos vivido (y padecido) variadas formas de alcanzar el gran sueño y decir y creerlo, desde lo social y lo personal, que “todo va a mejorar”, porque las esperanzas mantienen la vida en momentos tremendos.

Almudena Grandes es una lúcida escritora que logró descifrar y dar sentido a su propia vida en un contexto espacial y temporal; además, hace posible que nos reconozcamos en experiencias diferentes, incluso, identificarnos con sus intereses más profundos.