Por Aníbal Ricci

En esta novela de Sergio Infante Reñasco, el narrador acompaña la cadencia melancólica del abuelo; Mariano es el verdadero protagonista, aquel que acogió a su nieta Claudia, abrocha la novela en primera persona, con la pura voz. Claudia cursaba Astronomía en la Universidad de Chile hasta que un perdigón del estallido social oscureció el firmamento.

El abuelo la acompañó en su proceso de reaprendizaje, entre los dos capearon esos días de confinamiento durante la pandemia.

La novela está escrita en un lenguaje limpio, sin ímpetus por nublar las emociones a flor de piel de Mariano y Claudia. El abuelo se preocupa por el estado de ánimo de su nieta, más bien se ocupa porque le oculta sus miedos lo mejor que puede, entre el amor y el temor por su destino.

Claudia vino a iluminar su vida luego de la muerte de Elba que partió hace unos años. Convertirse en su lazarillo no es una obligación, sino un privilegio, respeta su privacidad mientras ella descifra los silencios. Hay mucho humor en la familia, quizás Mariano sea el mejor poniendo apodos y empleando esas palabras en desuso. Jamás presiona a Claudia y ella irá encontrando el camino.

La historia se interna por los recovecos de la familia, partiendo por las dos madres de Claudia, cómo se conocieron y el amor que le brindaron en su infancia. La Serena la vio crecer y aprendió a escoger a sus amigos o llegaron a tiempo para romper con los prejuicios, la pandilla de Francis Drake, el humor también sirve para inculcar la tolerancia y la igualdad.

La familia del abuelo es cruce obligado para trazar los años aciagos de la dictadura, el hermano desaparecido, la detención del Mariano y la tortura, esos pasajes son narrados con dolor, hay algo de pudor en el narrador por aquello que pudo evitarse

La novela recorre los últimos años del país, el estallido social y la pandemia, la convención constituyente y sus nuevos aires, pero el desencanto sigue apoderándose de las calles, el narcotráfico, el hijo de un amigo a mano de los narcos, el país pareciera no tener remedio, la incapacidad de ponerse de acuerdo (el lector piensa en los dos procesos constitucionales frustrados) donde Claudia es el símbolo de la pérdida de ética, ya no se distingue el límite entre el bien y el mal, mientras los ojos de la nieta son cegados y con ello los sueños por su futuro, que no es otro que el futuro de este territorio austral.

El narrador se adhiere a la piel del abuelo lazarillo, lo acompaña y se entristece en su compañía. Mariano no quiere dejar sola a su nieta y el bicho de la pandemia es una amenaza latente.

Hay desencanto en el narrador, pero nunca resentimiento. La vida ha sido plena y en el camino se fue arreglando la carga, se enamoró de una mujer maravillosa que distrajo su mente de tribulaciones (no es necesario profundizar la tortura) y lo incitó a partir al extranjero.

El abuelo es un hombre solitario y con los viejos tercios (los sobrevivientes) se juntan para arreglar el mundo. Su hija Cristina es lesbiana y es amada por Hada Marina, un apodo encantador. A pesar de haber asistido a la ruptura del sueño socialista del doctor Allende, la vida le ha enseñado a levantarse de nuevo. Le duele ver los residuos incrustados en los ojos de Claudia, ella no se merecía el fruto de las rencillas del pasado.

Este libro ha sido escrito por Claudia con la ayuda del procesador de texto, ella dicta y se podría decir que la inteligencia artificial completa las ideas con giros al parecer no exentos de humor.

La calidez de Mariano se cuela por los capítulos. Cada uno tiene su propio título y al lector le gusta retroceder las páginas hasta el índice, donde ese encabezado es la memoria del protagonista, de Claudia, esa memoria sin justicia que hace muy difícil construir sobre los cimientos.

Esas cuencas vacías observan el firmamento gracias al amor del abuelo, esos ojos tristes lo recuerdan en estas páginas al final muy emotivas.

Porque cuando todo está perdido, viene el abuelo a ofrecer su corazón.

Fito Páez entiende esta hermosa melodía.

Sergio Infante Reñasco

CLAUDIA Y EL ABUELO LAZARILLO
Autor: Sergio Infante Reñasco
Editorial Catalonia, 2024, 124 páginas