Cristóbal Hasbun (Santiago, 1986), vive en la ciudad de Frankfurt am Main.
Su primera obra literaria publicada se titula Árboles Plásticos (2022), un conjunto de siete cuentos con rasgos propios del realismo y la literatura fantástica.

POESÍA ES MEMORIA

Les invitamos a la jornada del Colectivo Poesía es Memoria que, junto a la Fundación Memorial Estadio Nacional, se llevará a cabo el 14 de septiembre, en la Escotilla N°8 del Estadio Nacional. Desde las 10:00 a las 13:30 horas. Nos acompañará en esta ocasión el reconocido charanguista Freddy Torrealba.
Para finalizar, un vino navegado y unas sopaipillas.

A MI HERMANA QUE SE QUITÓ LA VIDA

¿Dónde estoy, dónde están todos?
Díganme, por favor, ¿dónde puedo encontrar
esa febril membrana de mi carne
que bajó a la tierra,
que vertió sombras en mi recuerdo?
¿Detrás de qué biombo me viven?
¿Por qué cuando estoy derrotado de cansancio
puedo tocarlos?
El día llega a la mitad de su existencia,
y una parte de mi espalda está quebrada.
Siento un alarido tenebroso en las cavernas,
en la materia insondable de lo primario.
Falta un kilo de mi carne negra,
lo llevaste contigo a la tierra,
a la carne del cuerpo del mundo.
A veces te oigo en las palmas del viento,
te siento en el aroma de las naranjas
o en la curiosidad de los niños.
Y recuerdo cuando lloramos abrazados:
tú no quisiste prometerme
que no volverías a perseguir la muerte.
Desde entonces busco en todas las cosas
aquello que de ti me falta,
como si recolectando átomos
pudiese incorporar tu sustancia perdida.
Ya morí una vez, sabías que así sería.
Pero no prometiste ni quisiste cumplir,
porque nos queríamos.
Porque, pasantes y miserables,
fuimos más que la muerte.
Porque estabas muerta, lo sabías,
lo sabíamos.
Todas nuestras venas respiraron por ti:
azules y negras y verdes y sangre
y pavimento y muerte y gritos,
aire…
Desde donde estés, dame otro respiro,
a mí que pensé que ya había sufrido tanto.
Dame la fortaleza del escritor sin gusto
para llorar las páginas sin amargura
o para que la amargura pose su mano
sobre mi espalda.
Déjame acostarme a tu lado
Pensando que hay una manta de infinito
que se parece a la palma de las manos
que nos tomábamos en la infancia.
Recuerdo las palmas de mis manos
cuando cargaron tu cuerpo vacío.