Verdades y falsedades acerca de dos antologías que reflejaron una época.

Por Ramón Díaz Eterovic y Diego Muñoz Valenzuela

La antología «Contando el cuento», producida por Ramón Díaz Eterovic y Diego Muñoz Valenzuela, autores de este artículo, fue publicada en 1986 y ha sido considerada una de las compilaciones más significativas de la narrativa chilena contemporánea. La compilación reúne relatos de autores emergentes en los 80’ que pertenecen a la generación de escritores que desarrollaron su obra en el contexto de la dictadura militar en Chile.

La antología considera una amplia diversidad temática y estilística, lo que permite vislumbrar las inquietudes y realidades sociales más importantes de la época. Se incluyeron dos cuentos de cada autor antologado. Todos los autores -nacidos entre 1948 y 1960- habían exhibido una actividad destacada en la narrativa. Cabe destacar que, por las condiciones sociales y políticas, recién habíamos tenido la oportunidad de conocernos en la misma década de los 80’ y unos pocos a fines de los 70’, como se narra en el prólogo.

La mayoría de los escritores incluidos en “Contando el cuento” se han mantenido activos en el campo narrativo y han publicado novelas, cuentos y otras obras desde los ya lejanos años 80’. Sin duda, si bien su aparición estableció un hito relevante para la narrativa chilena, no fue un éxito editorial en los términos que hoy se podría concebir. Pero constituyó sin duda un hecho importante con amplias resonancias culturales en un momento clave de nuestra historia.

Siguiendo el camino con “Andar con cuentos”

La antología «Andar con cuentos», publicada en 1992, seis años después de su natural predecesora, genera un compendio significativo de la cuentística chilena a inicio de los 90’. Reúne a 36 escritores nacidos entre 1948 y 1962, que implica una leve expansión etaria respecto al rango de “Contando el cuento”.

Uno de los aportes de esta nueva antología fue su capacidad para destacar relatos que pueden considerarse representativos de una nueva generación de escritores. Permitió a los lectores acercarse a voces frescas y perspectivas innovadoras. La antología no solo contribuyó al conocimiento de la cuentística de la época, sino que también proveyó un puente entre grupos etarios coexistentes, enriqueciendo el panorama narrativo del país. Si “Contando el cuento” fue el lanzamiento oficial de la Generación del 80, “Andar con cuentos” fortalece la idea de la existencia en esa época de una nueva y joven narrativa que se inserta con méritos propios en la literatura chilena.

Miradas ambas experiencias antológicas desde la distancia temporal de casi cuatro décadas, nos sentimos retrospectivamente contentos y orgullosos de haber trabajado en la búsqueda, lectura y selección de los cuentos que integran ambas compilaciones.

La otra cara de la medalla o cuando realmente se anda con cuentos

No nos sorprende, pero tampoco deja de preocuparnos, que como en otros espacios, léase la vida política o la televisiva, la falsedad se instale en el medio literario.

Los títulos “Contando el cuento” y “Andar con cuentos” a los que nos hemos referido, se han convertido, con el paso de los años, en referencias para el estudio de parte de la narrativa chilena que se dio a conocer en tiempos de dictadura. Transcurridos muchos años de dichas publicaciones hemos considerado la posibilidad de reeditarlas o generar alguna actividad crítica respecto a las obras de los autores seleccionados. En eso estábamos cuando un amigo escritor nos hizo conocer un fragmento de un libro de Oscar Contardo donde somos aludidos con informaciones y comentarios que están muy alejados de la realidad.

Concretamente, en la página 112 del libro “Loca Fuerte. Retrato de Pedro Lemebel” (publicación de la Universidad Diego Portales del año 2022), su autor, Oscar Contardo escribe: “El propio Lemebel vendía los ejemplares de “Los incontables” frente a la librería que atendía Sergio Parra. La respuesta del entorno no fue la que había esperado. Algunos de sus pares lo criticaron por su estilo, que calificaban como “tremendista”, como ya anoté, otros lo ignoraron sin dar razones. Ninguno de sus relatos fue incluido en la antología Contando el cuento, publicada ese año, que reunía a narradores cuya carrera se había iniciado en la década del ochenta. Los antologadores fueron Diego Muñoz y Ramón Díaz Eterovic, que participaban de los mismos talleres que frecuentaba Lemebel. La antología fue un acontecimiento para la generación aludida, y logró la atención del universo cultural santiaguino. Los editores justificaban la ausencia de su firma por la insuficiencia calidad de los cuentos, pero Pía Barros no cree que fuera el único criterio por el cual lo desecharon. Según ella, pesó la opinión de escritores que quisieron dejarlo fuera porque era marica. Los relatos de Lemebel solo fueron incluidos en la segunda versión de esa antología, publicada en 1992, gracias a la presión de sus amigas”.

Sobre el particular nos permitimos hacer algunos comentarios y precisar cierta información que, desgraciadamente, ya puede estar al alcance de algunos lectores:

-Se dice que los antologadores “participaban en los mismos talleres que frecuentaba Lemebel”. La verdad es que nunca participamos en ninguno de los talleres a los que asistió Pedro Lemebel. En ocasiones lo veíamos aparecer en las reuniones del Colectivo de Escritores Jóvenes que se realizaban en la Casa del Escritor, instancia de organización cultural de narradores y poetas, donde nuestra relación con él era tan normal como con el resto de los autores que solían participar en ese espacio, lo que no importaba necesariamente un conocimiento cabal del trabajo de cada uno.

Se dice que Lemebel no habría sido incluido en la primera de las recopilaciones porque los antologadores habrían considerado insuficiente la calidad de sus textos y, más adelante, que no habría sido esa la única razón, sugiriendo que sería por su orientación sexual. Al respecto, algunas precisiones. La antología “Contando el cuento” se presentó en septiembre de 1986, a los pocos días del atentado a Pinochet. Se cerró y entregó a la editorial antes de que apareciera el libro “Incontables” de Pedro Lemebel. Por lo tanto, si no se le incluyó fue porque no conocíamos sus cuentos y no por discriminación de ningún tipo. Y más aún, cuando hicimos la segunda antología, ampliada respecto de la primera, incluimos el cuento de Lemebel “Bésame otra vez forastero”.

Es relevante recordar que durante la actividad de presentación de la antología “Andar con cuentos”, de 1992, en la Casa de la Cultura del Banco del Estado, Pedro Lemebel asistió al inicio de la actividad y luego de recibir el ejemplar de la antología que le correspondía procedió a ubicar su cuento y arrancarlo del libro, expresando que “no quería estar ahí porque lo habíamos incluido sólo porque era marica”. Eso, desde luego, después de haber aceptado ir en esa antología. O sea, era él quien se excluía o procedía de forma negativa frente a un libro en el que se reconocía el valor de su escritura.

Se dice que no se dieron razones para la no inclusión de Lemebel en la primera antología. La verdad es que nunca se nos pidió alguna explicación por su ausencia y que tampoco las reseñas o críticas que aparecieron en ese momento refirieron tal ausencia como una supuesta exclusión, y la principal razón que a nadie le extrañara esa ausencia, seguramente tiene que ver con el hecho de que a esa fecha Pedro Lemebel aún no había publicado ningún libro y por tanto su obra aún era poco conocida. Es falso, asimismo, que la inclusión de un trabajo suyo en la antología de 1992 obedeciera a la “presión de sus amigas”. Lo cierto es que, para entonces ya conocíamos su libro “Incontables” y eso está muy lejos de ser una presión. Fue un interesante descubrimiento lector.

Consultada sobre los juicios vertidos en su libro por el periodista Contardo, la escritora Pía Barros nos hizo llegar algunos audios en los que señala: “Ninguna de esas cosas las dije yo, por si acaso. “Yo no avalo eso que está diciendo”. (referido a Contardo). “Nunca mencioné la antología”. “No recuerdo que me haya preguntado por “Contando el cuento”. “Yo ni siquiera he leído ese libro” (de Contardo). “Toda la chismografía sobre Pedro me carga”. “Nada de esta huevá pueden ser citas mías. De hecho (Contardo) es super astuto porque no lo entrecomilla”.

A continuación, respecto a que los aludidos participábamos en talleres frecuentados por Pedro Lemebel, Pía Barros es categórica al señalar que: “Ustedes nunca frecuentaron los (talleres) de Soffía que era el taller que yo hacía con Pedro, donde estaba Pedro me refiero”. Por último, respecto a la inclusión de Pedro Lemebel en la antología, Pía Barros señala que nunca mencionó la antología “Contando el Cuento” y que habló con Oscar Contardo de antologías en general.

¿Qué pensar entonces? Pía Barros señala no haber dicho lo que le atribuye Oscar Contardo, y este, en tanto periodista, no menciona otras fuentes que las palabras de ella. Tampoco, desgraciadamente, se tomó la molestia de confirmar con alguno de nosotros si lo que, según él habría dicho Barros u otras de sus fuentes, era cierto.

No nos agradan las polémicas, especialmente si afectan a colegas con quienes iniciamos nuestras actividades literarias. Pero nos preocupa la mirada que se arroja sobre nuestras personas y el desarrollo de dos proyectos antológicos que son parte de la historia literaria del país. Nos preocupa que el libro de Contardo, en lo que a nuestro trabajo se refiere, entregue a investigadores académicos y a lectores en general una visión apartada de la realidad. Por lo mismo, y para minimizar en parte el daño producido por la biografía de marras, contamos con una rectificación del libro de parte del periodista Oscar Contardo y de la editorial responsable de la publicación.

Santiago, 10 de enero de 2025.