El sábado 1 de junio, en la Furia del Libro, realizada en la Estación Mapocho, se presentó el libro PALESTINA. ANATOMÍA DE UN GENOCIDIO, de la Editorial LOM. Con gran presencia de público, contó con sus tres editores: Paulo Slachevsky, Faride Zerán y Rodrigo Karmy, bajo la moderación de Silvia Aguilera, cofundadora de LOM y María Eugenia Góngora, quien estuvo a cargo de la presentación del libro. Se trata de una muy oportuna publicación, que reúne esclarecedores y lúcidos análisis de dieciséis personas, judíos y palestinos, que se refieren a esta masacre como lo que es: un genocidio.
Es un texto imprescindible de leer.
PALESTINA. ANATOMÍA DE UN GENOCIDIO (Santiago: LOM Ediciones, 2024)
Para comenzar esta presentación, me pregunto por qué fue necesario escribir este libro y por qué es necesario y urgente leerlo.
La destrucción sistemática de Gaza ha sido, sin duda, uno de los hechos que más división, polémica y controversia han levantado en el dominio público en los tiempos recientes. Hemos sabido e incluso hemos tenido experiencias cercanas de tantas acciones y reacciones, de tanta necesidad de controlar las palabras, las canciones y las declaraciones de los estudiantes, académicos, y artistas; hemos visto cancelaciones de conferencias, de entregas de premios y de conciertos que nos resultan a primera vista inexplicables. Y hemos sido testigos de la destrucción cotidiana, del dolor, de la ira y del temor de muchos.
Y en este contexto, me parece que en este libro recién publicado nos encontramos con una respuesta a mi pregunta inicial: ¿por qué fue necesario escribir este libro y por qué es necesario y urgente leerlo?
Y es quizás porque, a mi parecer, tanto los editores, como cada uno de los autores reunidos aquí necesitaban escribir y dar testimonio de sus experiencias. Y tal como la palabra “testigo” estuvo tempranamente emparentada con el “martirio”, cada uno de estos escritos es testimonio de una experiencia extrema del dolor.
Es el dolor de ser palestino y de ser judío en este momento, el que se nos entrega en esta serie de escritos que se preguntan, de distintas maneras y con distintos énfasis, qué es posible seguir esperando y creyendo después de esta experiencia cotidiana de ver un pueblo que está siendo exterminado ante nuestros ojos.
Hay otro factor que hace dramático este exterminio, y es que los dos pueblos no siempre estuvieron enfrentados como lo están ahora. Pero al estar involucrados en lo que fue desde un comienzo una empresa colonial apoyada por potencias europeas, los dos pueblos parecen estar destinados a su destrucción. NO solo a la destrucción de los palestinos, sino que también, aunque de otra manera, a la destrucción de aquellos que se han levantado como sus enemigos. Como lo ha expresado Paulo Slachevsky, Israel, “lejos de proteger y salvaguardar lo judío, no sólo está exterminando el pueblo y la cultura palestina, sino que también está destrozando la historia, la cultura, la diversidad y la memoria del pueblo judío”.
Tenemos todavía una memoria relativamente reciente de las dos guerras mundiales y de la Guerra de España y de sus horrores, y sabemos que, una y otra vez, se ha hablado de la experiencia de “esta guerra” como la última. Pero es evidente que la afirmación de un “nunca más” y la esperanza de una paz duradera se ve siempre frustrada: las guerras son inseparables de nuestra historia, más allá de nuestros deseos y de nuestras esperanzas.
Pero lo que está sucediendo ahora en Palestina no es precisamente una guerra, no es un combate entre fuerzas iguales. Y aunque una empresa de exterminio como esta se revista, por así decirlo, con el lenguaje y las justificaciones de una Guerra Justa, es relativamente fácil darse cuenta de que el entramado del engaño terminará por derrumbarse.
Y en ese sentido, cuando hablamos de los testimonios de un dolor expresado en este libro, Anatomía de un genocidio hay que decir que los dolores de palestinos y judíos no son equivalentes, desde luego. Pero sí están relacionados, como se puede percibir en este libro, en la medida que unos y otros pueden compartir una reflexión sobre al menos algunas de las causas que los han llevado a este conflicto aparentemente sin salida.
Encontramos aquí, desde luego, los apasionados y apasionantes textos y las denuncias de Faride Zerán, de Daniel Jadue, de Odette Yidi, de Dalal Iriqat, de Varsen Aghabekian y de Yakov Rabkin. Y también el interesante testimonio de las discusiones sobre antisemitismo y antisionismo en el texto de Judith Butler. Como vemos en los textos de autores en este libro, Judith Butler quiere afirmar su “judeidad” y, al mismo tiempo, y sobre la base de sus valores judíos, sostener una objeción ética contra el Estado de Israel.
Por razones de tiempo voy a recordar aquí sólo algunos de los títulos que me han llamado la atención por su “eficacia retórica”; se trata de títulos acompañados en algunos casos de un epígrafe que guía nuestra lectura. Y así tenemos “Matarlo todo”, de Lina Meruane, y su cita del libanés Mohamed Safa: “¿Sabes quién más murió en Gaza? El mito de la humanidad occidental” (18 de noviembre de 2023); así también el título de Silvana Rabinovich que alude a un texto del Libro de los Proverbios, cap. 29, y que recuerda “la dura cerviz” del pueblo de Israel. En su escrito, recuerda también la dramática figura de Sansón, que comete suicidio en Gaza y mata al mismo tiempo a todos los principales de los filisteos y del pueblo que estaba con ellos (Jueces 16, 1-31)
Pablo Abufom escribe de Palestina y de su lugar en la historia bajo el título “Palestina: El contratiempo”, Palestina como “la espina que está en la historia pero contra la historia”. Y al final de su escrito, Abufom afirma que Palestina es un contratiempo disruptivo, que incomoda a quien se atreva a levantar su bandera. Y que la posibilidad de su liberación está asociada a la historia mundial, en muchos sentidos.
Por otra parte, los temas relacionados con las identidades y sus conflictos están notablemente tratados en los textos de Ariel Feldman, Fred Ritchin y Patricio Brodsky. La política israelí y sus paradojas aparecen en el texto de Federico Donner, “Eichmann (aún vive) en Jerusalén”. Por una parte, Donner se refiere a la poca incidencia de los grupos que abogan por los derechos de los palestinos. Y cita al sociólogo israelí Lev Grinberg, quien afirma que pertenecer a la izquierda sionista tiene menos que ver con la simpatía por los derechos de los palestinos oprimidos, que con el protagonismo de lo que él llamaría una ‘etnoclase’. Y ese grupo espera una solución política, pero nunca reconoce a un interlocutor válido que represente a los palestinos, descalificando y viendo en esos líderes palestinos a un grupo subalterno, en definitiva.
Por otra parte, también nos interpela el título del texto “Shahid: la resistencia palestina como paradigma de justicia”, en el que Rodrigo Karmy reflexiona sobre las concepciones del martirio y su asociación con la resistencia y el combate, y no con la vida que se rinde, por así decirlo, ante el vencedor. Desde este punto de vista, para Karmy, los más recientes actos de resistencia son “un acontecimiento, en el que los prisioneros del campo de concentración más grande del planeta se sublevaron, actualizando el paradigma de la justicia entendida como “lucha”.
He dejado para el final un breve comentario de un texto que me sorprendió y me interpeló especialmente: “Salir de la trampa sionista. Ser Judío y permanecerlo, frente al genocidio en Palestina”, de Nicolás Slachevsky. Porque me parece que enfrenta con valentía la pregunta sobre qué significa ser judío hoy en este “nuevo mundo” que se ha abierto con la destrucción de Gaza y quizás, de Palestina. La historia del establecimiento del Estado de Israel y las complejidades de lo que el autor llama “el malestar del judaísmo” son desarrolladas en este texto desde una perspectiva que me parece informada e interesante. Y cito textualmente una pregunta clave en el momento que estamos viviendo, tal como se la plantea el autor: “¿Qué significa ser judío hoy, a la sombra del Estado de Israel y en condiciones en que este, en nombre del judaísmo y movilizando sin reparos la memoria del Holocausto, lleva a cabo un genocidio en Gaza?” (p. 52).
Por último, y para terminar, quisiera compartir algunos de los poemas y los testimonios que son citados por los autores de estos escritos. Palabras que son potentes, porque pueden iluminar de manera ejemplar las experiencias que no siempre pueden ser dichas de otra manera.
Del Libro de los Proverbios 29, (citado por Silvana Rabinovich): “El hombre que (cuando es) reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado y no habrá para él medicina… Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión; más los justos verán la ruina de ellos”.
De Mahmud Darwish (citado por Rodrigo Karmy):
“Me encuentro definitivamente en el campo de los perdedores. Los perdedores que han sido privados del derecho a cualquier trazo, por nimio que sea, de su derrota, privados del derecho a proclamarla. Tiendo a hablar de esa derrota, pero no se trata de rendición”.
De Elias Khoury (citado por Patricio Brodsky)
“La ley de la memoria no funciona entre los palestinos porque las matanzas continúan: Deir Yassin, Qibya, Sabra y Shatila y hoy, Jenin. Les resulta imposible mirar el pasado porque el pasado sigue siendo el presente. Desde 1948 están sometidos a un mecanismo infernal…Las fronteras éticas se detienen en las fronteras de Israel (Se refiere a los bombardeos a la ciudad de Jenin, que ocurrieron en el año 2002)”.
Y concluyo con los versos que Faride Zerán cita como epígrafe de su texto “La complicidad de las palabras”, y que fueron escritas por la poeta palestina Heba Abu Nada, nacida en Gaza en 1991 y muerta en Gaza el 20 de octubre de 2023:
“La noche en la ciudad es oscura, excepto por el brillo de los misiles; / silenciosa, excepto por el sonido del bombardeo/ aterradora excepto por la promesa tranquilizadora de la oración /negra, excepto por la luz de los mártires/ Buenas noches”.
Cualquier parecido con la realidad sólo coincidencia.