CRÓNICA LITERARIA DE EDDIE MORALES PIÑA

Sin duda que la figura del escritor José Donoso (1924-1996) es emblemática dentro de la literatura chilena contemporánea. No podemos soslayar que entre los escritores de la denominada Generación del 50 es uno de los más destacados y que marcó una impronta escrituraria dentro de la producción novelesca del pasado siglo que mantiene su lozanía hasta el presente. En este sentido, Donoso es un clásico. Releer sus novelas -algunas de las cuales son paradigmáticas- es como tener una primera experiencia de lectura de su universo ficcional. La narrativa del escritor ha sido sometida a múltiples lecturas críticas e interpretativas desde su emergencia. Prácticamente, todo el espectro donosiano ha sido revelado, lo que resulta ser muy saludable. El autor también -no hay que olvidarlo- fue partícipe del nombrado Boom de la literatura hispanoamericana de hace décadas atrás donde compartió con los popes de aquella revolución de la narrativa de este continente, tal como la crítica lo ha mostrado. El mismo Donoso le dedicó a aquel fenómeno editorial un libro memorístico -Historia personal del Boom- que es un verdadero documento de lo que aconteció por aquellos años. Sin embargo, además, Donoso era un consumado escritor de crónicas literarias que tenían como referentes diversos aspectos de la realidad que observaba como un verdadero flaneur, un paseante. Las crónicas donosianas paulatinamente han sido recopiladas y la imagen escrituraria del escritor se va enriqueciendo. A las crónicas hay que agregar sus críticas y comentarios literarios de libros y autores que aparecieron, por ejemplo, en la revista Ercilla.

Dentro del ámbito de las crónicas, una reciente obra de Andrés Ferrada Aguilar (Los paisajes urbanos en la escritura de José Donoso) da cuenta de una interpretación de la imagen de una ciudad que Donoso fue configurando en el transcurso del tiempo. Se trata, fundamentalmente, de Santiago de Chile -que en cierto modo quedó modelizada en su primera excursión novelesca. El texto de Ferrada Aguilar focaliza su atención hermenéutica en lo que denomina el paisaje urbano que es deconstruido por Donoso mediante una mirada subjetivista, donde la apreciación estética del autor marca la impronta. En el proceso escriturario cronístico, Donoso no puede dejar de lado su escritura ficcionalizadora, en otras palabras, el texto cronístico se tiñe con el elemento añadido -lo dice Vargas Llosa-: lo que hace que la realidad se convierta en otra realidad, la ficción.

La obra de Ferrada Aguilar se inscribe dentro de los estudios literarios, por tanto, la discursividad del autor nos lleva a un lenguaje teórico para explicitar y explicar el fenómeno a que se aboca, esto es, el paisaje urbano y a su manifestación acústica -según lo define-, y, en consecuencia, a la mostración de una vertiente otra de las formas museísticas -dice el autor- de la manera como se le ha considerado a la ciudad -ahora una urbe que Donoso no pudo imaginar, o que tal vez intuyó. El tema del paisaje es interesante dentro de los estudios literarios y culturales recientes. Varios teóricos lo han abordado en los últimos tiempos, y dicha huella se logra detectar en el estudio de Ferrada Aguilar. La presencia de la modernidad y lo que ella llevó consigo afecta la percepción de Donoso una vez que retorna de su exilio. La ciudad otra se le hace presente. En cierto modo, nos recordó a Borges en uno de sus libros cuando se enfrenta a un nuevo Buenos Aires después de un retorno de Europa.

Los ensayos contenidos en la obra de Ferrada Aguilar -porque también esta es una de la categoría textual en que su relato puede ser inscrito- tienen a lo menos tres focos interpretativos que el académico nos revela –correr el tupido velo, diría Donoso-, esto es una poética de transformación, el espacio literario y la emergencia de un paisaje urbano. Los tres ejes son mencionados al comienzo y luego desplegados en los seis capítulos de que se compone el libro. Los textos críticos de los correspondientes segmentos dialogan unos a otros por cuanto forman parte de un solo macrotexto interpretativo que el autor ha desarrollado en el tiempo mientras ha investigado este tópico en las crónicas de Donoso atingentes al paisaje urbano. Pero, además de las crónicas que son una especial forma de aprehensión de la realidad, el autor ha indagado también en ensayos y diarios personales del autor de Coronación. En otras palabras, los denominados géneros referenciales como una fuente primaria primordial para desentrañar el sentido de una escritura.

Por otra parte, Ferrada Aguilar -quien es académico en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Playa Ancha, y en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile-, en esta obra realiza un trabajo interdisciplinar -tal como ocurre hoy habitualmente en los estudios literarios, al menos en el ámbito académico- donde desembocan las teorías acerca del paisaje tanto del ámbito de la geografía, de la historia del arte y de la arquitectura. En suma, el texto del autor asume una complejidad que no dejará de sorprender al lector/a. Probablemente sea este metalenguaje el que haga que la obra de Ferrada Aguilar esté destinada a un lector/a especializado/a con una discursividad -a veces críptica- sobre el fenómeno estudiado. Resta he de decir que el autor realiza las conexiones a la obra narrativa de Donoso mientras efectúa la exégesis y hermenéutica de las crónicas donosianas sobre los paisajes urbanos. Una obra que ilustra acerca de un aspecto de la escritura de Donoso que nos lo muestra como el gran escritor que fue, ahora, transformado en un clásico de la literatura.

(Andrés Ferrada Aguilar. Los paisajes urbanos en la escritura de José Donoso. Santiago. Editorial Universitaria. 2022. 196 pág.).