Jorge Calvo, escritor / Letras de Chile

Por estos días la famosa editorial Alfaguara ofrece al mercado una nueva edición de esta novela de Mario Vargas Llosa, uno de los grandes escritores de la América Latina (Premio Rómulo Gallegos, Premio Cervantes, Premio Nobel entre otros) y también una figura polémica y controversial por sus desplazamientos políticos. Desde temprana edad provoca ruido como el más joven de los integrantes del BOOM. Con apenas 26 años se adjudica el codiciado Premio Biblioteca Breve de la Editorial Seix Barral, en 1962, con su primera novela; “La ciudad y los perros” una historia basada en experiencias de infancia. La novela no solo cosecha una serie de premios, sino que además evidencia su endiablado manejo técnico, una diversidad de recursos estilísticos y su absoluto dominio de las formas. Por aquellos días caracterizados por la innovación y la experimentación literaria, la historia del Colegio Leoncio Prado sacude a la catedra. José Donoso lo define como “el estudiante más destacado de la clase”. A continuación, se desata un huracán; Conversación en la catedral, La casa verde, Los Cachorros y esa epopeya de niveles homéricos “La guerra del fin del mundo” que narra las vicisitudes del enfrentamiento entre yagunzos o campesinos -dirigidos por Antonio Conselheiro, en una suerte de cruzada por restaurar los principios del Buen Jesús- y los militares que representan el poder y los intereses de la recién creada república en el Brasil. He leído cada una de las novelas mencionadas con la convicción de que Vargas Llosa es sin duda un virtuoso de la técnica. Pero, yo siempre esperaba algo más; una dimensión humana en sus criaturas. Esa dosis de locura o sinrazón que vuelve entrañables a seres como Alonso Quijano, Madame Bovary o Raskolnikov. Y, con esta novela pienso que al fin lo ha logrado, dotar de genuina humanidad a uno de sus personajes: La niña mala, a quien considero una las figuras femeninas más reales de la literatura latinoamericana.

Vargas Llosa experto conocedor de los procesos narrativos, a inicios de los 70 había escrito “Historia de un deicidio” un ensayo descomunal sobre la obra de García Márquez que con “Cien años de soledad” se convirtió en el primer fenómeno de márquetin en la literatura; ningún escritor antes había vendido un millón de ejemplares en un año. Al poco tiempo Vargas Llosa dio a luz otro ensayo notable “La orgia perpetua” centrado en la obra de Gustav Flaubert, especialmente en “Madame Bovary” que, con un análisis minucioso y prolijamente documentado rescata los sutiles detalles que dotan de ardiente verosimilitud a un conmovedor personaje. Emma Bovary, una mujer atrapada en la forma de vida de un ámbito rural estrecho que desde joven ha leído novelas románticas que muestran una visión idealizada de la vida en pareja, y por ende, se encuentra frustrada en su matrimonio. Su drama refleja hoy la insatisfacción vital de la mujer inconforme de clase media, que no se contenta con llevar una existencia rutinaria y monótona dentro de los límites impuestos por la sociedad patriarcal. Emma Bovary anhela, sueña, se desvive con todo el corazón por llevar la vida que discurre en los elegantes salones de la nobleza y, en el amor, aspira a experimentar una pasión sublime: son seres poseídos por ansias delirantes, que los desbordan; se encuentran dispuestos a sacrificar lo que sea con tal de alcanzar su propósito. De esta materia está hecha la niña mala; sus travesuras transgreden la frontera de lo imposible.

Todo se inicia en Perú con Ricardo Somocurcio, principal personaje masculino que narra la novela desde la primera persona y él se parece a su nombre, Un figura cursi, un adolescente huérfano, criado por una tía con un único y simple sueño en la existencia: algún día vivir en París. Durante el verano que inaugura la novela, en el grupo de jóvenes que comparte colegio y vecindad conoce a Lily, una chilenita de 13 o 14 años, una lolita coqueta y seductora, de quien se enamora hasta la medula y la corteja e intenta llegar a algo más. Pero ella inexplicablemente desaparece. Tiempo después, Ricardo se gradúa de abogado y parte a Francia tal y como se lo propuso siempre, convirtiéndose en traductor para la Unesco, lo que le permite ganar un buen sueldo para sobrevivir, además de la ventaja de aprender otros idiomas y viajar. Él, en cierto modo, se considera privilegiado, ha conseguido más de lo que aspiraba.

En días difíciles, cuando el hambre apremia, Ricardo recurre a un coterráneo, el gordo Paúl, quien trabaja en un restaurant parisino y de vez en vez se las arregla para hacerle llegar algo de comida. Es inicio de los sesenta y Paúl es un revolucionario y apoya desde una activa militancia el experimento social que los cubanos impulsan en su isla. Cierta tarde Paul solicita la colaboración de Ricardo para que reciba y ubique temporalmente en París a los “becarios” sudamericanos que en calidad de voluntarios marchan a la isla para obtener instrucción militar; luego de una breve escala en Francia continúan viaje a Cuba. Debe acoger a tres muchachas peruanas, una de las cuales le parece familiar. Es ella quien solicita a Ricardo efectuar un paseo por París antes de seguir rumbo a su destino final, cosa prohibida a estos “becarios”. Sin embargo, él, curioso de saber de dónde la conoce, la lleva a recorrer la ciudad y es entonces cuando se da cuenta de que la “camarada” Arlette es Lily, la misma muchacha que en Perú se hacía pasar por una chilenita y amor adolescente. En la ciudad luz se reencuentran y aunque viven un par de tórridos momentos, pese a sus sentimientos, las circunstancias los obligan a separarse.

Es en este momento cuando el vínculo romántico entre Ricardo y la niña mala comienza a crecer. En Cuba -la chilenita Lily o camarada Arlette-, se convierte en pareja de un comandante, un brazo derecho de uno de los lideres; Ricardo que se desvive por llevar una vida ordenadita y perfecta siempre ocupado de los detalles que dan una sólida estabilidad a su mundo, al enterarse por Paúl de las andanzas de la niña mala, se siente invadido por emociones encontradas de despecho y decepción y cree haber perdido a su niña mala. Seis meses más tarde, inesperadamente, Ricardo se encuentra con ella en las oficinas de la Unesco, esta convertida en la elegante esposa del diplomático Robert Arnoux. Entre ellos renace la pasión y se convierten en amantes. Esto no resulta nada fácil para Ricardo: ella se hace suplicar, es esquiva, fría y arrogante; el mundo gira a su alrededor. Él se derrite por ella, la complace, la consiente, se rebaja. Hasta que un día cualquiera la niña mala desaparece sin dejar rastro.

Encontrarse y desencontrarse deviene el leivmotiv de la pareja: en Inglaterra, en Japón, de vuelta en París y finalmente en España. Las circunstancias serán variadas e inverosímiles, pero siempre surgirá un personaje que servirá de puente para enlazar a Ricardo con la niña mala una y otra vez.

Contar más de la trama de la novela sería liquidar el placer de la lectura, pero si voy a decir que es una novela inquietante y entretenida que mantiene al lector en ascuas, puesto que las acciones se suceden de tal modo que ella siempre -con su actitud- está agrediendo a Ricardo, mintiéndole, manipulándolo, desapareciendo por largas temporadas y mientras esto sucede Ricardo parece escarmentar, intenta darse cuenta de todo el mal que le hacen, inclusive llega a comprender que las profundas motivaciones de la niña mala se relacionan solo con ella y que será imposible hacerla cambiar. Cuando al fin parece estar viviendo una vida nueva, ella emerge de nuevo, y vuelve a hechizarlo, arrastrándolo sin piedad a un modo más vil de humillación.

La novela es también una preciosa y atractiva travesía a través de los momentos claves de cada década; a comienzos de los sesenta deambulamos por los bulevares y callejuelas del París de las tribus existencialistas con cafetines, bistro y Cave donde los intelectuales rebeldes de la gauche se reunían a discutir a Sartre, Camus, Lacan y los aportes del Novou Roman y tanta otra urgencia del momento, mientras en las radios sonaban refinados cantautores como Leo Ferré o Georges Brassens y por todo el orbe soplaban vientos de independencia y transformación. En cambio, hacia fines de la década de los 60 e inicios de los 70 la acción se traslada al corazón mismo del swinging London, donde la música llega a reemplazar a los libros e ideas, donde los jóvenes, sobre todo a partir de Los Beatles, redireccionan sus antenas y aparecen también Cliff Richard, los Shadows, los Rollings Stone con Mick Jagger y otras bandas y cantantes ingleses, asoma como un vendaval el movimientos hippie, los flowers children y la revolución psicodélica y las drogas, muchos latinoamericanos se mudaron de Paría a Londres para incorporarse en las huestes del cannabis, la música pop, la vida promiscua, la minifalda que nació en Inglaterra, los largos cabellos, los pantalones pata de elefante y el amor libre: Hace el amor y no la guerra. Y claro, como siempre como telón de fondo, en una perspectiva panorámica asoman los ecos apagados de las guerrillas, el sendero luminoso, los golpes de estado y la turbulencia en América Latina. La novela en las décadas siguientes brincara desde los escenarios europeos al despegue económico de los países asiáticos, sucesos estremecedores ocurrirán en Tokio y en África. También en Barcelona, abarcando aspectos significativos de lo ocurrido en el siglo XX.

Y como diría el gran poeta Gonzalo Rojas, la novela discurre en torno a esta interrogante ¿Qué se ama cuando se ama? Toda la relación extraña y a ratos absurda, que se establece entre estos dos seres; en una esquina Ricardito Somocursio; hombre honesto, serio, bueno como el pan y siempre dispuesto a labrarse un porvenir sólido, respetable y dentro de la norma. Y en la otra esquina, esta niña mala, de quien se desconoce el origen, cambia de identidades, miente, manipula y desaparece en cualquier instante dejando tras de si matrimonios rotos y personas heridas emocionalmente. Estos encuentros y desencuentros, las historias que ocultan, las máscaras que adoptan convierten esta novela en una verdadera delicia; es como la vida misma; nunca se sabe lo que va a venir después. Lo que mueve, lo que desea Ricardito es obvio; lo deja claro desde el comienzo, sería feliz si consigue enrolar a la Niña Mala en las filas de su ordenado, previsible y estable modelo de existencia. Y como él es el narrador, la interrogante que lo asfixia es ¿Conseguirá con sus recursos satisfacer el insondable abismo en que ella -como un equilibrista- parece existir? En primera instancia pareciera que ella carece de un centro, de un origen y no tiene identidad, sus disfraces (la chilenita Lily, madame Arnoux, Mrs Richardson etc etc) son el carrusel sin fin, donde ella juega con y se protege de todo el mundo. Estas características y el entorno donde creció y se formó, sus miedos y ambiciones, la sitúan como una de las criaturas literarias mejor logradas de la novela latinoamericana.

¿Sentiría ella alguna vez algo por Ricardito?

Ficha técnicaLas
Travesuras de la Niña Mala
Novela, 376 páginas
Editorial Alfaguara
ISBN: 978-84-204-7837-1