“ELLA YA NO ESTÁ”, DE SHI YIFENG (1979) NOVELA BREVE

Por Max Valdés Avilés
Librería del GAM, 18 de noviembre de 2023

Según Virginia Woolf, el único método seguro de decidir si una novela es buena o mala es simplemente observar nuestras propias sensaciones al llegar a la última página. Si nos sentimos vivos, frescos y llenos de ideas, entonces es buena; por el contrario, si quedamos hartos, indiferentes y con poca vitalidad, entonces es mala.

Cuando como lectores leemos un texto de esta naturaleza buscamos ciertos requisitos mínimos; lo primero es que la historia sea entretenida (decir “entretenida” no es algo peyorativo, por el contrario, es el origen del relato: entretener) tal como lo hizo Alexander Dumas con sus inolvidables historias, o Charles Dickens y así tantos que no cabe nombrar. Lo segundo es que esta historia relatada como novela nos sorprenda, que no sea algo que ya se ha escrito, sino un texto con novedad. Lo tercero, y creo lo más difícil, es que nos emocione, que nos suceda algo a nivel de nuestra intimidad; seguramente esto la volverá inolvidable. Y por último, que el desenlace de la historia posea tal acierto que consiga reunir la totalidad de la obra; así la caída del telón nos dejara perplejos, inadecuados.

A pesar de que un lector común no persigue la verificación de un método, tiene inscrito en su inconsciente ciertas estructuras “naturales” que se acercan bastante a lo sugerido por Woolf. La novela de Shi Yifeng, a mi parecer, cumple con todas estas expectativas. ¿Cómo lo logra?

En su primer capítulo, en tiempo presente, exhibe a los personajes más relevantes de la historia que narrará. Tal como lo hace la ópera en su obertura, estos personajes poseen un conflicto anterior que se hace necesario desentrañar en los próximos capítulos. Despiertan el interés, la duda, la búsqueda del pasado y para ello esta primera escena, su punto de hablada, es en tiempo presente. Por cierto nos exhibe a quien será el narrador de esta novela: un violinista frustrado y resentido que va de mal en peor: su mujer lo acaba de abandonar, tiene un trabajo de “funcionario mediocre” y a pesar de ello las cicatrices que evidencia son importantes. Se siente derrotado, hundido, deprimido. Se vuelve irresponsable con un hígado cirrótico y una hipoxia cerebral leve “que casi me llevó al suicidio”. Dice: “Después de cultivarme durante muchos años, finalmente, me convertí en un completo bastardo”.

¿Cómo inicia el autor esta historia? En un concierto del maestro Itzhak Perlman (sabemos que es un hombre real, un violinista considerado uno de los ejecutantes más grandes de la actualidad, nacido en Tel Aviv, Israel) realizado en Beijing, se topa el joven protagonista con una mujer del pasado: Chen Jinfang cubierta con un deslumbrante abrigo de hurón, que esta vez le dejará su tarjeta de presentación llena de títulos complicados con un chofer de un todoterreno Infinitti y además posee un nuevo nombre: Chen Yuqian. Y el narrador se pregunta: ¿cómo puede haber cambiado tanto la suerte de esta amiga de su juventud? ¿Qué sucedió durante los años en que no supo nada de ella?

Y esto es el origen del porqué el relato. Para ello los capítulos siguientes serán un largo racconto que intentará explicar la transformación de Chen Jinfang: “Entonces entró por la puerta una niña muy bajita que ni de puntillas llegaba a un metro sesenta. Con la cara roja como las campesinas, vestía una chaqueta de cuadros pasada de moda… ni siquiera abría la boca, era de la provincia de Hunan y que esperaba que los estudiantes la ayudaran mucho en su proceso de integración”. Y agrega el narrador: “Era suficiente un vistazo para darme cuenta que la niña venía del campo, ordinaria y nada pulida”.

Su buena estructura significa que la trama tiene una progresión clara y natural. Las historias se desarrollan con fluidez. La estructura se deja fluir y alcanza sentido sin que el lector tenga que esforzarse demasiado para entenderla. Desde la acción ascendente hasta el clímax y la acción descendente, todos los elementos de la trama parecen lógicos. Nos enteramos a poco andar que el joven violinista posee un padre militar y una madre que trabaja en la orquesta militar. Por su parte Chen Jinfang vive hacinada con su hermana y su cuñado (un cocinero que roba las frituras entre su entrepiernas cada día y con eso lleva alimento a la familia: “Con el tiempo, los genitales de Xu Fulong, expuestos diariamente a este tipo de sauna, se quemaron y dejaron de funcionar”).

La hermana recolecta basura y clasificándola se gana la vida y colabora con el gasto familiar. Chen Jinfang posee una tutora (una suerte de asistente social que supervigila su proceso educativo) que visita el lugar de hacinamiento y descubre en el baño una taza con siete u ocho cepillos de dientes: “¿Cómo pueden saber qué cepillo de dientes pertenece a qué persona? Si no les importa mezclarlos, ¿por qué molestarse por tantos? Uno es suficiente para todos. Pero el gran problema de la familia de Chen Jinfang no era cepillarse los dientes, sino llenar la panza”. Luego agrega: “Cierta vez sucedió algo muy impactante: Había un perro salvaje, con los pezones hasta el suelo, deambulando frente a nuestra escuela. Un buen día el perro desapareció y un extraño olor a carne salió de la casa de Chen Jinfang”.

La clase de secundaria (formada por jóvenes de salón que llorando y pataleando lograban que sus padres gastaran la mitad del salario mensual para comprarles unas zapatillas Nikes, no eran pocos) no aceptan a esta mujer que, a pesar de sus carencia, es vanidosa, presuntuosa y de baja calidad moral y que olvida sus raíces. Una discriminación de clase evidente que molesta: “Podemos aceptar cualquier defecto de alguien que consideramos inferior a nosotros; lo que jamás aceptaremos es su vano intento de llegar a ser como nosotros”.

También nos enteramos de que el padre de Chen Jinfang recolectaba huevos, cuando de repente se sumergió en el gallinero y se quedó sin aire pues tuvo una hemorragia cerebral repentina. Cuando sacaron a rastras al difunto, tenía una capa gruesa de excremento de pollo en la cabeza. La madre de Chen regresa a los arrozales mientras Chen insiste en no volver a la provincia pues “Beijing era el destino de todos los forasteros”.

Ante esto el narrador vuelve a preguntarse ¿cómo es posible que alcanzara tal refinamiento público? Sin duda algo ocurrió cuando dejó de verla durante años y esta será el contenido dramático que dilucidará la novela de Shi Yifeng y que constituirá el propósito (la fuerza temática orientada) del relato.

Las buenas historias necesitan un contenido dramático que ofrezca suficiente tensión para impulsar el arco narrativo. Debe parecer que los acontecimientos dramáticos tienen consecuencias y ramificaciones reales para sus personajes. El conflicto (la metamorfosis de Chen Yinfang) es el núcleo de esta historia. El autor, Shi Yifeng consigue mantener al lector muy atento en saber cómo sucedieron los hechos que llevaron a Chen a obtener una vida distinta, “de lujo”, con un modelo de aplicación capitalista que da cuenta de cómo se realizan hoy los negocios culturales y las negociaciones comerciales, por ejemplo; nos muestra una China incorporada al mercado de capitales, al sector financiero y a los capitales de riesgo; todas actividades que realizó Chen Yinfang (a quien en diferentes momentos el narrador describe como una loba insaciable o un fantasma salvaje y solitario, la reina nocturna del barrio, una chica con un hambre insaciable de tener dinero) y que, al final de la novela, nos permitirá justificar el aparente enriquecimiento de la muchacha pobre y provinciana que logra el éxito económico que tanto sorprende al narrador. En palabras de uno de sus amantes (Dientón, un personaje con una dentadura defectuosa) dice: “Era una hija de puta. Había visto a muchas pueblerinas que venían a Beijing ávidas de éxito, pero ninguna que diera su vida por ser rica de la noche a la mañana”.

Es así como los personajes son convincentes y memorables, como personas con defectos, personajes con rasgos únicos y personajes con objetivos y motivaciones interesantes. Lo que hará que estos personajes sean cautivadores es que se perciben como personas comunes y corrientes. Las personas reales son complicadas, contradictorias y a menudo sorprendentes. Si los personajes son tan polifacéticos como las personas de la vida real, causan un impacto duradero en el lector.

Respecto a los temas que se despliegan en esta novela, podríamos nombrar la dinámica familiar, el trauma generacional, la identidad, la corrupción que posibilita el modelo económico, las apariencias y los engaños colectivos. Todos ellos son muy potentes porque son universales. Conectan con el lector porque todo el mundo puede relacionarse con ellos de alguna manera y recordar un momento en el que sintió o se enfrentó a algo similar en un país distinto a China.

En esta novela está presente la China de hoy, específicamente Beijing, los espacios que rodean esta historia: “En el camino tres estatuas del presidente Mao me saludan con la mano levantada en el aire”. También hay referencias al barrio comercial y a ciudades empresariales donde se instaló el McDonald´s. Asimismo, no deja de plantear ironías permanentes e incluso irreverencias: (refiriéndose a un pintor) “Él ni tonto ni perezoso, cambió su estilo y creó el género del “Pop político del realismo cubista”, su obra maestra fue “La peluquera aprende el libro rojo con el culo al aire. El toque final consistió en un mechón de cabello real pegado en el sitio donde tenía que haber pintado el vello púbico”.

Es esta entonces la historia de Chen Jinfang que cambió al nombre de Chen Yuqian, narrada por un artista fracasado que se reúne con otra mujer estropeada: “…aquel era un abrazo entre dos personas frustradas”. Pero todo es una farsa, una apariencia, un permanente engaño entre dos sujetos condenados a la decadencia. Para justificar todo su falso andamiaje que la llevará al fin dice Chen Jinfang casi al término de esta novela: “Solo quise vivir como ser humano”.