Por Antonio Rojas Gómez

“¿A quién le importa si esta fue la peor tragedia del ejército?”, pregunta la señora Ernestina en la primera frase de la novela. Y luego le da la palabra a Kevin, para que cuente cómo murió congelado en sus brazos, su amigo de siempre, casi su hermano, el hijo de la señora Ernestina, en la trágica marcha militar de Antuco. Han pasado muchos años desde aquel entonces, pero se trató de un hecho tan escalofriante que permanece latente en la conciencia nacional. Con mayor razón en la de una madre que perdió en él a su único hijo.

Este es el hecho que desencadena la tremenda historia que nos cuenta esta novela, también tremenda, tanto por la profundidad del tema que aborda, como por la calidad de la prosa y por su lúcida arquitectura narrativa.

Pero volvamos a la primera página. Junto a la señora Ernestina y Kevin hay tres hombres que escuchan: dos sesentones, los hermanos Juanjo, que es peluquero, y Rolando, que alguna vez fue músico, buen intérprete de la trompeta, pero ya no puede tocar porque tiene los pulmones saturados de nicotina. El tercero es Nelson, que tiene 25 años, es hijo de Juanjo y acaba de ser exonerado de Carabineros por razones que no quedan del todo claras, y que no tienen mayor importancia en lo que sigue. Nelson acaba de regresar a Valdivia, donde transcurre la acción, después de haber servido en Santiago, y vive en la casa que su padre y su tío le arriendan a la señora Ernestina.

A la señora Ernestina, mujer acaudalada, dueña de varias propiedades en Valdivia y Corral, la llaman “la mujer de los lobos”, porque tiene un curioso acercamiento con los lobos de mar, que abundan en la zona y son animales bravíos a los que es difícil acercarse.

A todos los nombrados hay que agregar otros dos personajes: Don Manolo, un viejo que languidece en un centro geriátrico, y Francesca, una de las enfermeras que lo cuidan, y que es hermosa, simpática y gentil con el recién llegado, que viene especialmente para atender a don Manolo cuando ella termina su turno. Este recién llegado, por cierto, es Nelson, quien, por cierto también, no puede dejar de enamorarse rendidamente de Francesca. Pero ella tiene novio y es fiel. Así que el libro no transita por el camino del romance.

Son bastante más ásperos los senderos que tiene que recorrer el lector. Pero se hacen ligeros por la calidad del discurso.

Es interesante La forma en que Nicolás Poblete fue armando la historia, con una variedad de personajes, cada uno de los cuales tiene sus propias preocupaciones, su pequeña infra historia, que va saliendo a la luz e iluminando, con reflejos parciales, el gran colapso, que se reserva para el final y le otorga un cierre dramático, aunque esperado, a todo lo que hemos vivido por parcialidades a medida que transcurren las páginas de “Corral”.

El autor mantiene una mirada siempre atenta, aunque distante, de los sucesos que narra. Utiliza un lenguaje claro, cuya misma sencillez va acercando al lector a los hechos, presentados con objetividad. Poblete no critica a los mandos del ejército por la tragedia de Antuco. Lo hacen algunos personajes, por su propia cuenta, de acuerdo con su saber y entender la vida que les tocó.

Puede haber, en el trasfondo de la historia, un caso censurable de atropello al derecho y a las normas establecidas para la sana convivencia social. Pero el autor tampoco se pronuncia sobre ello. Y existe, como primera motivación, el dolor de las personas, profundo, terrible, causado por situaciones que pudieron haberse evitado con un mínimo de inteligencia y precaución. Pero Nicolás Poblete tampoco dice una palabra al respecto.

Es la fuerza de los hechos la que conmueve al lector. ¡Y vaya conmoción la que provoca!
Una novela que profundiza en el sentir de sus protagonistas, y por lógica consecuencia, estremece la sensibilidad de sus lectores.

Nicolás Poblete Pardo, novela
Editorial Cuarto Propio, 221 páginas.