Agradecemos al poeta Omar López este bello recuerdo de otro gran poeta, Hernán Miranda Casanova, recientemente fallecido.
Por Omar López
Puente Alto, jueves 26 diciembre 2024
Exactamente cinco días atrás, es decir, el sábado 21 de diciembre falleció un poeta chileno de los buenos: Hernán Miranda Casanova. Nos duele su partida y extrañaremos su ausencia y figura de tan particular humanidad que tuvimos la fortuna de conocer pero, que no nos alcanzó creo, para dimensionar en toda su estatura la profundidad y belleza de sus poemas y de su obra.
Siempre nos llamó la atención, en los típicos eventos y encuentros literarios, su conducta más bien silente, no tímida ni de planicie verbal que también a veces ocurre. Era en realidad, una sabia humildad y el ejercicio de un agudo sentido de observación que, sin pretenderlo o buscarlo, aplicaba con natural y fresca simpatía y dónde se plasmaba su poética y arte de vida. Pensamos que todo auténtico poeta desdeña la brillantez del ego y en consecuencia, es ajeno a los múltiples recursos del autobombo o a los oscuros escalones del servilismo oportunista: Hernán realizó actos y gestos de profunda inspiración política y social con su habitual sobriedad y sello indeleble de vate contingente: el 18 de marzo de 1984, nuestro querido Hernán se encerró (“correctamente vestido” al decir del poeta José Ángel Cuevas ) en una jaula del Zoológico y con esta acción de arte simbolizaba no solo el peso de años de una sangrienta y porfiada dictadura… también reflejaba detrás de esos barrotes la condición de una animalidad impuesta y arrasadora de cualquier tipo de dignidad de nosotros, los chilenos. En otras palabras, traducía con su gesto la historia de un país que en poco más de una década pasó de la revolución a la involución.
Tuvo Hernán una vida intensa y variada. Luego de explorar algunas carreras universitarias se decide por el periodismo y ejerce dicha profesión en diversos medios. En 1976 obtiene el Premio Casa de las Américas en La Habana por su obra “La Moneda y otros poemas”, mientras permanecía en Argentina desde finales de 1973 y luego se traslada con su familia a Panamá. Vuelve a Chile por uno meses en 1978 para regresar otra vez a Buenos Aires, ciudad en la que permanece hasta 1981, año en que definitivamente se reintegra al mundo literario y social de nuestro país.
Sin embargo, tenemos la certeza que Hernán Miranda no es conocido y menos reconocido más allá del pequeño mundillo de las letras nacionales y con suerte o en justicia, tal vez se incluyan algunos de sus textos en los libros de castellano algún día. Cierto, la poesía no vende, no interesa ni importa en medio del vendaval consumista de celulares, audífonos, zapatillas y otros dudosos objetos imitadores de una instantánea felicidad que la tele y sus tentáculos se encargan de introducir con fina maestría en nuestros cerebros.
Dejemos entonces como postrero homenaje, su voz impresa en este diario:
POR MI BOCA HABLAN
En estas manos empuñadas hay gestos muertos
En estos pies está viva la huella de viejas caminatas
Alguien miró antes a través de estos ojos
Alguien ocupó mi boca para hablar
Alguien besó en noches de pasión
con estos mismos labios semicerrados
Qué le vamos a hacer
se dice el testigo
tras un instante de meditación ante el espejo
Somos la conciencia del planeta
Habitamos sobre los últimos
desfallecientes rescoldos del lenguaje.
Interesante, preciso y elocuente dictamen, el pensamiento reflejado en estos versos del poeta Miranda Casanova que, por lo menos, nos insta a defender su huella y emular, hasta donde la primavera nos dure, la pasión de su oficio y la convicción de su discurso.
Ya nos encontraremos, compañero.
Qué bueno poder leer y encontrar poesía buena mexicana, en otras plataformas y paises. Gracias por publicar y difundir.