VIENTOS

Por Hilda Carrera

La ventolera duró
a lo más, unas seis horas
y después puras demoras
porque el sistema falló.
Cuando se privatizó
nuestra electricidad
se entregó su propiedad
mediante venta de acciones,
a los fondos de pensiones
y empezó la oscuridad.

No contestan las llamadas
no hay derecho a reclamar
sino acostumbrarse a estar
sin luz, ni freezer ni nada.
Las personas, ya cansadas
con pancartas en las calles
gritan con rabia sus ayes
sin que nadie les responda,
así el descontento ahonda:
no les sorprenda que estallen.

Los árboles con sus ramas
bailando entre cableríos
causaron escalofríos
aterraba el panorama.
Ante estos tremendos dramas
CGE y Enel la llevan
cuando despidos aprueban
para llenar sus bolsillos,
así de simple y sencillo:
echan gente y no renuevan.

Ya no hay telefonistas
ni oficinas de reclamos
por eso ni nos hablamos
somos menos humanistas.
Aunque al robot tú le insistas
no te pesca ni en bajada
la gente, desesperada
no sabe a quien recurrir,
no queda más que admitir
que sigue siendo estafada.

La dictadura dejó
un legado muy maldito
lo que era nuestro, todito
muy barato lo vendió.
A unos pocos repartió
nuestros bienes y servicios
con la excusa de los vicios
debilitó a un fuerte Estado,
y a cambio, nos ha heredado
mil zonas de sacrificio.