Por Omar López, agosto de 2024

Diario del minuto:

Abrir un libro con poemas de Juan Gelman o encontrarse por ahí con un fragmento de su voz, en cualquier página o al azar, es tan gratamente sorpresivo o dulcemente provocador como toparse a la vuelta de la esquina, con unos rayos de sol cargados al re-nacimiento. Es decir, un acto que sacude e implica compromiso lector. Juan Gelman Burichson nace en Buenos Aires el 03 de mayo de 1930 y fallece en México el 14 de enero de 2014, a los 83 años. Poeta, periodista y militante revolucionario del Movimiento Montoneros es un hombre que asumió las actividades políticas y el quehacer social con el rigor y la consecuencia propia de los soñadores verdaderos; de los que se las juegan con pasión suicida y voluntad de hierro. Y pagó un altísimo precio: una hija de 19, un hijo de 20 y su nuera de 19 (embarazada de siete meses) que luego de tener a su guagua, son hechos desaparecer no sin antes haber padecido las atroces torturas de sus verdugos. Luego, esa niña nacida en cautiverio es abandonada en las puertas hogareñas de un policía uruguayo que la adopta como propia. Veinticuatro años después y luego de intensas campañas de denuncia e investigaciones internacionales, Gelman consigue ubicar a su nieta y luego de reunirse con ella, la muchacha decide tomar los verdaderos apellidos de sus padres asesinados bajo dictadura.

¿Qué más necesita un ser humano de cualquier lugar del mundo para todavía, … amar la vida? Luego de su tragedia, luego del dolor, luego del rencor o incluso, del miedo… ¿Aún amar la vida? Un ser humano, que además nunca dejó de trabajar por años y años de incertidumbre y obstáculos de toda clase, para descubrir y acusar a quienes fueron los criminales; cómo los mataron y dónde estaban los restos de estos jóvenes. Porque exigir justicia era en gran medida, una representación simbólica de los cientos de miles de personas torturadas, humilladas, asesinadas y borradas cobardemente del mapa de la oscura “normalidad” que trataba de imponer la casta militar y genocida argentina.

Un hombre de “la talla Gelman” necesita la poesía, ama la poesía como trinchera de resistencia o muro de palabras imperecedero y he aquí como el valor y la maestría de sus versos supera el odio; instala la verdad; envuelve la ternura; señala con igual certeza el heroísmo de la sangre derramada por un mundo mejor y el poder y la complicidad de los controladores del mundo con los viejos sistemas represivos y los nuevos aparatos de dominación planetaria. Gelman es, en consecuencia, un poeta “peligroso” y veamos cómo nos invade su peligrosa pluma:

BASTA…

basta
no quiero más de muerte
no quiero más de dolor o sombras basta
mi corazón es espléndido como una palabra

mi corazón se ha vuelto bello como el sol
que sale vuela canta mi corazón
es de temprano un pajarito
y después es tu nombre

tu nombre sube todas las mañanas
calienta el mundo y se pone
solo en mi corazón
sol en mi corazón

(De: Cólera buey, 1962-1968)

Juan Gelman visitó nuestro país el año 2005 para recibir de manos del presidente Ricardo Lagos el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Pero también estuvo en nuestra querida Casa del Escritor, nuestra SECH, y se dice que llegaron cerca de trescientas personas para escucharlo, para dialogar con su honrosa humanidad y talento. En realidad, una distinción que se sumaba a varias que, a nivel mundial, le otorgaron otras naciones. Por ejemplo; el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1997 y el Premio Cervantes en 2007; ambos en España. También, el Premio Nacional de Poesía en 1997 (Argentina) y luego se le otorga el título de Ciudadano Ilustre del a ciudad de Buenos Aires. Dos años después, la Asociación de Poetas Chinos lo distingue con el Premio Antílope Tibetano. Es decir, estamos ante un poeta de estatura universal y sin embargo, hacía de la humildad y el respeto por otros compañeros de ruta, una casa confortable que tenía terraza con amplia vista a la sabiduría. Su poesía tiene, a nuestro juicio, una prolijidad de artesano que estremece porque no cae en la cursilería ni en la evanescencia de una metáfora rebuscada. No encontramos en ella retorcidas escaleras verbales para llegar a la supuesta torre de un visionario exquisito. Todas sus emociones, todos sus latidos nos llegan como verdad inmediata, palpable, precisa y viva:

OPINIÓN

Los poemas escritos en
estado de frialdad tienen
una ventaja: están escritos
en estado de frialdad. El odio
del vecino no entra ahí, ni el vecino
atado a su odio y
se puede alabar las bellezas del paisaje.
Alabar es una palabra rara, lleva
del ala al bar donde
el estaño está mudo.
Los poemas sin sangre
tienen una ventaja: no tienen sangre, ni
sacudones mortales o inmortales, ni
la imperfección, la suciedad
de todos. Eso cae y nada
perturba a la tierra.
A los poetas que practican esa visión y
sin duda escriben hermosos poemas,
habría que levantarles una estatua
ciega que no se vea.
Es bello su no estar.
Todo está bien afuera
de todo lo que está mal, intocado y
lejos de la escritura, lejos,
en un canto bajito.

(De: País que fue será, 2001-2004)

Por otra parte, podemos saber que este extra-ordinario poeta argentino supo construir una ruta distinta estableciendo puentes con una serie de recursos que los saca de su gramatical esfera para incorporarlos como parte de su discurso: los símbolos barra o slash (/) y guion (-), y los diminutivos, son de uso más que frecuentes o accidentales. Los incluye como parte de una lectura que tiende a la lentitud y el énfasis y en base a esto, refuerza el contenido y sentido de sus versos:

MUJERES

decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito
debía tener unas 12397 mujeres en su mujer /
era difícil saber con quién trataba uno
en ese pueblo de mujeres / ejemplo:
yacíamos en un lecho de amor /
ella era un alba de algas fosforescentes /
cuando la fui a abrazar
se convirtió en singapur llena de perros que aullaban /
recuerdo

cuando se apareció envuelta en rosas de aghadir /
parecía una constelación en la tierra /
parecía que la cruz del sur había bajado a la tierra /
esa mujer brillaba como la luna de su voz derecha /
como el sol que se ponía en su voz /
en las rosas estaban escritos todos los nombres de esa mujer
menos uno /
y cuando se dio vuelta / su nuca era el plan económico /
tenía miles de cifras y la balanza de muertes favorables
a la dictadura militar /

nunca sabía uno adónde iba a parar esa mujer /
yo estaba ligeramente desconcertado / una noche
le golpié el hombro para ver con quién era
y vi en sus ojos desiertos un camello / a veces

esa mujer era la banda municipal de mi pueblo /
tocaba dulces valses hasta que el trombón empezaba
a desafinar /
y los demás desafinaban con él /
esa mujer tenía la memoria desafinada /
usté podía amarla hasta el delirio /
hacerle crecer días del sexo tembloroso /
hacerla volar como pajarito de sábana /
al día siguiente se despertaba hablando de malevíc /
la memoria le andaba como un reloj con rabia /
a las tres de la tarde se acordaba del mulo
que le pateó la infancia una noche del ser

ellaba mucho esa mujer y era una banda municipal /
la devoraron todos los fantasmas que pudo
alimentar con sus miles de mujeres /
y era una banda municipal desafinada
yéndose por las sombras de la placita de mi pueblo /
yo / compañeros / una noche como ésta que
nos empapan los rostros que a lo mejor morimos /
monté en el camellito que esperaba en sus ojos
y me fui de las costas tibias de esa mujer /
callado como un niño bajo los gordos buitres
que me comen de todo / menos el pensamiento
de cuando ella se unía como un ramo
de dulzura y lo tiraba en la tarde /

(De: Hacia el Sur, 1982)

Esta mezcla de abstracción y realidad; esta unidad de escenas y símbolos como asociados en la construcción de un puente tan fugaz como eterno nos insta a leer y re-leer a Gelman siempre dispuestos a quedar enredados alegremente en la poesía. Su frescura y poder de seducción radica en el diálogo externo que establece con los seres y las cosas y que a su vez, nos conduce a los subterráneos de nuestra sensaciones. Sean estas en el campo de nuestra ideología o en un ámbito simplemente lírico.

EL FRÍO DE LOS POBRES

el frío de los pobres que un día triunfarán / cruje
en el fondo del país / torturado / callado /
crepita otoñando padeceres / se le caen
hojitas / olores secos / van al suelo / se pudren
alimentando la furia que vendrá / alma mía
que así crecés contra las bestias / dame
valor o fuego / pueda pudrirme / continuar /
para que coma la victoria

(De: Si dulcemente, 1980)

Y si hablamos de una poesía de resistencia es esta, una resistencia no solo contra el sistema impuesto que ha hecho históricamente de las masacres y dictaduras un manual de corta palos, sino que establece una acción de permanente desasosiego en el rol del poeta como un sujeto de invisible sombra que habla con voz cortada o tartamudea o incluso gime pero que, también demuele fantasmas, inventa soles, agrega mares, sortea abismos y canta a dúo con la belleza simple. Para finalizar, compartamos un poema dedicado al oficio de escribir donde su filosofía yace con plena elegancia de artista y cierta ironía que solo viene a confirmar el orgullo de todo ser que vive al abrigo de propios versos:

ARTE POÉTICA

Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.
A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.

(De: Velorio del solo, 1961)

Si alguna vez tiene la suerte de encontrar un libro de Juan Gelman en uno de esos puestos callejeros que atiende gente de aspecto interesante, cómprelo y no dude en recibirlo como si fuera una linterna de fuego amable.