Por Eduardo Contreras Villablanca / Letras de Chile

Como se sabe, la influencia de la masonería, en Chile y el Latinoamérica, se inicia en la época de las guerras por la independencia, cuando la mayoría de los líderes patriotas sudamericanos en Europa, liderados por el venezolano Francisco de Miranda organizaron un sistema de sociedades secretas con características masónicas.

El libro «26 escritoras y escritores masones de Chile» es una publicación que reúne las semblanzas de 26 creadores que integraron esa asociación, en los siglos XIX y XX, participando en algunas de sus logias. Algunas de las personas cuyas historias de vida se describen participaron de esa hermandad hasta fallecer, otras en parte de sus vidas.

Resulta muy interesante conocer las biografías y las obras de Julio Barrenechea Pino, Juan Barrios Hudtwlcker, Guillermo Blest Gana, Tussel Caballero Iglesias, Alfonso Calderón Squadrito, Antonio Campaña Maturana, Luis Enrique Délano, Humberto Diaz Casa-Nueva, Carlos Droguet Alfaro, Isabel Morel (Delia Ducoing), Angel Gallo Goyenechea, Vicente Grez Yávar, Vicente Huidobro, Jorge Joret, José Victorino Lastarria, Samuel Lillo Figueroa, Juan Marín Rojas, Guillermo Matta, Luis Merino Reyes, Rodolfo Oroz, Oreste Plath (Cesar Muller), Salvador Reyes Figueroa, Manuel Rojas, Alberto Romero, Víctor Domingo Silva, y David Valjalo.

A través de los retratos de vida de quienes integran el listado anterios, recorremos la historia de Chile de los siglos XIX y XX, desde los albores de la república, hasta el golpe de Estado de 1973 y sus consecuencias. Siete de estas personas obtuvieron el Premio Nacional de Literatura. Varios de los autores son nombres muy reconocidos, pero otros han ido quedando olvidados con el paso del tiempo, o siempre fueron dejados de lado, como se señala en alguno de los casos. Citando a Volodia Teitelboim, que alude a Alberto Romero: “Había que sepultarlo en vida bajo paladas de silencio”. En ese sentido, este nuevo libro cumple con una tarea de rescate de nuestra memoria artística y literaria.

Otro ejemplo de eso es Guillermo Blest Gana, de quien se señala en la obra. “…sentimos que se nos ha perdido, como ocurría con muchos de sus versos: “No sé donde estén”, expresó en sus últimos días. Revisamos en nuestra biblioteca personas, en antologías, historias literarias, y prácticamente no figura…”. Destaco también a Isabel Morel, y su temprano bregar por los derechos de la mujer.

Como Mistral y Neruda, varios de los reunidos en esta obra creaban a la par de ejercer una carrera diplomática. Un aspecto interesante, que se devela en al menos uno de los autores reseñados (Alfonso Calderón), es cómo sus ejemplos determinaron que otras personas se animaran a seguir el camino de las letras. También queda resonando el carácter latinoamericanista de algunos, como Guillermo Matta. En la biografía de este autor del siglo XIX, impacta saber que de su colección de libros, donada a la biblioteca del Liceo de hombres de Copiapó, una parte se perdió en la época de la barbarie pinochetista, ya que “nombres sospechosos como Dostoievski, Tolstoi, Gorki, etc., por ser libros “comunistas” fueron retirados por militares”. Posiblemente fueron quemados, como se hizo en tantos otros lugares de Chile.

Algunos de los autores y autoras reseñados tenían vínculos conocidos con la masonería, en otros casos resulta (al menos para mí), una sorpresa. Lo más importante, a mi juicio, es que la lectura de este libro invita a releer las obras de estos veinte y seis compatriotas, y a conocerlas en el caso de quienes habían caído en el olvido.